Nada
de lo que ocurre en este momento en Venezuela tiene importancia para un
gobierno decidido a cabalgar cada nuevo episodio, con tal de que no se le
desvíe de su verdadera meta: la creación del poder con control de cada
ciudadano. El marco jurídico para lograrlo avanza y es previsible que antes de
que termine el año, ya fuese un hecho cumplido. Lo demás es para que el público
tenga en qué entretenerse y no se percate de lo esencial.
Hablando
con la gente, todavía espero el primer comentario serio sobre la acusación del
nuevo "magnicidio". Por el contrario, pareciera que los venezolanos
rivalizan entre quién se burlará más del asunto.
Imaginemos
el mismo escenario de "acusación" en cualquier país de Europa o
América. En primer lugar, allá, una escena tan grotesca jamás hubiera ocurrido,
porque no habría público que la acepte. Incluso, de haber ocurrido, a los
actores del show les hubiera llovido un aguacero de preguntas. ¿Cómo es que
penetraron, utilizan y dan a conocer comunicaciones personales? ¿De haber una
orden de juez para interceptar correos, cómo llegaron éstos a manos ajenas al
poder judicial? ¿Quién responde ahora legalmente por el hecho de haberlos
puesto del conocimiento público? ¿Qué pruebas tienen para acusar de algo tan
grave como un asesinato? ¿De qué se acusa concretamente, más allá de los correos?
No imagino a nadie en Francia, España, mucho menos Inglaterra, Alemania o
Estados Unidos, que estuviese tan suicida políticamente como para aceptar el
rol de hazmerreír que ese día asumieron los "acusadores".
La
insistencia de Nicolás Maduro para sostener esas acusaciones y prometer
"pruebas" que hasta ahora no han aparecido, equivale a la destrucción
definitiva de su imagen internacional. Llamar a María Corina Machado
"asesina" y pretender a un mínimo de credibilidad, es inconcebible
para un gobernante que cuide sus índices de popularidad.
En
países donde opera la justicia, las acusaciones no se lanzan al voleo, porque
si resultan falsas, puede venir la contra demanda por daños y perjuicios. En
Venezuela, cuando la Fiscalía tuvo que plantear los presuntos
"cargos" contra Leopoldo López ante una juez, no hubo de qué culpar
legalmente al acusado. Quizás no esperaban la difusión internacional de esa
audiencia y si bien la hicieron a puerta cerrada, la difusión ocurrió. Al
decidir que Leopoldo López debe permanecer preso, el asunto se trastocó y los
cargos terminaron acusando al acusador de ser el brazo ejecutor de una
dictadura.
Tan
grave era el problema para los fiscales encargados de sostener unas acusaciones
sin pruebas, que a última hora enmendaron la falla "reformulando" la
acusación para justificar que Leopoldo no esté juzgado en libertad.
Falta
– y de eso poco se ha hablado – revisar los procedimientos policiales que
fueron aplicados a los cuatro estudiantes también acusados en el juicio a
Leopoldo, presuntamente "confesos" en circunstancias que implicarían
la tortura. Nuevamente, tendríamos el caso de que quien está incurso en delito
es el acusador. De los cuatro estudiantes, Demian Martín y Angel González
fueron liberados, mientras que Marco Coello y Christian Holdack siguen presos.
ES
QUE EL TEMA ES OTRO
Para
el gobierno, el grave deterioro de su imagen producido por la evidente
ilegalidad de sus actuaciones no existiría, si todo lo que hace, pasara a ser
"legal". De modo el remedio natural es cambiar el marco legal, para
que los abusos se ejecuten "según la ley".
Por
ejemplo: el gobierno actúa, apresa, juzga y reprime dentro de una situación de
facto de suspensión de garantías, pero esas nunca fueron suspendidas y la
flagrante ilegalidad de las actuaciones oficiales salta a la vista. Si hubiera
una disposición legal que justificara la represión sin necesidad de declarar el
"estado de excepción", no habría necesidad para Maduro de dar
explicaciones, ni padecer de la pérdida de imagen.
Pues
a eso van, porque al tener la mayoría en la Asamblea, reforzada además con una
ley habilitante para Nicolás Maduro, es posible de crear el marco jurídico que
permita "legalmente" todos los desmanes.
Cuando
fue aprobada la Constitución de 1999, los constituyentes cuidaron con esmero
los capítulos referentes a la libertad de expresión, garantías al ciudadano,
derecho a la propiedad, incluso la vigilancia que debe ejercer el ciudadano
(art. 350), el derecho a la educación, a la vida, a la salud, etc. etc.
Simultáneamente, los constituyentistas descuidaron el marco del funcionamiento
del gobierno, que quedó calcado en el modelo cubano, sin que ellos se dieran
cuenta de ello – como algunos me lo han manifestado posteriormente. Así se
eliminó un importante cuerpo de control como lo es un senado (la Asamblea es
unicameral), se cambió el nombre de la república para brindar, con la palabra
"bolivariano", el marco de integración al partido de la Fuerza
Armada, la Corte Suprema pasó a ser el Tribunal Supremo como en Cuba, se creó
el marco jurídico para someter al Banco Central y sus reservas a la voluntad de
Miraflores.
