El mejor termómetro para entender hacia dónde
van los tiros de la fiebre de paz que se suda en Colombia es leer, oír y
seguirle muy de cerca los pasos a Juan
Manuel Santos, pues él es quien mejor los transpira.
Toda la tramoya de esta
aventura, sin previsible capítulo de cierre, pasa por su mente y su hígado. El fin del conflicto es su razón
de ser. Destino, gloria, abismo, ya qué importa. Él ha deshidratado a su país
en un desmedido desierto de utopía y éste se le ha plantado crítico,
atravesando estados reactivos de tolerancia primeriza, escepticismo y
desilusión, llegando hasta el rechazo sustantivo de hoy.
Es una nave frágil, saturada de ilusión, que
atraviesa la borrasca creada por: el discurso sibilino del equipo negociador de
las FARC en La Habana coreado por los
hechos de guerra que siguen vigentes; los resultados de las encuestas sobre el
caso que indican desconfianza en el proceso, además de rechazo a la impunidad
de los crímenes; la oposición política y, finalmente, las contradicciones del propio gobierno frente a los diálogos,
sus resultados y la metodología del post-conflicto.
Pero ya no hay marcha atrás porque Usted
podría, por ejemplo, “desgolfizar” la relación con Venezuela por cincuenta
años, como lo pretendía Luis Carlos Galán en su momento, pero no se puede
congelar, “despacificar”, la realidad interna de Colombia. La libertad, la
prosperidad y la paz de un pueblo no se pueden aplazar o posponer así no más.
En esa ansiedad, excitación, apuro que a
veces se trastoca en codicia, Santos no ha hallado qué inventarse y le ha
brotado un frenesí por el sensacionalismo, el maniqueísmo, el mitómano que
lleva dentro, el mesiánico, el monotemático y el político efectista y populista
con campañas de mercadeo como las de “Yo soy capaz” o la de la publicación de
los documentos oficiales de las conversaciones en La Habana
(www.mesadeconversaciones.com.co).
Por
eso mismo lo hemos visto en menos de 24 horas escribir en su cuenta de
twitter @juanmanuelsantos: “Dado de baja cabecilla #55 durante nuestro
gobierno: alias “Tomate” de la columna Alirio Torres de las FARC.
FELICITACIONES A LAS FUERZAS” para seguidamente aparecer en la ONU
pontificando: “En un mundo lleno de malas noticias de guerra, de terrorismo, de
enfermedades, quisiera traer en esta Asamblea una luz de esperanza. La
esperanza de lograr la paz en Colombia”.
Timoleón Jiménez, “Timoshenko”, Comandante
del Estado Mayor Central de las FARC-EP, que no va a La Habana a dialogar y que
sigue en las montañas de Colombia, algunos dicen se esconde en Venezuela,
territorio camarada y servicial, le ha advertido: “¿Será que el exaltado
optimismo oficial y mediático apunta a crear una idea fantasiosa para cuando
aparezcan las dificultades previstas poder romper y echarnos todas las culpas a
nosotros? Esperamos no sea así, Santos”.
La guerra renuncia a la paz para vivir su
pesadilla mientras la paz huye de la
guerra para seguir soñando. Suerte.
Leandro
Area Pereira
leandro.area@gmail.com
@leandroarea
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