JOSÉ DOMINGO BLANCO |
A ella,
definitivamente, le sobra guáramo. Porque, la verdad, es que los representantes
de este desgobierno le han dado con todo -textual y literalmente hablando- y
sin embargo, ella aguanta. Se planta, aguerrida, y no se deja doblegar. Sigue
dando la cara. Esa misma cara que un día en la Asamblea recibió los golpes
propinados por otra diputada -como ella, pero puesta a dedo y no por elección
popular- que intentó callarla a punta de puños y odio. Pero, nada. No lo han
logrado hasta ahora: a María Corina no han conseguido sacarla de la pelea. Se
enfrenta a las infamias…
Y sigue denunciando -donde la dejan- las marramucias,
triquiñuelas y entuertos que inventa este desgobierno, empeñado en imponer en
las instituciones a la gente que le conviene. María Machado –como le gusta
llamarla a los gobierneros de turno pensando que la vejan y perjudican- no se
calla, no se detiene, no se va del país. Enfrenta las denuncias, las
imputaciones, las acusaciones y hasta los puños. Y eso es tener guáramo –que,
por cierto, le falta a más de uno de los que dicen llamarse de oposición. ¿Qué
sentirá María Corina cuando se planta frente a este inmenso monstruo
despersonalizado en que se ha transformado el Estado?
Hace escasamente una
semana, la tuve en el programa de radio. Siempre llega puntual y perfumada. Sencilla
y sin alardes. Es bonita María Corina, si me permiten la confidencia. Habla con
magnifica dicción, remarcando cada una de sus palabras, como para que no queden
dudas, ni se produzcan confusiones con lo que va decir. En su discurso maneja
un justo equilibrio razón/emoción. Ese día quería denunciar y oponerse a las
postulaciones de Sandra Oblitas y Tibisay Lucena para ocupar –una vez más- los
cargos directivos en el CNE. Por cierto, unas postulaciones a las que
deberíamos estar oponiéndonos todos los venezolanos. Y remató la entrevista
solicitando la renuncia de Maduro, como la ha venido reiterando. Lo curioso del
asunto, y que hasta ahora sigue generándome mucha suspicacia, es que justo
después de la entrevista, la imputaron por conspiración.
¿Qué raro que dejaron
de lado el invento del magnicidio? ¿Se habrán dado cuenta de que es absurdo
insistir en que María Corina quiere matar al Presidente en vista de la cantidad
que se invierte para garantizarle la vida y rodear de seguridad a Nicolás? Una
actitud como esa, sólo me hace pensar que este desgobierno le tiene miedo
–mucho miedo- a María Corina y a todo lo que ella pueda significar. No
conformes con eso, después de la imputación, se lanzaron la “Operación Cielo
Soberano” para pesquisar en aviones privados y comerciales, irregularidades,
drogas e ilícitos. ¿O estarían realmente buscando a María Corina?... No pude
evitar pensarlo.
El asunto es que
María Machado no se les escapó ni se fugó del país. Por el contrario, el
miércoles se presentó ante su inescrupuloso acusador a escuchar los cargos por
los cuales se le señala. Cargos y acusaciones sacadas de la nada ¿Qué sentirá
María Corina cuando tiene que enfrentarse a estas cosas? Y digo que tiene
guáramo porque hay que ver por todo lo que ha pasado. El día que la entrevisté
se lo pregunté: ¿no tienes miedo de que te pase algo? La han pateado, la
botaron de la Asamblea, anda sola, dando la cara y la pelea… y ahora, para este
régimen es conspiradora. Antes, incluso, fue tildada de asesina. Unas
situaciones que a cualquiera le hubiera enfriado el guarapo. Otros, ya habrían
tirado la toalla. Y sin embargo, ella sigue enfrentada a este Goliat de mil
cabezas que es el Estado: un Estado que hiede a corrupción por los cuatro
costados.
Los venezolanos
tenemos la particularidad de no saber
escoger a nuestros mandatarios. Un defecto que, por cierto, venimos arrastrando
desde hace ya algunas décadas. Escogemos al más charlatán, al más chabacano, al
más dicharachero, al más gracioso, al más grosero; pero nunca seleccionamos al
que realmente puede dar la talla. Desechamos al candidato que está preparado,
para escoger al payaso sin preparación o al zagaletón de poca monta cuyo único
mérito sobresaliente en el curriculum es haber transitado por una academia
militar, saber jugar dominó y trancar el juego con la cochina. Escogemos al
popular por sobre el gerente. Es cierto que en política es clave ser popular,
pero es aún más cierto, que ya hemos pasado por las manos de mandatarios
populares, improvisados y sin experiencia que, por falta de conocimientos y
preparación, han hundido al país en terribles crisis. Mamarrachos cegados por
el poder que, en su afán de omnipotencia, no se rodean sino por parásitos
aduladores de oficio que sólo están esperando su tajada. En Venezuela, ya no necesitamos
a un chófer de autobús, ni a exencapuchados de la UCV, mucho menos golpistas
con ideales trasnochados. Necesitamos gerentes, preparados, inteligentes, de
comprobada y exitosa trayectoria, probos; pero, sobre todo, deseosos de ver al
país –al país entero, no sólo a una parcela- encaminado al desarrollo. Quizá no
podamos tentar a algunos de esos empresarios exitosos para que lo intenten en
la política, mucho menos forzarlos para que asuman las riendas de la nación.
Sólo pregunto: ¿no será María Corina la persona que estamos necesitando? Su
valentía, merece respeto. Inteligente es. Preparada, también… ¿no será ella a
la que debemos escoger? Entonces: ¿llamamos a María?
José Domingo Blanco (Mingo),
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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