Pasaron
unos años y la facilidad que la Constitución intentó brindar al gobierno para
ir eliminando uno por uno los derechos ciudadanos, intentó aprovecharla Hugo
Chávez para modificar lo que en la Constitución dejaba de libertades al
ciudadano. Eso fue en el año 2007 y recuerdo que cuando leí el proyecto de la
Reforma Constitucional presentado por Chávez, lo primero que me impactó fue el
capítulo que crearía las Comunas.
Quizás
Leopoldo Castillo, cuya ausencia en Globovisión es como una herida abierta en
el sentir del público, recordará una entrevista que me hizo en aquel año 2007,
donde le sorprendí al insistir que lo más grave de la reforma serían las
Comunas. Lo decía por haber vivido bajo un régimen comunista y por saber el
enorme poder que sobre cada ciudadano ejercería un gobierno que dispusiera de
las Comunas, un cuerpo creado, dirigido, controlado y pagado por el gobierno
central, con la finalidad de espiar, dominar, controlar, vigilar a cada
ciudadano en particular, a través del poder otorgado al vecino, miembro de una
Comuna y apoderado de la facultad de poner preso a quien no le guste.
El
pueblo venezolano negó con su voto, en aquel año 2007, la aprobación de la
Reforma Constitucional. Pacientemente, por debajo de cuerda, el chavismo – o
más bien el castrismo – volvió a lo que en su proyecto era la piedra angular de
las comunas y éstas fueron gradualmente establecidas, a la chita callando, a
través de la Ley Orgánica de las Comunas, aprobada en los últimos días de la
Asamblea presidida por Cilia Flores, en diciembre del 2010.
Posteriormente,
diversas disposiciones y otras leyes fueron afinando el tema de las Comunas,
pero el previsto poder comunal no arrancaba debido a que lo superaban los
cuerpos de elección popular, como los Consejos Legislativos, las alcaldías y
las gobernaciones.
EL
ENGAÑO
¿En
qué consiste el plan? Es simple. Una vez aprobada la Ley de Ordenamiento
Territorial, los únicos instrumentos de poder en Venezuela serán el gobierno
central y las comunas. Estas adquieren todos los poderes, incluyendo el de
acusar y juzgar a cualquier ciudadano que a la vecina, miembro de la comuna,
por alguna razón, le haya "caído mal", o porque ella decidió que
fulano habló mal del gobierno y debe ir preso. En eso, la comuna incluso está
en una escala de poder superior al Poder Judicial – ella puede acusar, juzgar y
condenar.
Dado
que cada Comuna está conformada por gente escogida a través del PSUV y sus
actividades son directamente financiadas por el gobierno central al que cada
comuna obedece, la dictadura de la que ahora acusan a Maduro, deja de serlo y
se convierte en el sistema legal del Gobierno Bolivariano de Venezuela. Todo
será legal – se habrán acabado los problemas de denunciar represión, torturas,
ausencia de justicia, porque todo estará "dentro de la ley".
De
la misma manera como en el año 2007 la población rechazó la Reforma
Constitucional, también ahora, la resistencia natural de los venezolanos a ese
tipo de gobierno es espontánea y poderosa, a tal punto que los más vehementes
enemigos de la propuesta ley territorial son los alcaldes y gobernadores
pertenecientes al PSUV. Tanta es la resistencia, que en víspera del Congreso
del PSUV a celebrarse el próximo 28 de julio, la discusión del proyecto de la
Ley Territorial fue postpuesta hasta nuevo aviso.
No
se trata de eliminar el proyecto, que ya se ha discutido y parte de él fue
aprobada, sino de retrasar la discusión hasta después del Congreso del PSUV,
para evitar que los delegados lo vapuleen. Después avanzará, porque está en el
Plan de la Patria, el cual, según Maduro, es "irrenunciable".
Leopoldo
López y su juicio; María Corina que no se ocupó de formar a su alrededor un
frente amplio de alianzas políticas que le evite una imagen de soledad; la
rebelión estudiantil y la represión oficial; el terror diseminado por los
colectivos; las colas por la comida; la inflación y el hambre; la inseguridad y
sus centenares de víctimas; los cortes de luz y agua, la ausencia de gas –
todo, absolutamente todo, son para el gobierno "episodios a
cabalgar", hasta tanto no se ha logrado la meta de un gobierno
centralizado, absoluto y dictatorial, mediante la aplicación de dos leyes: la
de las Comunas empalmada con la del Ordenamiento Territorial.
Con
razón en América Latina priva – y este es el caso – el realismo mágico.
Jurate
Rosales
@RevistaZeta
Revista
Zeta / N° 1954
http://www.notialdia.com/item/40320-hemos-dejado-pasar-demasiado
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