“Hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño” Refrán anónimo
¡Qué
rápido se modifica la coyuntura! ¡Y qué bajo hemos caído! La medianoche del
viernes trajo, a muchas almohadas, preocupaciones que seguramente impidieron
dormir a sus propietarios, sea que estos se encontraran en La Habana o en
Calafate. No era para menos; el Vicepresidente de la Nación, el siempre
sonriente Guita-rrita, y parte de su banda –en realidad, una asociación ilícita
encabezada por él- fueron procesados y embargados por un Juez que (otro más) se
hartó de las presiones del Gobierno y de las macabras danzas de los imputados,
tendientes a parar la pelota y, al menos en lo a doña Cristina respecta, tratar
de estirar el partido hasta diciembre del año próximo. El Dr. Lijo incluyó en
su resolución no sólo a algunos de los funcionarios involucrados (¿y Forcieri y
Echegaray?) sino a los empresarios, dispuestos a pagar con el 70% de las
acciones de Ciccone a quienes habilitaran los contratos; para que la corrupción
exista, se necesitan siempre dos: el que paga y el que recibe. Faltan otros,
claro, como Brito, Lanusse, Moneta.
Por
su parte, otro Juez postergó su indagatoria hasta el 16 de julio, pero amenaza
con hacer caer un rayo similiar sobre Boudou, en este caso transformado en
ladrón de gallinas, por la falsificación de los papeles de un auto con el
propósito de estafar a su ex mujer en la división conyugal. Y si la causa por
enriquecimiento ilícito progresa de la mano de Lijo, alrededor del segundo
hombre del Gobierno se habrá creado la tormenta perfecta.
¿Soportará
la Presidente el costo político de sostenerlo a ultranza para que no hable de
más y comprometa a la familia Kirchner definitivamente o asumirá el riesgo que
implica dejarlo caer, termine en la cárcel y encienda un ventilador para no
estar tan solo tras las rejas? En este caso, ¿cuáles son las “carpetas” que
podrían garantizar su silencio o cuánto nos costará éste a todos los
argentinos, cuando se ponga a funcionar esta “banelco”?
Toda
esta actividad de los jueces federales no hace más que confirmar mi viejo
aserto: nunca se venden, sólo se alquilan al ocupante de turno de la Casa
Rosada. Ahora, con el vencimiento tan próximo, han salido en patota a limpiar
su imagen, desempolvando viejos expedientes y persiguiendo a los más notorios
corruptos, con vistas a renovar el contrato que les permita continuar
impartiendo esa rara justicia que se practica en Comodoro Py. Lo único
novedoso, en la historia reciente, es que estas actitudes se dan cuando aún la
dueña del chancho vive en Olivos y conserva un poder que sólo puede atribuirse
a lo melindroso del carácter de sus opositores.
Supongo
que parte de las explicaciones brindadas por la Dra. Martínez Córdoba para su
súbita desaparición del circo-proceso que lleva adelante Giles Carbó para
intentar destituir a Campagnoli tiene, también, vinculación con esa necesidad
de acomodar los melones antes del viento purificador que, espero, traerá
cualquier nueva administración. Ésta, que se verá enfrentada a una crisis
realmente grave, tendrá así a quien echar la culpa de los desaguisados, y
obtendrá margen para hacer lo que debe para atravesarla.
Más
allá de la discusión permanente en la que el tema de los holdouts nos ha
incluido a casi todos los argentinos –que somos expertos en hablar de cualquier
tema, sobre todo de los que no conocemos- la conducta del Gobierno, tan
errática y contradictoria, me genera algunas inquietudes. Lo que sucede, en
realidad, es que cuando se trata de los Kirchner, todas las sospechas son
válidas.
En
estas dos semanas, hemos oído a la Presidente decir que no acataríamos los
fallos de la Justicia de Estados Unidos, a la cual tanto su fallecido marido,
en 2005, cuanto ella misma, en 2010, habían sometido a gran parte de los bonos
entregados en canje de los anteriores, que habían caído en default en 2001.
