"El
pueblo a fin de cuentas poco o nada quiere parecerse a un hombre de verruga,
sino a un líder con buenas ideas que transmita un sentido de oportunidad que me
haga menos vulnerable y más resiliente."
En
política el uso de símiles, comparables o citas puede resultar muy elocuente
pero también muy nocivo y desfavorable. Es larga la lista de gazapos cometidos
por excelsos presidentes, gobernantes o aspirantes queriendo ser facundos, pero
ajenos a la pertinencia. Y ya lo dijo
una vez el senador (EEUU) exdemócrata, Joe Lieberman, en la campaña (2008):
"El senador Obama es un joven talentoso y elocuente que puede hacer
grandes cosas por nuestro país en los próximos años, pero la elocuencia no
sustituye el currículo, no en estos tiempos difíciles". Y la historia ha
sido testigo.
Así
van nuestros líderes acuñando frases pomposas; intentando ser coherentes cuando
la realidad y las circunstancias imponen otra dirección. De tal forma que uno
de los grandes desafíos del buen político, es el buen manejo del la palabra. De
lo contrario según apunta Camilo José Cela, "se maltrata y envilece el buen
uso del verbo, desviándose el estricto sentido de lo que se quiso
decir".Latinoamérica ha sido fecunda de floridos líderes que han madrugado
la inteligencia con su grandilocuencia. Menem por ejemplo llegó a decir,
"acá no se trata de sacarle a los ricos para darle a los pobres, como
hacía Robinson Crusoe". Debió referirse a Robin Hood... En otro momento
sentenció: "yo leía mucho a Sócrates y tenía en mi biblioteca la colección
completa de sus obras". Y Sócrates jamás escribió un libro. Fue Platón
quien desglosó las tertulias con el sabio pensador... Vicente Fox refiriéndose
a la mano de obra mexicana en EEUU, expresó: "no hay duda que los
mexicanos están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren
hacer". Poco ayudó la desdichada "denuncia" a mejorar la
comprensión migratoria del Tío Sam... El uso de las simbologías también es
delicado. Mezclar política con religión, no es bueno. El mismo Fox dijo:
"Pemex es igual a la Virgen de Guadalupe. Son símbolos para los mexicanos
que deben manejarse con mucho cuidado" (sic). Ni Pemex es virgen por lo
cual no es venerable, ni las vírgenes "se manejan" de ningún modo.
Solo se reverencian...
Este
afán de "elocuencia pueblerina" llega al éxtasis cuando se quiere ser
"más pueblo que el pueblo" desgarrando costuras de lo que no toca, no
se debe o no se puede ser. Enrique Peña Nieto al ser increpado sobre el costo
de la vida, respondió: "¿El precio de la tortilla...? No lo sé. No soy la
señora de la casa". Y Álvaro Obregón exmandatario mexicano (1920)
queriendo ser "empático", sentenció: De este lado del Río Grande
"todos somos un poco ladrones". La lista es inmensa de desatinos.
Pero insistimos, el tema se torna más hiriente o infeliz, cuando el momento
político demanda mayor sensatez. En el caso venezolano, desde la salida de
Chávez al ruedo electoral (1997), se edificó el brand awareness (la etiqueta,
el gimmick), que "ese era el hombre porque le llegaba al pueblo".
Luce como él, habla como él, se desplaza y fue pobre como él. Y en este
pobrecitismo hemos cabalgado tres lustros, avivando la lucha de clases,
nutriendo la cultura del desprecio y el resentimiento, y subestimando el
verdadero sentimiento popular, que no es otro que salir de abajo y ser
"alguien" en la vida. Y serlo no es "venerar a Pdvsa, reverenciar
a Robin Hood', o despreciar a la "señora de casa" o pretender ser
socráticos cuando realmente leen Mafalda. El tema del líder es ser auténtico,
genuino, presentándose a las masas no como no-son, sino como el pueblo aspira
ser... Chávez llega al poder no por "parecerse al pueblo"; no por
"oler" a pueblo, no por su tez morena. Sino por representar una
esperanza popular de inclusión, movilidad social y orden en una Venezuela donde
esos valores quedaron arrasados "por estas calles".
Nadie
le dice a una mujer a quien quiere hacerle el amor, ¿si te digo que tienes un
buen cuerpo, lo apretarías al mío?, por ser una aproximación torpe, tosca y
despreciativa. Es por el buen cuerpo que me iría a la cama contigo... En lo
político es incorrecto y desenfadado decir "así como los pastores deben
oler a ovejas para pastar", el líder debe "oler a pueblo" para
liderar. Esto desnacionaliza a la clase media; despersonaliza al pueblo por
tenerlo de borregos; diluye al elector y le hace set (tarima) al chavismo,
reforzando la idea de que el pueblo les pertenece. El pueblo a fin de cuentas
poco o nada quiere parecerse a un hombre de verruga, sino a un líder con buenas
ideas que transmita un sentido de oportunidad, en fin, que me haga menos
vulnerable y más resiliente.
¿Huele
Maduro a pueblo, cenando en NY, gastando a manos llenas, a todo
trapo,lobster y champagne? No. El pueblo
también quiere comer bueno, caro y sabroso. El pueblo quiere ser clase media y
después alta; por lo que pueblo y clase media ¡no necesitan intermediarios!
Como decía Malula en su Asocerro.¡Cuánto me gustaría vivir en el countrys
clusb! Bernard Barch, afirmó: "Vota a aquél que prometa menos. Será el que
menos te decepcione". Parafraseándole diríamos: Vota a aquél que se
parezca menos [al pueblo]. "Será el que más os impresione".
Orlando
Viera Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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