“La
negativa sistemática de la MUD a reconocer la situación real del país“
La renuncia de Ramón Guillermo Aveledo,
mientras Nicolás Maduro utilizaba el III Congreso del PSUV para silenciar las
corrientes revisionistas que han surgido en su partido y tratar así de ejercer
un mando personal y hegemónico del “proceso”, agudiza las perturbaciones que
vienen erosionando la unidad de la alianza opositora desde el 17 de abril del
2013.
Un daño que puede resultar aún peor si de
ahora en adelante se recurre al argumento de Aveledo, según el cual esta
renuncia es fruto de una “campaña artera y sañuda” contra él y contra la MUD.
¿Para no facilitar la paz interna?
En realidad, las críticas que desde hace más
de un año se le vienen haciendo a la MUD no son un ataque personal contra él,
de eso presume Aveledo con evidente amargura, sino ejercicio legítimo del
derecho democrático a disentir de la orientación política que la MUD le ha dado
a la empresa colectiva de producir un significativo cambio político en el menor
tiempo posible. Al menos, ese ha sido mi caso. Esas críticas tampoco se le pueden
achacar así como así a los dirigentes que por disentir son acusados por sus
adversarios dentro y fuera de la oposición de ser radicales y extravagantes
cabezas calientes. Momento oportuno para señalar que las contradicciones que
minan los fundamentos del campo opositor más bien surgen del Informe
Hospedales, conjunto de muy sensatas recomendaciones elaboradas por un grupo
diverso y muy capaz de venezolanos, bajo la coordinación de Arístides
Hospedales, quienes tras meses de consultas con todo lo que merecía ser
consultado, a solicitud por cierto de la MUD, llegaron a conclusiones que luego
la MUD se negó a atender porque no coincidían con su visión de la realidad
política.
De las observaciones que resume el Informe
quisiera referirme a dos, esenciales para reconocer el terreno que pisamos y
definir con fijeza el destino hacia dónde dirigirnos.
La primera y más peligrosamente evidente es
el hecho de que la MUD no haya hecho una caracterización aceptable del régimen,
calificado por los redactores del informe como “autoritario y despótico.” Una
omisión culposa. El otro punto es la negativa sistemática de la MUD a reconocer
que la situación real del país rebasa la dimensión exclusivamente electoral, en
lugar de tratar de llegar a ser una amplia y gran alianza estratégica política
y social para enfrentar y derrotar al régimen.
Yo me atrevería a sugerir que el primer
desafío que se le presenta a lo que sin duda debe ser otra MUD, es dejar atrás
un electoralismo que nos condena a ser testigos impotentes del derrumbe de
Venezuela como nación y entregarnos a la tarea de construir una alternativa
política y social, eficaz, creíble y estrechamente vinculada a los de abajo,
que son los que más padecen las consecuencias devastadores de la crisis.
Siempre dentro del marco constitucional, por supuesto, que de ningún modo
implica que el cambio político que deseamos tenga necesariamente que iniciarse
con un evento electoral, como advertía Gerardo Blyde hace pocos días.
Esta es la tarea prioritaria de la nueva MUD.
Quedaría por definir el último paso de esta etapa de transición hacia una nueva
MUD: seleccionar a su Secretario Ejecutivo. Dificilísima misión que no puede
abandonarse en manos de los operadores políticos actuales de la alianza. El
nuevo secretario ejecutivo de la organización, Informe Hospedales bajo el
brazo, debe tener la capacidad negociadora para conciliar opuestos, y
suficiente firmeza para ejercer su liderazgo y conducir a Venezuela hacia la
libertad y la democracia no a la cubana. Sin el menor titubeo.
Armando
Durán
@aduran111
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