Tanto
libros sagrados como profanos pregonan que las pestes que asolaron al mundo antiguo
eran un castigo de los dioses. Incluso, pensadores racionales como Aristóteles,
atribuían estas epidemias a la influencia de los astros.
Fue Hipócrates –padre
de la medicina- quien habló en sus textos de la calidad del aire y del agua,
entre otras consideraciones. Lo cierto
es que hubo plagas que fueron devastadoras para el mundo griego como la Peste
de Atenas (428 AC), que posiblemente fue decisiva en la Guerra del Peloponeso.
El invencible imperio romano también fue azotado por pandemias, hasta Marco
Aurelio fue víctima de la primera de ellas. Grandes epidemias cambiaron el
curso de la historia: en el año 637 las fuerzas romanas y persas mermaron ante
los ejércitos musulmanes. Otro ejemplo:
la Peste Negra, la gran epidemia que -a mediados del siglo XIV- flageló a casi
toda Europa. Mis amables lectores
pensarán que este es el preámbulo para hablar del Dengue o del Chicungunya,
pues no. Aunque ciertamente vamos a referirnos a sus causas, a la verdadera
plaga que azota a Venezuela: la boliburguesía del PSUV. Una plaga roja, rojita
aunque a veces luzca verde oliva.
Naturalmente,
hay diferencias. Si en la antigüedad
culpaban a los dioses o a los astros de cualquier epidemia, ahora la Plaga Roja
nunca es culpable y peor aún, pretende ocultar la realidad poniendo en riesgo
la vida de la población.
Durante la
Peste Negra, en algunas regiones de Europa la violencia se volvió contra los
judíos; en Venezuela la Plaga Roja ha desatado una persecución contra médicos,
gremios, estudiantes y cualquier expresión de organización social que ponga en
evidencia la crisis del sistema de salud.
La historia registra un horroroso
antecedente de la guerra bacteriológica: ejércitos intentaban capturar
fortalezas catapultando cadáveres infectados para contagiar a las ciudadelas.
Hoy el régimen cubano-militar catapulta sus
propias miserias para someter a la población, uniformar a la sociedad,
restringir las libertades e ideologizar el conflicto social, planteando un
falso dilema entre izquierda y derecha para ocultar su fracaso e inmensa
corrupción. Si la Plaga Negra provenía
de Asia, quizás de la India y llegó a Europa como consecuencia de los contactos
comerciales, seguramente la Plaga Roja argumente que el Chicungunya es
consecuencia del capitalismo.
Y
para hablar de semejanzas, la Peste Negra fue determinante para generar la
profunda crisis económica y social que padeció occidente a finales de la Edad
Media. Aquí, la Plaga Roja es responsable de la pavorosa tragedia que vivimos
los venezolanos, es una desgracia que ha destruido la patria y el porvenir de
muchas generaciones.
La Peste Negra fue
una de las mayores catástrofes demográficas que registra la historia de la
humanidad, hasta amenazó al reino de Castilla al cobrar la vida del propio
monarca, Alfonso XI. Claro, tal riesgo no está planteado en Venezuela.
Aunque
la Plaga Roja siempre anda con el llantén del magnicidio, la verdad es que se
siente inmune -incluso a la ley- reina en la impunidad. Pero ninguna plaga es
eterna y tenemos el mejor insecticida, las elecciones parlamentarias… ¡Y eso es
ya!
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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