“La libertad de expresión protege la libre circulación de todas las opiniones e ideas, así estas resulten chocantes o perturbadoras para los funcionarios públicos o para una parte de la sociedad. Esas son justamente las exigencias de una sociedad pluralista y democrática”. Catalina Botero, relatora para la Libertad de Expresión de la CIDH.
El ilegítimo está aterrorizado porque las
encuestas evidencian una caída en picada de su popularidad (si es que alguna
vez la tuvo). Sobre todo porque el creciente rechazo a su presidencia proviene
de su propia gente.
La reciente encuesta de Keller y Asociados indica que desde el primer trimestre de 2013 al tercer trimestre de 2014 la “popularidad” cayó de 53% a 33%. Es decir que perdió 20 puntos porcentuales en un año. Con toda seguridad, esa tendencia se ha agudizado en lo que va del corriente año. La misma encuesta indica que 72% de los venezolanos considera que el país está mal y 73% opina que el ilegítimo “perdió el rumbo”, o sea, está dando tumbos en la gestión de los asuntos del Estado.
Otro motivo del pánico del ilegítimo es la
constatación de que el venezolano común ya está harto de sus mentiras y está
pendiente de lo que publican los medios y de lo que escriben los analistas y
articulistas.
Para mantener una falsa imagen en la opinión
pública el régimen no ha escatimado recursos ni medios.
Comenzó con la compra o el amordazamiento de
redioemisoras acompañados con la creación de estaciones de radio “comunitarias”
o de otra índole que nadie escucha por lo aburrido. Luego recurrió al cierre de
RCTV y su sustitución con otro canal que nadie ve. Después vino la compra de
las editoriales. La caída de la Cadena Capriles en las garras del
chavo-madurismo significó la perdida de autonomía y libertad de expresión de Últimas
Noticias y El Mundo. Después ocurrió lo que nadie pensaba sucedería: uno de los
periódico más antiguos y prestigiosos del país no pudo soportar las “generosas”
ofertas de compra y finalmente se convirtió en un instrumento más del régimen.
Somos muchos los articulistas que hemos sido víctimas de este tentáculo de la
censura impuesta por los nuevos propietarios del diario. Y todavía siguen
retirándose del periódico más firmas. El caso más reciente y de mayor impacto
ha sido el de Rayma, quien con una caricatura genial le dio al régimen donde
más le dolía.
Pero los tentáculos de la censura del régimen
se han extendido más allá de nuestra frontera. La primera víctima fue NTN24,
cuyas importantes y objetivas informaciones sobre lo que ocurre en el país, especialmente
sobre la represión brutal y salvaje contra estudiantes, jóvenes y gente común
que protestan por la situación económica, los efectos de la inflación, el
desabastecimiento y todos los demás males que agobian al venezolano era una de
las pocas fuentes imparciales de noticias que teníamos. No conforme con eso,
bloqueó el acceso al sitio web de esa emisora. Esas medidas han dado origen a
un reclamo de las autoridades colombianas mediante un comunicado oficial
emitido por la Cancillería de ese país.
Luego, ¡insólito!, CNN se ha asustado con las
amenazas que le profirió el ilegítimo por las informaciones emitidas a través
del programa Conclusiones sobre la extraña enfermedad que ha brotado en
Maracay, y ha causado la muerte de cerca de 10 personas. Fernando del Rincón,
el ancla de Conclusiones, ha sido destituido. CNN en español durante mucho
tiempo mantuvo bajo su atenta mirada los acontecimientos en nuestro país. Ahora
prácticamente no se menciona a Venezuela por temor a ser víctima de las furias
desencadenadas de Júpiter II, quien no soporta que en el exterior se diga la
verdad sobre nuestro país.
Lo cierto es que todas esas medidas confirman
y fortalecen la imagen de dictador que tiene el ilegítimo fuera de Venezuela.
Los ingentes recursos que dedica a tratar de engañar al público externo pagando
lobbistas y periodistas comunistas son dinero metido en saco roto. Como dice
Ricardo Hausmann, en el exterior el ilegítimo luce como un bufón.
El sábado pasado (20-09) The New York Times
publicó en su revista dominical un editorial dedicado a la arremetida del
régimen contra la oposición. Entre otras cosas, ese editorial dice que el
juicio que se le sigue a Leopoldo es un “travestí” y agrega que la acusación
bizarramente sostiene que cuando Leopoldo López pacíficamente exigió la
renuncia del ilegítimo “incitó a la violencia mediante mensajes subliminales”
contenidos en sus discursos dirigidos al público, en los cuales exigía cambio,
lo cual, más bien, le hizo ganar fuerte apoyo popular. El editorial destaca además
que el tribunal que juzga a Leopoldo López ha aceptado más de 100 testigos
presentados por la acusación y en cambio solamente ha admitido 2 de la defensa.
También destaca el editorial del NYT que el ílegítimo, que adolece del carisma
de su predecesor, ha resultado ser más peligroso y divisionista que este
último.
La pregunta pertinente es: ¿llegará un
tentáculo de censura hasta Nueva York y el ilegítimo se atreverá a amenazar al
NYT de demandarlo por calumnioso, subversivo, instrumento del imperio para
conspirar contra la estabilidad de su régimen como lo hizo con CNN?
Pero eso no es todo. Ahora resulta que no se
puede hablar del deplorable estado en que se encuentra la salud en el país y
mucho menos de la extraña enfermedad (¿epidemia?) que se ha desencadenado en
Maracay y que, como indiqué antes, ha cobrado ya unas diez vidas. Ni siquiera
se pueden presentar opiniones científica y mucho menos alertar a la población
del peligro que representa esa enfermedad. El presidente del Colegio de Médicos
del estado Aragua es víctima de otro de los tentáculos bajo la acusación de desencadenar
una guerra bacteriológica contra el régimen y en particular contra el gobierno
regional. Le dictaron auto de detención por alertar a la población y a la
comunidad médica y se ha visto obligado a “enconcharse” para no caer en manos
de la injusticia que rige en el país.
Lo ocurrido en Maracay con el surgimiento de
esa enfermedad ha tenido un impacto contundente sobre la pretensión del régimen
de mantener ocultas las condiciones miserables en que se encuentra la salud en
Venezuela. Por una parte, niega la incidencia de la epidemia y, por la otra,
ante la realidad de las miserables condiciones en que funciona el Hospital
Central de Maracay, para tapar la realidad, anuncia la erogación de cuantiosas
sumas de dinero para corregir esa situación. Hacía falta que ocurriera esa
lamentable tragedia para que se dieran cuenta del abandono, el desaseo, las
críticas condiciones de salubridad, las deterioradas instalaciones y los
limitados recursos médico-asistenciales de ese centro de salud.
¿Pero es que acaso el Hospital de Maracay es
el único que se encuentra en situación ruinosa por la negligencia, la
incompetencia y el abandono de las autoridades responsables del sector,
comenzando por el propio ilegítimo? ¿Hace falta que en otras ciudades del país
emerjan casos mortales de enfermedades desconocidas para que finalmente el
régimen se ocupe de la salud?
¿Y la reaparición de enfermedades que habían
sido totalmente erradicadas a qué se debe? ¿Son parte de una guerra
bacteriológica desencadenada por “la burguesía”? ¿No será mas bien obra de la
“boliburguesía” corrupta que se enriquece robando dineros que debían ser
destinados a solucionar no solo los problemas de la salud, sino todos los que
aquejan a los venezolanos?
Adolfo R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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