Así, el petróleo ha logrado la octava maravilla: financiar la destrucción del país en donde brota, devorar el territorio en donde surge, tragarse la humanidad que lo extrae. Ese universo de zombis desalmados es el absurdo universo de una cosa pestilente mal llamada El Universal. El problema, para las almas que sobreviven es grave: ¿cómo se combate a los zombies?
Nadie
compra un famoso club de fútbol para botar a sus mejores jugadores, porque
entonces ¿qué se pretende alcanzar, dónde y para qué se quiere competir?
¿Comprar la filarmónica de Berlín para despedir a sus estrellas? ¿Los Lakers
para botar a sus encestadores? ¿Un campo de golf para arrancarle la grama o a
Las estrellas de Fania prohibiéndole a Willie Colón que toque el trombón y a
Rubén Blades que interprete Tiburón?
Es
la absurda, la monstruosa contradicción de una dictadura que paga cifras
descomunales de un periódico incómodo para mantener el velo de una virginidad
que desvirga con el ultrajae de los dineros públicos. Que en lugar de cerrar un
periódico, lo compra por diez veces su valor para que un guachimán de alcurnia
dispuesto a servir de verdugo se despache a sus periodistas. Y que
perfectamente consciente de que desaparecerá del interés de sus lectores lo
mantendrá en vida para ficción de un universo prostituido, hipócrita, inmoral y
decadente, como el que administran Obama y Putin, los reyes de Holanda y el
mandarín chino, Lula, Castro y Michelle Bachelet. El prostíbulo del Siglo XXI.
El
tiempo les urge. No fue el caso de Globovisión, que se permitió una transición
más pausada y en donde todavía se hacen amagos de neutralidad con lo que no
tiene el menor valor y el menor interés. Ni el de Últimas Noticias, en donde no
había nada que cambiar. En este caso, el guachimán desenfundó el machete nada
más sentarse en el escritorio que un día sirviera de asentadera al hombre que hablaba
con acento. Un rasgo de sinceridad: el periodismo le sabe a demonios. Debe
demoler lo que costó ciento quince millones de euros. Con la clásica
prestidigitación de la familia: vendiendo lo falso por verdadero.
Así,
el petróleo ha logrado la octava maravilla: financiar la destrucción del país
en donde brota, devorar el territorio en donde surge, tragarse la humanidad que
lo extrae. Ese universo de zombis desalmados es el absurdo universo de una cosa
pestilente mal llamada El Universal. El problema, para las almas que sobreviven
es grave: ¿cómo se combate a los zombies?
Antonio
Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
@Sangarccs
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