Hoy
Venezuela está amenazada y chantajeada por la insurgencia militar, que
ejerciendo impositiva e inconstitucionalmente el poder, pretende destruir
nuestro legítimo orden constitucional y nuestro sistema democrático, traicionando
y entregando la Nación a fuerzas enemigas extranjeras, al extremo de prestarse
para el ingreso de mercenarios para asesinar, torturar y vejar a nuestra
población desarmada, específicamente, a nuestra juventud estudiantil, auténtico
futuro digno y virtuoso de la Patria.
Todo
por un desmedido interés saqueador del patrimonio público, que no vacila para
aprovechar las oportunidades delictivas, para incurrir en vicios e ilícitos
como el narcotráfico y el ahora denunciado internacionalmente tráfico de
personas.
Hasta
dónde nos llevará la desmoralizada y orquestada complicidad de los aviesos
miembros de los complotados poderes públicos, que patentizan la conjura de la
insurgencia contra nuestro legítimo y soberano orden Constitucional, validos de
temerarias y desviadas interpretaciones de nuestra Constitución, pretendiendo
destruir los fundamentos de nuestra identidad republicana, queriendo arrasar lo
que por arraigo y tradición hemos asumido como legado de nuestros ilustres antepasados.
Nadie
está por encima de la Constitución, nada puede modificar y mucho menos alterar,
el espíritu propósito y razón de los preceptos de la Ley fundamental de la
República, que exalta el carácter progresivo de nuestros Derechos y Garantías,
en clara sintonía con la evolución universal de los Derechos Humanos.
Las
armas convencionales de la república, son exclusivas para defender y proteger a
la población y a la soberanía, nunca para agredirla y mucho menos para
traicionarla entregando o cediendo su territorio a fuerzas extranjeras, o para
incurrir en aberrada parcialidad
política de persona o partido político.
La
autoridad militar es incompatible con la autoridad civil, a quien siempre
estará sometida. Esto en atención a la insólita interpretación de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que les permite a los militares
la participación en los actos de proselitismo político, y sobre el cual, nadie
ha dicho nada.
La
desvirtualización democrática de Venezuela está a la vista. La partidización de
la Fuerza Armada Nacional, es la última de las afrentas del régimen para
ejercer el poder de manera intimidatoria. Queda en manos de la sociedad
democrática impedir semejante pretensión.
Omar
Avila
oavila1973@gmail.com
@omaravila2010
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