El “proceso “que
asola a este país, ha envilecido, corrompido, empobrecido, dividido y destruido
a personas, empresas, a valores fundamentales de la sociedad venezolana y
a la institucionalidad del Estado.
Una muestra de tal
aserto, la constituye la participación activa
y hegemónica del estamento militar en el proyecto totalitario del régimen que nos desgobierna.
Su presencia se ha acrecentado y ha
involucrado, de forma peligrosamente determinante, a la institución armada en
la responsabilidad de conducir los destinos de la Nación. Los efectivos
militares, ejerciendo funciones de Ministros, Viceministros, Presidentes de
Institutos Autónomos y Empresas del
Estado, Embajadores y pare usted de contar, cogobiernan plenamente, con el
partido político gubernamental y con la
cúpula que actúa como conductora del proyecto político del régimen, la
responsabilidad del turbulento y caótico balance que presenta Venezuela como
consecuencia de los tres lustros que llevan en el poder.
Con la complicidad de la institucionalidad del
país, el otrora rol de la Fuerza Armada
ha cambiado. Se ha convertido en un
partido político armado, una beligerante fuerza de ocupación que desnaturaliza
la visión que, según lo establecido por la Constitución, está obligado a
cumplir ese conglomerado de individuos que portan el uniforme y las armas de la
República para la “defensa y salvaguardia” de la soberanía. Desafortunadamente
para la Nación, los integrantes de las FANB que han participado y participan
activamente en el desaguisado gubernamental, han contribuido a sentar las bases
para que el concepto de respeto y consideración que la ciudadanía anteriormente
le prodigara a esa Institución se vaya diluyendo irremisiblemente. Nuevas
apreciaciones relacionadas con el oscurantismo, negligencia, incompetencia,
mediocridad y corrupción constituyen, hoy por hoy, los parámetros con que mayoritariamente
se juzga y evalúa la actuación de la organización castrense.
Tales categorías de
evaluación se fundamentan en elementos de facto reales. La historia de los
quince años de desgobierno, nos relata una serie de hechos y situaciones reñidos con la ética y
el decoro en los cuales han estado involucrados efectivos pertenecientes a los
distintos componentes de la fuerza armada. Escándalos de depredación y
concupiscencia han estado a la orden del día y han llamado la atención de los
medios de comunicación nacional e internacional. Efectivos militares han
comparecido y ofrecido sus testimonios, tal vez en busca de reducción de penas
y sanciones, ante Organizaciones
internacionales creadas para luchar contra la delincuencia organizada y
el terrorismo. Como resultado, éstas han colocado en sus listas de malhechores
a destacados jefes y a miembros subalternos de la FAN, íntimamente relacionados
con estructuras criminales que operan a nivel internacional. Pero lo más grave e insólito del asunto y que
causa profundo estupor es que muchos de ellos actualmente ejercen relevantes
funciones de gobierno en el régimen de Maduro, sin que se les haya abierto,
hasta ahora, ningún tipo de investigación por parte de las instituciones del
país responsables de velar por la transparencia de los funcionarios al servicio
del gobierno. Igualmente, la voz del pueblo cuenta de escandalosos negociados
en donde estarían involucrados militares activos. Asimismo, organizaciones defensoras de los derechos
humanos han denunciado excesos y abusos de poder por parte de integrantes de la fuerza armada; se les
acusa de actuar en ilegales acciones de ajusticiamientos, torturas,
desapariciones y de la aplicación de violencia desmesurada.
En los tiempos actuales, la institución que, tal vez, ha sufrido las peores consecuencias del deterioro moral, el descrédito y el escarnio ha sido la fuerza armada. Se ha puesto en duda la calidad, honestidad y seriedad institucional de sus actividades. Se la juzga por la influencia que tiene dentro del orden organizativo del Estado y por la significancia que, en su momento, tuvo en la memoria del ciudadano de a pie. Esa no es la FANB que queremos y que el país necesita.
Pedro Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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