Hoy
no vamos hacer referencia de la carta vengativa con señalamientos y disculpas
de Jorge Giordani, ya los de su equipo político se han encargado de
reactualizar la canción de Gualberto Ibarreto que dice: “Esa carta,
desgraciada, puño y letra de mi amadaaaaa”. Tampoco vamos a referirnos a la
solicitud de lealtad que hizo el mandatario nacional a sus seguidores, para que
continúen en la revolución de la revolución, ante un posible desbordamiento. De
tal modo, para esta semana nos vamos a referir a algo más serio, si se puede
hablar de periodismo serio en estos tiempos.
Todos
hemos sido preparados en las casas de estudios universitarios para la
investigación, el análisis y la crítica, ésta última, es la que más aplican
actualmente los periodistas, debido a tres puntos importantes: la crisis que
crece día a día, los continuos ataques a la prensa y la libertad de expresión, en vías de
extinción, asunto por lo demás imposible, pero se da en los regímenes dictatoriales.
La
crítica periodística puede ser constructiva o destructiva, también complaciente
y muy imparcial. Cada colega se anotará en la que más se ajuste a su condición
de integridad y personalidad. Nos ocupa, hacer crítica imparcial y
constructiva, pero contundente y quizás irreverente, muy poco agradable cuando
se debe decir la verdad pura y simple, consciente de ser una molestia para los
que son señalados y puestos al descubierto. Con todo, el oficio no es nada
fácil en estos tiempos, ya que genera incomodidades, mucho más sin son puestos
sobre el tapete los mismos buscadores y procesadores de noticias, por lo que,
la diplomacia, no aplica con el objetivo
de presentar los hechos de manera veraz.
Los periodistas de hoy están llamados a realizar una ofensiva informativa y abandonar esa postura de pedigüeño noticioso, haciendo caritas, complaciendo, haciendo favores y arrastrándose por un sueldo de buhonero, con tal de procesar información, muchas veces para ciertos guisos colectivos y personales. El que acabamos de describir no debería ser periodista, acomodaticio para subsistir y subalterno académico para dejar en las manos de un improvisado o mercantilista, los conocimientos adquiridos en una universidad.
La
dignidad humana no está perdida, cuando cada uno lucha por hacerla respetar,
pese que algunas individuales puedan
llegar a decir, con qué se come eso. Pues se come siendo profesionales
íntegros, que manejan ideas, conceptos, posturas y lenguaje apropiado de un servidor público
profesional, con características valientes para una profesión que día a día
aumenta, por la competencia de los medios y la avasallante tecnología.
Detenerse en el camino y valorar el peso específico que se ha alcanzado a lo largo del ejercicio
periodístico, sin atajos inapropiados, para continuar avanzando, eso se llama
dignidad.
Emular
a los periodistas profesionales es una práctica común, debido a que la
tecnología, hoy día, permite a otros ser buscadores de noticias, montadores de
ollas y fanáticos para levantar matriz de opinión y hablar sin propiedad de
tubazos. De tal manera que el oficio de periodista en estos tiempos, se ha
venido a menos, porque los verdaderos titulados, hemos permitido gran cantidad
de distorsiones, abusos y tratamientos de amiguismos, para alcanzar un
propósito malsano. La esencia del periodista se ha ido desvirtuando y el
culpable no es el imperio, sino nosotros mismos, por no hacer valer el derecho
y el respeto del profesional de marras.
El
gremio de periodistas ha rechazado lo que finalmente consiguieron los
legisladores o leguleyos de Margarita, individuos de número, no de una
academia, sino un centro de corrupción institucional, arrebatándole la
distinción que otorga el organismo a los periodistas destacados en su labor, y
extender el mismo, a unos pingüinos que solo saben estar en manadas para
subsistir a la intemperie, en la que se encuentran, por los mismos gobierneros,
con absoluto desconocimiento del oficio periodístico.
Los premios para los periodistas deben ser designados por una comisión evaluadora de alto nivel y no por ataja votos, prebendas políticas, amigueras o compadrazgos.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com
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