Dedicado
a mi admirado amigo..Giancarlo Ibarguen.
“Aquel que avanza confidentemente hacia la
dirección de sus sueños y lucha por vivir la vida que solo ha imaginado, se
encontrará con el éxito en las horas mas comunes.” Henry David Thoreau
El
jueves de la semana pasada ansiosamente arribaba al aeropuerto de la ciudad de
Guatemala. Eran las 2 de la tarde cuando el lluvioso clima reportaba una
temperatura de 68 grados y la terminal, abarrotada de viajeros de infinidad de
países, exhibía cierta similitud con la locura de los pisos de intercambio en
el Chicago Mercantile Exchange.
Minutos
después montado en un taxi atravesaba la ciudad hacia las montañas que, cual
celoso vigilante, rodean Guatemala presentando un hermoso panorama. Luego de
cabalgar un buen rato, el chofer del auto me señala la panorámica del hotel
Vista Real incrustado en las faldas de la serranía. Realmente un lugar muy
especial para llevar a cabo el coloquio organizado por la Universidad Francisco
Marroquin titulado: “Libertad, Competencia y Empresarialidad”.
A
las 7 PM invadía el salón de recepciones del hotel para asistir al cóctel de
bienvenida y conocer al resto de los participantes. Con especial gusto
encontraba a Rolf Luders, uno de los activos participantes en las reuniones
anuales de la Alianza Álamos, ex ministro de Hacienda y miembro del famoso grupo
de Los Chicago Boys de Chile, responsables por el rescate de ese país de las
garras del socialismo y proyectarlo como la economía mas prospera de América
Latina. Los días siguientes serian para mí la gran oportunidad para absorber la
sabiduría y experiencia de este hombre.
Me
sorprendió agradablemente el darme cuenta de la participación de un grupo de
mujeres muy espaciales: Florencia Roca, argentina, Doctora en Finanzas e
importante ejecutiva de una empresa de servicios financieros. Sary
Levi-Carciente, una agradable venezolana, Doctora en economía, profesora
universitaria quien en estos momentos asiste a la Boston University apoyada por
una beca Fullbright. Miguelina Castillo, una joven dominicana, oficial del
Banco Central de ese país, Doctora en economía de las cosechas de Jesus Huerta
de Soto, el prestigiado economista español.
No
terminaba de saludar a los asistentes cuando escucho una potente voz entonando:
“Voz de la guitarra mía, al despertar la mañana, quiere cantar su alegría, a mi
tierra mexicana”. Dirijo la mirada hacia el cantante y me sorprende encontrar
un hombre de más 80 años desfilando las notas del México Lindo, que hiciera
famosas Jorge Negrete.
El
afinado cantante me tiende la mano y es cuando lo reconozco. Se trataba del
legendario Armando Ribas, un hombre lleno de historia, sabiduría,
intelectualidad y gran amante de la libertad. Cubano de nacimiento abandonaba
su país para correr tras del amor de su vida en la Argentina. Corría el año de
1959 y Fidel Castro arropaba la isla con el manto mortal del socialismo para
destruirla. En Argentina nacía el abogado, economista, filósofo y gran escritor
que es Armando, para de esa forma convertirse en importante influencia de
muchas generaciones de liberales.
El
resto de los participantes por igual portaban credenciales impresionantes en
áreas de economía, derecho, filosofía y llegaban de todos los rincones de
América Latina. Nos recibía Lucy Martinez-Mont, la elegante anfitriona de
siempre, mostrando su exquisita personalidad forjada, entre otras cosas, en el
mundo de la diplomacia que la llevara a representar a Guatemala en los foros
internacionales más importantes del planeta.
Al
día siguiente, Fritz Thomas, dean de la escuela de economía de la Universidad,
un hombre interesante mezcla de empresario y académico, abre la primera sesión
titulada: “Teoría del proceso de mercado y la economía de libre mercado.”
Basados en las ideas del James Buchanan, premio Nobel de economía, irrumpíamos
en una interesante discusión que nos llevara a definir la teoría económica como
la teoría de la Acción Humana, para llevarnos a la predecible ciencia del
comportamiento económico. Ello sentaba las bases para el plato principal del
evento:
“El
entrepreneur (emprendedor) como el impulso principal para el progreso”. Ahora
el timón de las discusiones apuntaba hacia las ideas de otro gran economista y
filósofo: Israel Kirzner, profesor de la Universidad de Nueva York y líder de
la nueva generación de economistas austriacos.
Producto de nuestras discusiones emergía la definición de ese hombre tan admirado por Ayn Rand. El emprendedor, ese intrépido héroe batiéndose en los mercados contra los dragones del estatismo, las burocracias, el estatismo empresarial. Un hombre portando un arma desconocida para muchos; un nivel de conciencia y una alerta especial para extraer oportunidades cuando los demás participantes permanecen ciegos ante ellas. Un hombre quien, solamente al añadir su ingrediente al potaje de la economía, empresarialidad, provoca le emergencia de un proceso de mercado en la libertad y produce el verdadero desarrollo de las economías.
Es
ese concepto de empresarialidad que solo aporta el emprendedor, el responsable
para entender la acción humana como activa, creativa y humana, no solamente
pasiva, automática y mecánica. Ese concepto que muestra una clara diferencia
entre “rentas y ganancias”. Para Mises, el concepto de empresarialidad es
acción humana frente a la incertidumbre que acompaña a eso; nuestras acciones.
El mercado, afirmaba Mises, tiende a eliminar a todos, excepto a quienes tienen
la habilidad para anticiparse a las demandas futuras de los consumidores y
toman acciones audaces.
Durante el transcurso de nuestra discusión, enriquecida por economistas, filósofos, abogados, se dibujaba en mi mente con nítida claridad el gran problema; La triste ausencia de este elemento en nuestras economías latino americanas. Universidades formando empleados, no líderes, formando resentidos, no exploradores con visión para identificar las oportunidades y, con la sonrisa de un conquistador, ir a su encuentro. Empresarios en busca del manual de instrucciones para participar en ese gran juego de complicidades que conforma nuestras economías.
Sociedades
que odian la competencia, alérgicas a la incertidumbre, sociedades
desinformadas, o, peor, mal informadas. Sociedades dóciles ante la rienda del
amo (el gobierno).
Por otra parte me impresionaba la actitud de mi compañero de
mesa, Andrés Wyld, un joven Guatemalteco enfundado en la casaca de la libertad,
y listo para batirse en el campo de batalla de los mercados buscando esas
oportunidades. Me parecía tan distinto a multitud de jóvenes mexicanos buscando
su futuro en “la política”, en el mundo de las antesalas. Luego me preguntaba
¿Por qué la diferencia? Me respondía yo mismo pensando, tal vez porque Andrés
se formó en la Universidad Francisco Marroquín.
Se
terminaba el primer día de actividades y nos retirábamos.
Ricardo
Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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