Un jefe de Estado, en principio, tiene la
responsabilidad de representar la unidad y la continuidad del país.
Tiene competencias que le asignan la Constitución y
las leyes, pero también muchos deberes. En realidad es un alto funcionario que
esta elegido para servirle a su pueblo, en quien reside la soberanía.
opinan los foristas
Debe ser competente, estar preparado para servir
mejor. Su autoridad moral crecerá en la medida que demuestre su compromiso con
sus funciones. La competencia está estrechamente ligada a la idoneidad para el
cargo.
Es también cuestión de honestidad, Napoleón
Bonaparte señalaba que la mayor inmoralidad consistía en ejercer un oficio que
uno no conoce.
El máximo dirigente tendrá que tener claridad sobre
el proyecto global de país, una visión de conjunto y conocimientos en
diferentes disciplinas, que le permitan tomar decisiones correctas. Solo así
podrá coordinar su equipo de Ministros, quienes a su vez deben contar y demostrar
capacidades técnicas, acordes con sus responsabilidades respectivas.
Su mayor acierto consistirá en rodearse de
especialistas eficaces, honestos y con vocación de servicio. A él le tocara
establecer con ellos las metas y objetivos, fijar los límites, ordenar y
coordinar los esfuerzos.
Para que sea efectivo deberá prever, organizar,
ordenar y controlar las diferentes etapas de su misión. Ser garante de nuestros
valores nacionales y contar con condiciones de análisis, intuición y
comprensión del ser humano, única manera de coordinar equipos y lograr
seguidores.
Lo ideal es que sea una persona con cultura,
entendiendo que no se pretende que sepa todo, ni siquiera un poco de todo, lo
que sí es importante es que esté dotado de los conocimientos necesarios para
aplicar mecanismos de análisis jurídico, económico y social, que le permitan
comprender la situación y tomar las buenas decisiones.
Solo un buen nivel de preparación le permitirá al
Jefe de Estado lograr que sus directivas se concreticen en hechos reales. Es
algo de vital importancia para poder seleccionar, juzgar, apreciar y decidir
con conocimiento de causas.
Tendría que ser un hombre de probados valores,
defensor de la soberanía y constituir un ejemplo para los ciudadanos. El buen
Jefe de Estado es como un Padre de Familia, su primera preocupación debería ser
el bienestar de su gente, la segunda brindar una buena educación, que dote a
sus hijos de los instrumentos necesarios para construir su vida y tercero ser
un ejemplo de honestidad y con un comportamiento respetuoso y sincero, solo así
será un conductor y tendrá la estatura necesaria para difundir los valores de
humanismo, civismo y patriotismo.
Resumiendo podríamos afirmar que para ser un buen
presidente no basta con ser profesor, industrial o militar, la formación
necesita de la experiencia en los asuntos de Estado, en administración y en
capacidad de liderazgo.
El pueblo que elige como líder a un ser humano
invadido por el odio y la venganza abre el camino al sanguinario, al abuso y al
autoritarismo. Si pone en ese lugar a un inepto, sin formación, está sentando
las bases del fracaso, del retroceso y de la escases.
Si se decide por un violento, sin escrúpulos, a
quien solo le interesa mantenerse en el poder, está instalando en la silla
presidencial a un futuro dictador.
Si además su incultura la sustituye por un discurso
ordinario, soez y procaz, está condenando a las futuras generaciones a copiar
un modelo que nos aleja de la cultura y del civismo. La buena educación es lo
que eleva nuestra parte animal y si perdemos los valores humanos, no somos en
nada diferentes de las bestias.
Por encima de muchas cosas, el que nos representa
debe respetar la dignidad presidencial, que significa respetar nuestra decisión
de elegirlo. Los pueblos merecen contar con sus mejores recursos.
Deberá contar con vocación de servicio y un probado
nacionalismo, poniendo los intereses patrios por encima de los intereses
políticos partidistas y sobre todo de los intereses de gobiernos extranjeros.
El presidente de un país que obedece a las
directivas de otro estado, que compromete el futuro de los suyos, que los
reprime, encarcela y asesina es un traidor, como tal deberá tratársele.
Necesitamos de un ser humano digno de ser nuestro
máximo representante, que una al venezolano, que logre que pongamos juntos
nuestro esfuerzo por reconstruir un País. Ese Presidente no se improvisa en el
último momento, cuando se de la batalla por el progreso es necesario estar
listo.
Su equipo no puede estar conformado por gánster o
por enanos intelectuales, de ser así no será más que un país fracasado, en
manos de ladrones y gritones represores.
Un buen gobierno será producto de un manejo
institucional, con respeto a las leyes y a los derechos humanos. Lo contrario
es lo que tenemos.
Un gobierno de vasallos, de enchufados y vendidos,
pleno de viceministros donde se turnan los mismos nombres que fracasan en todo.
Sin conocimientos, sin experiencia, sin preparación.
Aquí la mejor credencial es la de saber disparar y
llevar uniforme lo que hace de cualquier militar el mejor ministro, gobernador,
empresario o embajador, es hora de empezar a meditar donde nos equivocamos,
quizás sería útil utilizar las horas que pasamos haciendo colas para comprar
que comer, en reflexionar sobre el tema. Por lo menos nos serviría para
entender como lograron destruir un país petrolero.
Llego la hora de regresar a nuestros verdaderos
valores, los que no definían como personas sencillas pero honradas, acogedoras,
solidarias y respetuosas. El momento es el de decidirnos por buscar un
representante de lo que somos y queremos ser.
No deseamos un presidente que se exprese de un
Cardenal fallecido como un demonio vestido de sotana, ni un funcionario que se
burle de un hombre que fallece luchando por sus derechos.
Ni que se repita la historia de un Jefe de Estado,
que se dirige a la madre a la que le han asesinado todos sus hijos diciendo:
“Deje la lloriqueadera y deje que esos muchachos descansen en paz”. O que al
referirse a un antiguo ex Presidente afirme: “Yo no pateo perro muerto…”.
Todo lo que vivimos actualmente nos disminuye, como
venezolanos y como seres humanos, sufrirlo ha sido consecuencia de nuestros
errores, continuar en ello sería consecuencia de no tomar las decisiones que se
imponen. Un país no se salva, con temor, dobles juegos y cobardía. Mucho menos
con enchufados.
No olvides a los que se fueron, no abandones a los
estudiantes, los presos políticos y a los que están luchando por ti, rechaza la
mala educación, escoge el camino del valiente, del hombre completo, valeroso y
formado, orgulloso de ser venezolano.
Nelson
Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
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