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lunes, 10 de noviembre de 2014

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, LA INFAMIA DEL EMPRÉSTITO

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ
En el año de 1863 concluyó la Guerra Federal. La victoria se alcanzó finalmente luego de varios años de lucha implacable y terrible entre hermanos. La causa que prometió la igualdad, la justicia, la equidad entre los ciudadanos, la autonomía para los estados del país, había sembrado la esperanza de derechos y de realizaciones que no se pudieron concretar durante la independencia. 

Al conservadurismo paecista le sustituyó el liberalismo de Antonio Leocadio Guzmán, defendido por  el general Falcón, y a su lado Zamora, indetenible en las batallas pero el balazo que recibió en Cojedes puso fin a su vida. Otros aguardaban mientras tanto y, en especial, Antonio Guzmán Blanco, abogado más que militar, hombre para la trama política, hábil, astuto, inteligente, ambicioso, personalista, autoritario.

Ante las oportunidades de la fortuna él se exhibe el primero y acordó en nombre de los vencedores el Tratado de Coche conforme al cual recibirían los federalistas el poder, se pautaba convocar una Constituyente y se invitaba otra vez a la nación al cese de las bajas pasiones que habían ensangrentado a Venezuela.

Pero más allá de los contenidos políticos o mejor aún valiéndose de ellos, Guzmán Blanco, vicepresidente de la República y a la vez secretario de Hacienda, visualizaba las circunstancias económicas de su momento y la posibilidad de solicitar en Europa un empréstito, uno de tantos compromisos  exigentes limitadores de la soberanía del país y que se estableció supuestamente para construir caminos, mejorar los puertos, fomentar el comercio y la industria pero que, en definitiva, proporcionaría los recursos que demandaba la avaricia personal del nuevo gobernante.

A los efectos de conseguirlo Guzmán Blanco se hizo nombrar agente fiscal de Venezuela en Londres y a escasos meses del ascenso federalista, en septiembre de 1863, asumió su condición como negociador.

En apariencia los términos formales de aquel pacto no representaban mayores objeciones, pero, sin embargo, para los entendidos significaba sus graves perjuicios. El mismo establecía lo siguiente: un interés anual del 6% pagadero en libras esterlinas cada semestre; un precio de emisión de 60 por 100 de capital nominal; un comisión del 5% sobre la suma nominal; una hipoteca especial sobre los derechos de exportación portuaria; la amortización del empréstito a razón de 30.000 por año, entre otras.

Ante tal situación, con honradez patriótica, don Eduardo Calcaño, indicó: "¡Cinco por ciento de comisión! ¡Qué vergüenza!... ¿Por qué hemos de pagar nosotros 5 por ciento de comisión? La rata ordinaria en todos los mercados europeos, y muy especialmente en Londres, es el 1 por ciento", y además cuestionaba: "Noten ustedes que como pagamos el interés de 6 por 100 anual sobre el millón de Libras, que son 900.000 y sólo se reciben 780.000, en la realidad de las cosas tomamos el dinero a once y medio por ciento". Al mismo tiempo advirtió que del monto del préstamo se debía deducir la cantidad de 500.000 para el rescate de la deuda del gobierno anterior y, en consecuencia, el país recibiría una suma sustancialmente  menor. En vista del ominoso resultado Calcaño concluyó: "¡Para recibir 280.000 libras esterlinas pagaremos medio millón de pesos por comisión...!  ...Esta sería la cantidad que llegaría a nuestras playas; y para recibirla nos comprometemos a pagar 1.500.000 libras esterlinas... ¡Debemos pagar, pues, en definitiva DIEZ Y OCHO MILLONES NOVECIENTOS CINCUENTA Y CUATRO MIL PESOS por una negociación que solo le da a la República 280.000 libras esterlinas...!".

El cuestionable beneficio personal que Guzmán Blanco obtuvo y con el que iniciaba su carrera política, progresista en algunos aspectos, oscura en muchos otros por sus tendencias arbitrarias, hegemónicas, despóticas, carentes de rectitud republicana y probidad personal, fue estimado según don Manuel Briceño en: "1.103.503 pesos macuquinos que aumentó con 17.000 que estaban depositados en poder de Baring Brothers, restos del empréstito de la Dictadura, que tomó y de que no dio cuenta, 7.600 que tomó como liquidación de su sueldo".

150 años ha cumplido este empréstito aprobado en 1864 con el cual se materializaba una vez más el ilícito aprovechamiento del poder  en contra de los intereses generales, de la ley y la virtud opuestas siempre a tales infamias.

Resulta pues injusto, infame, ruin comprometer y gravar el futuro de una nación mediante tales actos para perpetuarse en el poder y enriquecerse con el mismo cometiendo delitos, burlando la confianza pública, traicionando la fe, la lucha y el sacrificio de los pueblos.

Cuando el poder se desvanece y se comprueba la verdad ésta se manifiesta en todo su carácter haciéndose evidente la realidad de los hechos humanos, grandes si se acompañan de virtudes, bajos si se acompañan de miserias, la estafa inadmisible contra los derechos nacionales y que nunca exonera la historia.

Jose Felix Diaz Bermudez
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@jfd599  

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