MERCEDES PULIDO |
Son tantos los
imponderables que cualquier conversación que busca tratar de comprender el día
a día termina en una expresión concreta: caos.
Y efectivamente lo que caracteriza cualquier hecho caótico es lo
impredecible. En las primeras de cambio sentimos que nuestros valores de
convivencia se mantienen como referencia esperanzadora porque aspiramos a construir una alternativa de
normas colectivas que superen los intereses personales o grupales. El
presupuesto oficial recién presentado deja muchos vacios en cuanto a
solucionar los problemas que vivimos,
pero destaca una cantidad exorbitante en la inversión publicitaria
gubernamental. Pareciera que todo se resuelve en la imposición y control de las
imágenes e ideas como vía para demostrar que se tiene el poder.
Las recientes
elecciones estudiantiles en la ULA señalan energías difíciles de obviar. Por una parte importante se expresa
indignación ante la injusticia con el futuro del conocimiento y de las
oportunidades que implica la educación y la investigación. Y paralelamente
demostraron una participación organizada masiva de rechazo a la hegemonía
oficial y los peñascos que implican la construcción de
la unidad en la diversidad.
Recientemente Manuel Castells observador y estudioso pertinaz de la “la era de
la información” enfatizaba el comprender los movimientos sociales como medios de permeacion y germinación de
ideas y no como mecanismos de poder. Opuestos a la violencia, porque saben que en la espiral de la
violencia el poder establecido busca destruirlos. Aprendizaje lo tenemos con los presos
estudiantiles y de liderazgo comunitario.
Durante el primer
semestre del año que termina se registraron 35 protestas diarias, esto es un aumento de más de 250% comparado
con el 2013. Estas explosiones en muchos casos desconocidas para la mayoría por
el control de la información existente demuestran el descontento social y las
energías dispuestas a la acción.
La aprobación de
la ley “sapo” pareciera dirigida a
construir lealtades enfermizas garantizando con el miedo y la confrontación: la
sumisión, el mantenimiento de beneficios clientelares y la garantía del futuro
bienestar. Sabemos que internet está totalmente vigilado pero no controlado.
Tanto los twiteros como ahora los “videntes” saben que el mensajero puede ser detectado y reprimido y por ello
conocen la censura. Pero cuando el mensaje
sale sigue su rumbo y la interacción es exponencial. Siempre hay formas
de conexión y hoy los internautas están pendientes de las amenazas cotidianas.
La nueva realidad
son los derechos humanos que deja obsoleta la lucha de clases y
moviliza la indignación ante la indiferencia de las desigualdades y la injusticia. Hay que pensar
y actuar con la ciudadanía para superar el caos
entre necesidades, aspiraciones y
oportunidades. El dialogo es
quimera si se desconoce las alternativas de esta nueva realidad.
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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