Hay
algo en la sicología de los autoproclamados revolucionarios y campeones de la
causa del pueblo que es profundamente perturbador: la inhabilidad para admitir
sus propias limitaciones y entender el valor del conocimiento no como una
palabra que se acomoda a voluntad hasta desproveerla de todo sentido, sino como
algo asociado al estudio y al desarrollo del talento.
Tal
parece que sentirse miembro de una especie de raza cósmica de elegidos les
confiere un derecho innato a saber de todo y a incursionar en cualquier dominio
del saber sin otra herramienta que la voluntad. Por supuesto que la realidad y
las complejidades de la existencia humana en un mundo donde la ciencia y la
tecnología tienen un rol predominante, no se prestan a la manipulación de los
aprendices de brujo revolucionarios, pero en el camino pueden destruir, y de
hecho destruyen, valores, instituciones y logros que son el resultado del
quehacer colectivo de la sociedad.
La
condición de chavista, pseudorevolucionario o autodesignado intérprete del
pueblo no se traduce en mejores ingenieros, ni mejores médicos, ni mejores
científicos. En realidad no se traduce en ser mejor en ninguna actividad que
requiera del conocimiento como condición sustantiva de su ejercicio.
Si
no por otra cosa más profunda, por la simple razón de que el voluntarismo no
construye conexiones neuronales ni comprensión. El voluntarismo y sus primos
cercanos, la irresponsabilidad y la piratería, conducen con frecuencia el
desastre de la empresa que se acometa. La piratería revolucionaria de la
oligarquía chavista es la responsable directa, junto con la inevitable
corrupción que surge al amparo del exacerbado control de la sociedad, del
deterioro que se respira en todos los espacios públicos de Venezuela.
Todo
esto viene a colación porque mi capacidad de asombro es puesta nuevamente a
prueba frente a una de las últimas invenciones de la creatividad populista
infinita del régimen de desgobierno que impera en Venezuela.
Copio
directamente, citando la fuente respectiva para evitar cualquier confusión
respecto al contenido de la información, unas declaraciones de la profesora
Alejandrina Reyes, viceministra de Planificación y Desarrollo Académico del
Poder Popular para la Educación Universitaria (MPPEU), quien recientemente
moderó, junto al equipo de Gestión Comunicacional de ese espacio, el programa
Pueblo Universitario, producción para radio que sale al aire semanalmente por
el dial de Alba Ciudad 96.3 FM. Cito pues:
“Reyes respecto a la Planificación
Académica en el trabajo directo con las instituciones universitarias, esbozó
para las usuarias y usuarios que “se ha desarrollado un Plan Nacional de
fortalecimiento al área curricular denominado Jornadas Nacionales de
Curricultores y Curricultoras, siguiendo el legado de nuestro Comandante Eterno
Hugo Rafael Chávez Frías de democratizar el conocimiento, promover la inclusión
en esa toma de decisiones de manera que lo curricular no puede ser solo un tema
de expertos, porque éste tiene una intencionalidad y trata de promover que esos
contenidos curriculares para la formación de nuestros profesionales, estén a
tono con la Constitución de República Bolivariana de Venezuela, el Plan de la
Patria y por supuesto, fomenten eso que nos señala este Plan de convertir a
Venezuela en un País Potencia”
Resulta pues que lo curricular no puede ser un
tema de expertos, sino que al igual que en los temas de aguas, salud, ciencia y
tecnología, es necesario construir una ficción comunicacional y política de
supuestos cultores populares.
No se trata por supuesto de negar la importancia
de la educación ciudadana sobre temas tan importantes, asunto que debería ser
un deber primordial del estado y la sociedad en su conjunto, pero no se
necesita mucha creatividad para imaginarse el grado de preparación y formación
de los así llamados curricultores y curricultoras, en cuyas manos caerá la
discusión sobre el tema curricular de nuestros centros de enseñanza.
Ni siquiera
se tomaron la molestia de crear un neologismo menos monstruoso. La fulana
palabreja podría perfectamente referirse a los cultores del curry, dado el
hecho de que la palabra curriculum no puede ser dividida porque carecería
completamente de sentido. Pero estas pequeñeces por supuesto no preocupan a
nadie en el gobierno.
Mientras
se practica la operación de ficción populista y demagógica de pretender que de
todo se puede discutir y conocer sin tomarse el trabajo de aprender, el régimen
mantiene en total oscurana al pueblo venezolano sobre temas absolutamente
sustantivos para el presunto avance del Plan de la Patria, o cualquier otro
plan de gobierno si al caso vamos, como por ejemplo el manejo de los dineros
públicos y la enorme tajada de recursos que el gobierno maneja
discrecionalmente al calcular el precio del petróleo a un precio inferior al
del mercado en la elaboración del presupuesto de la nación. Un detallito sobre
el que sin duda convendría la intervención de los ojos de un pueblo informado.
Mientras
tanto, esperemos las recomendaciones cada vez más parcializadas y destructivas
de la posibilidad de seguir pensando con libertad que nos traerán nuestros
curricultores y curricultoras. El futuro de Venezuela País Potencia está a buen
resguardo.
Vladimiro
Mujica
vladimiromujica@gmail.com
vmujica@asu.edu
@VladimiroMujica
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