MIGUEL BAHACHILLE M. |
Es errado inferir que las colas que a diario se observan en
comercios y hasta en farmacias de todo el país, son secuelas de un "error
coyuntural" de la nueva regencia encabezada por Maduro. Nada más lejos. En
1998 Chávez convenció a la mayoría que la suerte del pueblo estaba amenazada
por una grosera economía capitalista tutelada por Estados Unidos. Sin duda fue
una incursión espectacular en el campo de la manipulación política nunca vista
siquiera al inicio del periodo iniciado en 1958 cuando se instaura la
democracia que sucedió la dictadura que, aunque henchida de obras públicas, fue
acusada de recibir el apoyo del "malvado imperio".
El gobierno no se perturba por la cotidianidad de las colas puesto
que ha sido su principal promotor. Éstas son secuela de la tozudez
pseudoideológica oficial que insiste en instituir una economía monopólica y
caudillista. Es cierto que en las últimas seis semanas ha habido un tejido
financiero adverso por la tendencia a la baja del precio del barril del
petróleo. Pero ello no puede servir de excusa para justificar la calamidad
pública de las colas. Los ingresos por exportaciones petroleras promedian para
2014 (hasta hoy) la cantidad de 94,58 dólares por barril. En 2013 fue de 98,08
dólares y 103,42 $ en 2012 (Ministerio del P. P. de Petróleo y Minería). No es,
pues, una situación efímera de hoy sino una trama estructural nacida de una
ilusión que arruina al país de forma continuada.
La incautación de industrias como las de Guayana, el reemplazo de
empresas particulares por públicas en los ámbitos de construcción, alimentación
y servicios en general, incrementan la incertidumbre que se vislumbra en las
calles colmadas por colas. Ojalá ese proceso humillante, bajo cualquier forma
que asuma, no concluya en hecatombe social con secuelas que pudieran ser
impredecibles.
Veamos algunos datos del último informe de la Comisión Económica
para América Latina (Cepal) publicado en los diarios Ultimas Noticias, El
Mundo-economía y La Voz de América (23-10-14): "Por segundo año
consecutivo la inversión privada en Venezuela tuvo una caída del 54% (1.761
millones de dólares) respecto al 2013". ¿Nada tienen que ver las colas con
el clima hostil estimulado por el gobierno contra las inversiones privadas
nacionales y extranjeras?
No obstante la reciedumbre de las cifras citadas, el gobierno
insiste en dirigir el vector en la misma dirección; hacia la propaganda y no a
la apertura. En el proyecto de Ley de Presupuesto para el 2015 entregado por el
Ministerio de Finanzas y Economía a la Asamblea, se prevé la asignación de
220,7 millones de bolívares para la recién creada Agencia Venezolana de
Publicidad cuya función básica será divulgar las "obras públicas" del
gobierno. No basta con la colosal red estatal "en acción" las 24
horas y la potestad caprichosa del jefe de Estado para encadenar durante horas
a todos los medios.
La actual subrogante de una supuesta economía socialista, más que
beneficios perceptibles en pro de la mayoría, se congrega para producir
costosas campañas difundiendo obras y beneficios que no se ven por ningún lado.
Los cubanos descubrieron que en sociedades ambiguas como la de ellos y la
provocada por Chávez, se hace forzoso el torrente informativo como fuente de
poder. Es iluso pensar que el régimen declinará o compartirá de buen grado ese
control. Por el contrario, tiende a incrementarlo como en ningún tiempo.
El verdadero milagro sería que no hubiere colas en Venezuela. Bajo
ese esquema interventor, al igual que en Cuba, no podía producirse otro
corolario. Tampoco se descarta que para su mejor control, este sui géneris
socialismo estimule "sistemas restrictivos" que nos ubique donde
quiere que estemos: en las colas.
Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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