Uno
que es amante de la convivencia pacífica
no deja de sorprenderse frente a los
resultados recientes de las elecciones presidenciales de Colombia que lleva ya
un montón de años tratando sin éxito de poner fin a su conflicto armado
interno más conocido internacionalmente que ninguna otra
epidemia planetaria. Y ahora con más razón.
Aunque la verdad sea dicha, aún bajo ese
temporal no se ha dejado amilanar como país y si no vea usted la
puntualidad de la burocracia en las
reparaciones del ornato público por ejemplo o en el más estricto cumplimiento
de celebraciones patronales, guiadas o
no por autoridades civiles, militares o eclesiásticas que a pesar del fuego de
morteros o de la explosión de carros-bomba, develan bustos y cumplen estrictos con fiestas
religiosas y patrias de guardar.
Aquí en
cambio estaríamos en chancletas bajo los colchones del porsiacaso y del culillo
o enfriando cervecitas para admirar el evento desde nuestras propiedades
horizontales u otros ranchos de inmejorable distanciamiento y perspectiva.
Porque
es que hay obstinaciones que no se descalabran ni con el narcotráfico de por
medio como esa de producir textiles por ejemplo o sembrar flores u otras
somnolencias y además exportarlas. En todo caso la persistencia es expresión
profunda de esa voluntad férrea y necesitada de sembrar que tiene toda tierra
rural, cordillera y por supuesto equina, que tiene que ensillar y transportar
bajo soles y lluvias, arrebujada en ruana
y clandestina bajo el ala del sombrero, ese destino deletreado por
Silva, José Asunción, cuando imploraba: “… y eran una sombra larga …”
Hoy los colombianos han escogido el talante santista frente al otro para buscar la paz y ojalá que la encuentren aunque uno, por lo mismo de ser tanto tiempo romántico y haber llevado tanto desengaño, no deja de dudar de este menú en el que no faltan ni el ajiaco ni el aguardiente ni la opera vallenata haciéndole fiesta al chiripero como aquí se mienta por sabido a una ensalada que eligió Presidente.
Más
de medio país es responsable de esta decisión electoral que trasformó los
resultados de la primera vuelta al sumar ahora
los votos de la izquierda, cierto conservatismo encabezado por el ex
Belisario Betancur, algunos indecisos conversos, y el apoyo mediático de otros ex
de la talla y malla de Gaviria y Samper, todos anti uribistas. Añádale a
este batiburrillo una larga lista de
divas sobre la alfombra roja: La Piedad, La Betancourt, La Petro, La
Intelectualidad, Los Medios y demás yerbas y virutas.
Hablando
del vecindario debe decirse que más de uno anda brincando en una sola pata, y
no se diga aquí en Venezuela, al ver tan
próximo a aquel que hace tan poco que ya parece un siglo exterminaba
guerrilleros como si fueran moscas dentro y fuera de su territorio ¿Verdad Correa?
Porque es que los pragmatismos políticos de
estos tiempos dan asco y hacen que los cambios de rumbo ya no puedan llamarse inconsistencias o
traiciones pues se agarran de lo que dijo el Papa o Mandela o Gandhi o
Jesucristo, y no se resbalan en menudencias pues lo racionalizan o justifican
todo. ”Gané”, y lo demás es paja.
En
Cuba ni se diga. Los Castro ya no saltan de susto al escuchar “La Espinita” o “A esconderse que viene la basura” como
ocurría en ese mes que les duró el terror al regreso de Uribe que cantaba “Volver”, aquel tango de siempre.
Los
gringos, ahora padeciendo de claustrofobia presidencial, afirman en un texto
que ni Withman: “Estamos ansiosos de seguir trabajando con Santos”
Y
qué hará la guerrilla, me pregunto, con este triunfo electoral que ayudó ella a
hilvanar desde la selva y a través de las luces mediáticas del Hollywood
de la izquierda, La Habana, y obligado a
cumplir a ciudadanos supuestamente
libres a punta de cañón en esquinas y demás quebradas y veredas. Ahora
que se siente aliviada de tanto control
militar, que decretan alto al fuego cuando les da la gana: ¿se cortarán las
barbas y coletas? Qué hará Santos sintiendo que su legitimidad
de origen, sentido y percepción reposa en buena parte en la guerrilla y sus ad lateres disfrazados
de paz.
La
Paz de Colombia se ha convertido en un destino turístico interesante, a precios
excesivos de mercado electoral, al que hay que llevar en previsión varias rutas
de escape incluyendo mayami. La guerrilla de ahora puede, macha y apoyada, ser
un refugio, un santuario costoso, donde esconderse impunes de cualquiera. Se
aceptan presidentes corruptos. Viaje a la carta. Atención esmerada.
Leandro Area Pereira
leandro.area@gmail.com
@leandroarea
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