LUIS MANUEL AGUANA |
Las
cifras de las personas que han abandonado el país de acuerdo con el estudio que
está realizando de mi estimado amigo Tomas Páez, es aterrorizante (ver
Entrevista a Tomás Páez sobre la emigración de profesionales y técnicos
venezolanos:
http://dossier33.com/nacional/entrevista-a-tomas-paez-sobre-la-emigracion-de-profesionales-y-tecnicos-venezolanos/
y
http://www.talcualdigital.com/Movil/visor.aspx?id=103919).
Este estudio
pasa desapercibido y por debajo de la mesa-no solo de esa Mesa-, de los
venezolanos, porque no solo cuantifica el desastre humano al que hemos sido
sometidos, que es el importante, sino porque nos aleja de una posible solución
del grave problema que tenemos al no contar con una masa crítica que
contraponer a la barbarie que nos domina.
Sin
embargo, el mayor problema, a mi juicio es el que significa que no solo nos
abandonan aquellos profesionales jóvenes muy necesarios para una posible futura
reconstrucción del país, sino aquellos que son referentes en todos los campos:
empresariales, intelectuales, opinión, cultura, medios de comunicación, solo
por nombrar unos pocos importantes. Y este abandono de parte de los referentes
hace que se multiplique el fenómeno. Si quienes deben dar el ejemplo son los
primeros que se van, ¿qué queda para los demás?
Y
esta no es una crítica destructiva. Si una persona alcanza cierto nivel de
éxito en su campo, automáticamente se convierte en un modelo a seguir, en un
referente, aunque este ni siquiera lo perciba así. Apartando aquellos que se
han visto en la necesidad de abandonar Venezuela por razones de persecución
política, la estimación de entre 4% y 6% de la población, más de un millón de
personas, de las cuales alrededor de un 90% de ellas son profesionales, es una
cifra determinante para cualquier cálculo político que se desee realizar desde
el campo opositor.
El
hecho que más de un millón de personas hayan dado por perdidas las esperanzas y
emigrar no es solo por la propia percepción que no hay nada más que hacer sino
porque evalúan el comportamiento de aquellas personas a quienes se respeta y
escucha. Una decisión de semejante envergadura se toma luego de evaluar todas
las opiniones, en especial las de aquellas cuya opinión se considera
importante.
Y
no es porque los referentes sean determinantes para que alguien tome una
decisión de marcharse, sino porque estos pueden inspirar a quienes lo hacen
para tomar una decisión a favor o en contra. Si por ejemplo, una persona de
cierto peso moral en la opinión pública decide que “ya esto no vale la pena” y
lo comunica públicamente, ese peso será determinante para que la lucha no valga
la pena y todo el mundo abandone. Y siento que algo de eso está pasando aquí.
En
la extraordinaria producción de Ridley Scott, “El Reino de los Cielos” (“Kindom
of Heaven”) el personaje encarnado por Orlando Bloom, Bailan de Ibelín, resulta
el único noble en quedarse a defender la ciudad de Jerusalén del ejército
musulmán del Rey Saladín. Al marcharse todo el mundo, incluyendo el ejército
Cruzado, solo queda Bailan con campesinos sin ningún entrenamiento en combate.
A la crítica del principal sacerdote cristiano que era imposible defender a la
ciudad sin nobles caballeros, Bailan decide como único noble, arrodillar a todo
el que pudiera sostener una espada y juramentarlo como Caballero del Reino. Ese
gesto levantó la moral de los pocos hombres y los hizo tan invencibles al punto
que pudo negociar una rendición honorable de la ciudad con Saladín a cambio de
la vida de los habitantes de Jerusalén. Una situación imposible se tornó
posible porque alguien levanto la moral de quienes podían luchar. Si Bailan no
hubiera hecho eso, Saladín hubiera masacrado a la ciudad.
Si
los referentes son los primeros que dicen que Venezuela no vale la pena y se
van, créanme que no valdrá la pena. Léase arriba que no incluí como referentes
a los dirigentes políticos. Dejaron de serlo hace mucho tiempo, con las obvias
excepciones. Los lectores sabrán quienes son esas excepciones. Pero no son
suficientes. Es necesario que muchas voces de autoridad desde sus respectivos
campos digan que Venezuela vale el riesgo, incluso de la vida por la
inseguridad, de quedarse para luchar por ella. Eso hicieron los recién
nombrados Caballeros de Jerusalén.
Nadie
aquí está reprochándole a nadie irse si así le dicta su conciencia. La vida de
los hijos y el futuro pueden ser suficiente razón para que una persona se vaya
protegiendo a su familia. Muchos abandonaron Jerusalén por la llegada de
Saladín y nadie se los echó en cara. Pero hubo otros que se quedaron, aun
sabiendo que morirían por algo que creyeron que valía la pena. Y en efecto
algunos murieron. Pero hacía falta ese algo, ese aliento de quienes por las
distintas circunstancias de la vida son referentes sociales, de juramentar a
los que se quedan como Caballeros del Reino y quedarse para luchar por él. Esa
puede ser la diferencia entre ganar o perder un país…
Luis
Manuel Aguana
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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