Bambino Kíciloff, al día siguiente, ratificó esa decisión. Obviamente, la
cotización de los bonos y de las acciones argentinas se hizo trizas en los
mercados internacionales.
Luego,
mientras los pibes para la liberación marchaban desde Plaza de Mayo a la
Embajada de los Estados Unidos para expresar su solidaridad con la postura de
doña Cristina y aplaudir el repudio a los fallos, la viuda de Kirchner les sacó
el banquito parados sobre el cual gritaban sus consignas anti-buitres, al
anunciar que, en realidad, no era así y que pretendía pagar a todos los
acreedores, holdouts incluidos. Naturalmente, los papeles argentinos vivieron
otro período de euforia, el riesgo-país bajó fuertemente y lo mismo hizo,
aunque no tanto, el dólar blue.
La
Casa Rosada publicó, en los diarios financieros más importante una primera
solicitada, victimizándose por los fallos de primera y segunda instancia y por
el rechazo de la Corte Suprema de los Estados Unidos, en la que afirmaba que
quería pagar pero no lo dejaban. Después, el Bambino se subió a un avión y se
fue a Nueva York para hablar, en Naciones Unidas, ante el G.77 + China (en la
época de Alfonsín, el Movimiento de Países no Alineados, del cual nos apartamos
con Menem) y embistió, lanza en ristre, contra el Juez Griesa y los tribunales
norteamericanos en general, acusándolos de integrar una enorme asociación que,
como objetivo principal, tiene perjudicar a la maravillosa Argentina que la
década nos ha legado. Los papeles cayeron con insólita velocidad, regresando a
los precios de una semana antes.
El
Ministerio de Economía, el jueves, emitió un comunicado en que despotricó ya
contra los propios Estados Unidos, reforzado con la solicitada que el Gobierno
publicó el viernes en todos los diarios argentinos, y el comunicado oficial del
viernes fue en el mismo sentido. Sin embargo, los mercados, percibiendo que el
agua no llegaría al río y que, finalmente, se arribará a un acuerdo necesario
para todos, mantuvo la calma.
Hasta
allí, los hechos; ahora, mis inquietudes. Tantas idas y vueltas han hecho que
los bonos y las acciones vivieran las últimas dos semanas en un enloquecido
sube y baja de precios. Y, como conozco el patrón delincuencial de la familia
imperial, me he preguntado cuánto dinero habrían ganado quienes supieran, de
antemano, cuál sería la movida del Gobierno al día siguiente y, con ello,
comprando cuando todos vendían y vendiendo cuando todos compraban.
Para
que se entienda con más claridad, por ejemplo, la misma tarde del 20 de junio,
después del discurso de doña Cristina en Rosario, los papeles argentinos
subieron casi 9%, una ganancia en un día que equivale a más de cinco años de
tasas de interés actuales en los mercados internacionales, y de uno a dos años
lo que pagan los países de la región por sus colocaciones de deuda. Es fácil
lucrar, en realidad robar, cuando es el mismo ladrón quien escribirá el diario
del día siguiente. ¿Seguirán robando, aún cuando ya queda tan poco en la lata?
De
todas maneras, la realidad, ese potro al que pretendió domarse con las riendas
del “relato” y de las falsas estadísticas, se le ha encabritado a la Presidente
mucho antes de lo pensado, y los frentes de tormenta que se le han venido
encima auguran un final de mandato más que complicado, tanto en lo político
como en lo económico y social.
Cuando
SS Francisco salió a reclamar exitosamente “cuiden a Cristina”, se refería a la
posibilidad de que Argentina terminara esta estirada década en un baño de
sangre; habrá que ver, sin embargo, qué estarán dispuestos a hacer quienes
están comenzando a sentir en la nuca el aliento de este verdadero pacman que ha
tomado envión en los Tribunales, ha comido ya laderos y testaferros importantes
y, al lado del cual, hasta el mordiscón de Suárez parece cosa de chicos.
Enrique
Guillermo Avogadro
ega1avogadro@gmail.com
@egavogadro
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