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miércoles, 10 de diciembre de 2014

ENRIQUE MELÉNDEZ, LA NINFOMANÍA DEL DÓLAR

ENRIQUE MELÉNDEZ
         “Compadre, con el dólar a 200 bolívares, y limpio, ¿cómo cree usted que voy a estar yo?” He allí el humor con el que ha tomado el criollo la escalada en progresión geométrica, que ha registrado el innombrable en este cabo del año, y el que terminará por agudizar los problemas que tenemos en la economía, desde escasez hasta alto costo de vida, y que de continuar de esta forma tendrá un desenlace fatal, y en esto no hay que ser brujo, para no darse cuenta, y de allí la ironía del criollo, a propósito de la calma con la que toma las cosas.

         Porque no hay esperanzas en un presidente que ante todo esto, lo que responde es que él no piensa levantar el control de cambio; porque su establecimiento se trata de una conquista del pueblo; a propósito de la existencia de una burguesía devoradora de dólares, que está al acecho permanente, para que una vez que se levante el control, haga de lo suyo con las divisas, y así que se agotarían las reservas internacionales de inmediato; cuando la gente de su propio partido le ha hecho ver que, a pesar de la existencia del control de cambio, se han fugado unos 269 mil millones de dólares, y por haber alertado sobre esta situación, dicha gente ha ido a la calle, ha sido expulsada del Psuv.
         Porque no hay peor sordo, que el que no quiere oír, cuando los economistas de su propio partido también se lo han planteado: dólar a 35 bolívares y litro de gasolina a 8 bolívares; pues, por lo demás, si sigue por ese camino, y el innombrable se ubica en 300 bolívares, como ya se comienza a estimar que pudiera estar a mediados del próximo año, el impacto del desmantelamiento del control de cambio será muchísimo mayor; que cuando pudo hacerlo, por ejemplo, a raíz del fallecimiento de Hugo Chávez: momentos en los que el innombrable apenas se ubicaba en un nueve y pico, y entonces hubiera dicho, borrón y cuenta nueva: hay que admitir que el modelo del maestro se agotó; sólo que con esto le estaría pegando a su propia familia, y para esto Maduro no se va a prestar.
         Porque esa es la desgracia, que vivimos los venezolanos, a propósito de esa sombra, que viene a resultar el difunto; presente todavía en todas las decisiones gubernamentales: una verdadera aberración, cuando en su caso ya debería seguirse el famoso consejo de Jesús de dejar que los muertos entierren a los muertos, y está presente en una forma huera; de modo que si la política de Chávez fue la de los controles; con esa se casó el pueblo, como lo dijo también Aristóbulo Istúriz; porque aquí no hay mejor etiqueta para cualquier política, que ponerle la del pueblo. El legado de Chávez: ¿qué es ese legado? Se trata de una fábula, y por culpa de esa fábula el paralelo que, como dice José Guerra, es el termómetro de los precios, va camino a los 300 bolívares, si no se pone un correctivo a tiempo.
         Que no parece, porque Maduro prefiere dedicarse a demostrar sus habilidades como tocador de tambor (“¡Salsero! El hombre”, como ha dicho Jorge Rodríguez en el marco del Festival de Salsa “Caracas Suena”, que por el momento le ha aliviado el dolor de cabeza a los jerarcas del régimen, como es esa remontada del dólar paralelo)  es decir, prefiere dedicarse a otros menesteres, que a meterse en camisa de once varas; como se las cantan un Víctor Alvarez o un Felipe Pérez Martí.
         El propio Maduro ha hecho ver que le han llegado estudios de esta gente; proposiciones concretas, para hacer salir al país de la crisis en cosa de nueve meses; ha dicho que los ha husmeado, y que no le han parecido sino delirios de neoliberales trasnochados. Claro, en su visión de mundo no entra el que, después de quince años de cháchara antifondomonetarista, como le sugiere esta gente, se tenga que voltear la tortilla, y tener que apelar a las “recetas de hambre” del FMI, como suelen decir los articulistas de la prensa oficialista, como es el levantamiento de los controles y la reorientación del gasto público; si no quiere que el innombrable se coloque a mediados del próximo año en 300 bolívares. Incluso, Maduro ha ido más allá; para pasmo de nosotros los venezolanos, y ha dicho que la platinada Christine Lagarde, presidenta del FMI, lo que tiene es un espagueti en la cabeza, y esto, precisamente, porque esta señora aludió el caso de Venezuela, al señalar que los países de la América Latina tenían que comprender que había que restarle a la partida de los recursos, que se dedican al populismo, esto es, reorientación del gasto público.
         Ahora, ¿qué puede esperar un país que su gobernante no tiene ni la más mínima idea de lo que son los organismos multilaterales, y teniendo, no obstante, una representación ante los mismos; pierda la cordura, y se dedique a tirarle piedras a sus directivos, como en este caso? Lo que estamos presenciando, y es que se ha producido una de las peores distorsiones económicas, que conoce nuestro país, como es el hecho de la brecha que se ha abierto entre el dólar oficial de 6,30 y el innombrable que están en el umbral de los 200 bolívares. Ni siquiera con el dólar del Sicad II tiene parangón. Claro, aquí también está el efecto, de lo que economistas como Ricardo Hausmann y otros han conocido como el default comercial, en que cayó este gobierno, al secar al Sicad II de los dólares que le otorgaba; para evitar caer en el default financiero frente a Wall Street por el incumplimiento del pago de la deuda, es decir, ni a 50 bolívares hubo dólares para las importadores, y quienes han tenido que incursionar en el mundo del paralelo. He allí la fiebre del dólar.
         Porque, por lo demás, estamos ahogados en billetes, que no valen nada, y que también buscan refugiarse en el paralelo; de modo que la persecución se lleva a cabo por todas partes; Giordani en otra época habló de una ninfomanía del dólar, sin saber lo que decía el pobre.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

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