Sólo una persona inepta rinde siempre al máximo de sus posibilidades.William Somerset Maugham
La Revolución Bolivariana – rumbosa y pródiga
en la creación de nuevos conceptos y sistemas de toda índole – pasará a la
Historia Universal tanto por haber por haber acuñado y ejecutado un novedoso y
catastrófico modelo económico, el Socialismo del Siglo XXI, como por la
instauración de un nuevo régimen de gobierno: La Ineptocracia.
A las tradicionales modalidades de gobierno
conocidas en el campo de las ideas políticas: monarquía, democracias,
oligarquía, plutocracia, gerontocracia, entre otras, la Revolución Bolivariana
ha promovido y consolidado la ineptocracia como forma privilegiada de gobierno.
Es una forma de los más elemental y práctica
porque sólo se requiere de la ignorancia y de la subordinación para ejercer
cualquier alto destino público sin importar su complejidad o el conocimiento
técnico que demanda su ejercicio. No extraña entonces ver a un militante rojo –
rojito ejercer un ministerio hoy, otro mañana, presidir una empresa pública o
estar al frente de una embajada. Lo que hay que tener en cuenta es la lealtad
al Comandante Eterno y estar muy atento a los doctos conceptos que al voleo
comunicacional emite el Designado sobre cualquier tema.
Por supuesto los resultados no se hacen
esperar y están a la vista de todos: aviones que no vuelan, carros que no
ruedan, pacientes que no sanan, autopistas intransitables, luces que no
alumbran, hospitales sin insumos ni equipos, empresas que no producen,
anaqueles vacíos, basura sin recoger, farmacias sin medicamentos, país sin
divisas, gobernantes que no rinden cuentas, justicia cuestionada, asesinatos y
secuestros por doquier, ratas y moscas en abundancia, campos yermos y sin
cosechas, chorros sin agua, corruptela permitida, colas a granel, y lo que es
peor, jóvenes sin esperanza.
La Ineptocracia Bolivariana va poco a poco,
lentamente, desmantelando el país y sus instituciones, entronizando la
detestable expresión: “eso es lo que hay”, instalando la conformidad y el
desengaño como expresión de una nueva venezolanidad bolivariana en la que
tenemos, al menos, Patria.
Digno caso de estudio será pronto esta
calamitosa experiencia gubernamental de una pretendida revolución que despreció
los conceptos de mérito, profesionalismo, conocimiento y aptitud para instalar
como valor socialista del siglo XXI: la ignorancia como base de la
ineficiencia, la improvisación y la ineptitud.
Sobrada razón tenía François de
La Rochefoucauld cuando afirmaba: “Tres clases hay de ignorancia: no saber lo
que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera
saberse”.
Enrique Viloria Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
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