Contrario a los años anteriores y a pesar que la ineficiencia del
gobierno augura un porvenir muy duro, este año voy a tratar de enviar un
mensaje alegre y aunque utópico, lleno de optimismo. Confieso que lo hago,
contagiado por un escrito reciente de un compañero que entre otras cosas dice
que no tiene razones para contagiar o compartir su malestar.
Yo continuo sin disfrutar mi Navidad porque hace más de quince
años me la robaron. Sin embargo, tengo que entender que mis amigos, mis hijos y
mis nietos no tienen por qué contagiarse con mi desánimo y mi tristeza. Por el
contrario, aunque me continúan robando, este año Dios me premió con mi primera
nietecita que ya tiene más de seis meses y aunque no he podido conocerla y
sabrá Dios cuándo podré hacerlo, lo cierto es que su madre le habla de sus
abuelos y que ella se alegra mucho cuando la tecnología me permite verla. El
resto de los nietos continúa creciendo, avanzando en la vida y en muchos casos,
recorriendo el mismo camino de sus padres. Para mí, eso es bastante y le
agradezco a Dios haberme dado esa oportunidad. Por ello jamás cambiaría mi
juventud por la experiencia de los nietos. Así se lo hice saber a mi creador
para que dejara los tiempos como están porque su tiempo es perfecto. Yo supongo que durante los últimos amargos
quince años, la mayoría de mis compañeros han pasado por experiencias
similares. Hemos perdido gente porque así es la vida pero hemos ganado gente nueva.
Este sentimiento no tiene nada que ver con mi deseo de sacar al
régimen de Venezuela, del universo y de la galaxia. Por el contrario, ese deseo
cada día se aviva mas, especialmente por el reciente comunicado de un GENERAL
digno, de los pocos que nos quedan que
valientemente llamó cada cosa por su nombre. Para él mi solidaridad, mi apoyo y
la invitación a todos mis relacionados para que sin miedo, por la calle del
medio, se solidaricen con EL GENERAL.
Los últimos eventos presagian no solamente tiempos muy duros sino
también una conmoción social en la cual perderemos todos mientras los traidores
a la patria tratarán de mantener a buen recaudo los ingentes recursos que han
logrado reunir mediante la rapiña. Por cierto, tengo que aclarar que en mi
diccionario, el traidor a la patria no solamente es quien acciona sino también
quien lo apoya y lo cabronea. Así, aunque me resulte muy doloroso tengo que
admitir que entre mi gente hay traidores a la patria y por ello, aunque sea
pecado, les he execrado de mi vida, de mi presente y de mi futuro. ¡Que les
aproveche! Porque en algún momento, no les quedaran lágrimas para derramar pero
será muy tarde para ellos.
Por razones personalísimos, está Navidad será especial para mi
familia y para mí. Enfrentaré eventos que no merezco pero que con hombría, con
valentía y con principio afrontaré y venceré. Mientras tanto, para mis amigos,
para la gente que quiero y me quiere, los mejores deseos para los años
venideros que repito, serán muy duros pero que una vez más superaremos.
¡Feliz Navidad mi gente!
El Buhonero de La Resistencia.
Iván Fernández
Chicho2512@hotmail.com
@chicho2512
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