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lunes, 6 de octubre de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, UNA EDUCACION EXTENUADA, PIDO LA PALABRA VENTANA DE PAPEL,

Luce contradictorio advertir el curso de las decisiones a partir de las cuales se ha deparado el manejo de la educación de cara a lo expuesto por la Constitución de la República.

UNA EDUCACIÓN EXTENUADA

El descontento está colándose por cada uno de los poros de la piel social del país político. Las decisiones gubernamentales, han atizado el fuego que hierve la violencia en todas sus manifestaciones. Las medidas tomadas, asumidas con resentimiento y marcada represión, trancaron el juego necesario de la política. 

De la política entendida como el arte de dispensar el mayor bienestar posible que determine las circunstancias bajo las cuales la vida adquiere sentido y dirección. Sin embargo, el Ejecutivo Nacional venezolano siguió errando en su visión de política. Optó por constreñir las posibilidades propias de la praxis democrática utilizadas para compensar los flujos de críticas y demandas cuando estos exceden los límites del control social asumidos para mediar entre las distintas posturas que rechazan el estilo coercitivo aplicado por el gobierno central en momentos de efervescencia.

La educación, al igual que otros objetivos de desarrollo económico y social como el crecimiento, la distribución del ingreso, el ordenamiento urbano o la conservación del ambiente, se han visto desplazados por coyunturas asediadas por intereses focales. Ya decía Bolívar que “un ser sin estudios es un ser incompleto”. Tanta importancia le concedió al proceso educativo y fue tal su influencia sobre los valores morales, que también expresó que “la educación y la instrucción pública son el principio más seguro de la felicidad general y la más sólida base de las libertades de los pueblos”.

Sin embargo, las realidades políticas impulsadas por el gobierno nacional dan cuenta de la grotesca mentira que ha significado el hecho de invocar el ejemplo histórico de Simón Bolívar a manera de referencia constitucional. Es así como a pesar de haberse declarado al país como República Bolivariana, o de aludir a la gestión pública como el resultado de lo que puede alcanzarse de una “revolución bolivariana”, poco ha servido haber apostado al ideal bolivariano. O más aún,  nada se ha comprendido la enseñanza de Bolívar en cuanto a la importancia que le otorgó al concepto de “Educación”, Concepto éste que inspiró su verbo y determinó sus actuaciones ciudadanas.

Por otra parte, luce contradictorio advertir el curso de las decisiones a partir de las cuales se ha deparado el manejo de la educación de cara a lo expuesto por la Constitución de la República. Particularmente, cuando explica que para establecer una sociedad democrática, las determinaciones gubernamentales deben pasa por “la construcción de una sociedad justa y amante de la paz” lo cual indefectiblemente compromete a la educación.

No obstante, la educación viene siendo objeto de un franco debilitamiento que si bien no se observa a instancia de la promoción que adelanta el gobierno con el auxilio de medios de comunicación manipulados, censurados o conminados, puede aprehenderse de la dinámica que viven las instituciones educacionales. No sólo la universidad autónoma se ve apaleada por un presupuesto menguado que además la tiene confinada entre los resquicios de una democracia abreviada por un militarismo atorrante. La escuela está igual o peor. Los anuncios providenciales de nuevas creaciones escolares, programas educacionales, promesas que enmarañan índices cuantitativos y cualitativos, anuncios sobre nuevos ingresos docentes y de incrementadas matrículas, empeoran las acusaciones de las cuales busca descargarse el propio Ejecutivo Nacional a consecuencia del mal aspecto que presenta el sistema educativo escolar. O como dice el refranero, “el tiro le salió por la culata” a propósito de pretender al arreglo de procesos administrativos con la impertinente excusa de una alevosa “unión cívico–militar”.

Si a esta situación se agrega la racha de una crisis financiera, exaltada por los efectos de una aguda recesión económica, no hay duda de que los resultados serán aún más adversos a despecho de quienes viven el sueño de una Venezuela no sólo libre de analfabetismo. También, un país con conciencia de desarrollo, afán de crecimiento y ávido de conocimientos. Más no, apocado en el tránsito de un socialismo que no va más allá del propósito solapado de animar una educación deslucida. O de azuzar una educación extenuada.

VENTANA DE PAPEL

PROSELITISMO BAJO ENGAÑO

Realmente, la idea de “de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley (…)asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna (…)”, tal como se desprende del preámbulo de la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, fue una demagógica manera de seducir al pueblo para animar la posible mayor convicción de que la gestión política del régimen que habría de venir luego de haberla sancionado en Diciembre de 1999 se ajustaría plenamente a sus preceptos.

Pero no fue así.  Cada día la letra constitucional ha sido burlada a conveniencia, contrariamente, de quienes le brindaron el máximo apoyo. O sea, representantes de la facción gubernamental. Ni siquiera, por lo que significa el ideario de Bolívar bastante aludido, y además bastante comprometido por el prolegómeno constitucional.

Decretar que la República Bolivariana de Venezuela “(…) fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”, luce demasiado para lo que puede inferirse de cara a las actuales realidades. Así por ejemplo, Bolívar escribió que “los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”. Sin embargo, ello ni se hace ni se cumple. Tampoco aquello de que “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. O acaso no lo han entendido por razones obvias.

¿O es acaso que comprender que “la confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan”, constituye un utópico ejercicio de gobernabilidad? En todo caso, ante tan contradictorias realidades es casi inmediato pensar que todo lo que pregona el régimen, con bombos y platillos, es un vulgar proselitismo bajo engaño.

TREMENDA “PALIZA”

El rechazo a la situación política, social y económica venezolana, ha adquirido gruesos y graves matices. No sólo las protestas se infunden desde sectores de la oposición. También, sucede desde importantes sectores del propio oficialismo. Las críticas que con suma razón y justificación exclaman miembros de Marea Roja, facción contestataria del PUSV, son propias de alentar serias reflexiones. Las realidades políticas hablan por si solas.

Luego de casi diez años de obstrucción de sus correspondientes procesos eleccionarios, el Consejo Nacional Electoral autorizó nuevas elecciones en el gremio de ingenieros. Un cuerpo colegiado cuya vida es ejemplo y referencia para el mundo corporativo internacional toda vez que supera los ciento cincuenta años de vida colectiva.

Es decir, el Colegio de Ingenieros de Venezuela vio renacer su autonomía con el ejercicio autonómico que vivió este viernes al convocar a sus casi trescientos mil agremiados a elegir sus nuevas autoridades. Y el marco de acción no podía ser distinto del que caracteriza al país político. O sea, la polarización de la política lo cual animó la presencia de dos planchas, fundamentalmente. La que representaba a la oposición democrática y la del oficialismo gubernamental. Y los resultados, procesados de manera manual sin que ello afectara en lo más mínimo la eficiencia y transparencia del escrutinio, no podían ser otros que aquellos que dieron como ganador, y con honrosa ventaja, a la plancha opositora representada con el número 7.

De manera que ante este hecho sin precedentes en la vida institucional del gremio nacional de ingenieros, habló la repulsa por lo que vive el país al momento de estar sumergido en un universo de laberintos, ineficacia, injusticia y populismo repetido una y otra vez como un ciclo infinito. Precisamente, las elecciones de los ingenieros dejaron ver la descomposición que incita el régimen con sus desbarros lo que por sus efectos políticos, fue un tremenda “paliza”.

“Cuando un gobierno no entiende a la educación como objetivo puntal de desarrollo, está apostando a la involución de la nación bajo su responsabilidad”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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