Para
entender las razones que llevaron, al asesinato del Mariscal Antonio José de
Sucre, conviene examinar someramente la situación que atravesaba “Colombia”;
poco antes de decidirse su desintegración.
Por
lo menos desde 1826 era una aspiración bastante generalizada entre las élites
políticas y militares de Colombia, Venezuela y Ecuador. Por eso eran extraños
los movimientos de oposición a partir de esos años entre 1827, 1828 hasta 1830 en contra del Libertador Simón
Bolívar.
Sucre,
era partidario de conservar la integridad colombiana, apoyando el proyecto de
redactar una nueva constitución que confiriera a cada territorio la potestad
confederativa que garantizara la propiedad, la libertad y que diera a los
ciudadanos garantías efectivas del cumplimiento de las leyes.
En
noviembre de 1829, Sucre partió de Quito a Bogotá, investido como diputado por
la Provincia de Cumaná del Departamento de Venezuela, al Congreso que debería
reunirse para decidirse el destino de
Colombia. El 20 de enero de 1830, se instala el llamado “Congreso
Admirable”, teniendo como Presidente al Mariscal Sucre. Allí tuvo la
oportunidad de dar a conocer sus ideas y de recomendar al Libertador que no
renunciara a la Presidencia de la República, hasta que el Congreso no aprobara
la constitución y nombrara los magistrados.
Conocida
en Bogotá, la resolución del movimiento llamado: “La Cosiata” de separarse de
la República, el Congreso nombró una comisión integrada por los siguientes: El
general Sucre, José María Estévez, Obispo de Santa Marta y a la Vicepresidente
de dicho Congreso y el diputado Francisco Aranda. Los comisionados debían
comunicar, al gobierno venezolano las resoluciones acordadas a favor de
mantener su integridad.
Ante
la negativa de impedir, el paso los comisionados más allá de la Grita, éstos
optaron por regresar a la Villa del Rosario de Cúcuta y esperar la llegada de
los enviados de Venezuela, que ya formaban parte del movimiento separatista,
entre ellos: El general Santiago Mariño, Martín Tovar Ponte e Ignacio Fernández
Peña.
Realizadas
las conversaciones, entre el 18 y el 21 de abril de 183, sin llegar a
resultados concretos, los comisionados emprendieron, el regreso a Bogotá, a
donde arribaron el 05 de mayo de ese mismo año. En Bogotá, Sucre se enteró de
la proscripción hecha contra Bolívar y de él como su heredero político, todo lo
cual desengañó y llevo a reafirmar en su retiro de toda actividad pública, para
dedicarse a su vida familiar al lado de su esposa Mariana Carcelén y Larrea y
de su pequeña hija Terezita.
Existen pruebas suficientes de que fueron,
los enemigos políticos del Libertador y de todo proyecto que implicará la
continuación de la unidad colombiana, quienes planearon y encargaron al general
José María Obando, Comandante General del Cauca para realizar, el asesinato del
Mariscal Sucre. Para ese entonces se reunía un grupo conspirador en Bogotá
integrado por: Manuel Antonio Arrublas, Ángel María Flores, Vicente Azuero,
Luis Montoya, Genaro Santa María y otros.
Ellos
se proponían disolver la Unión de Colombia y crear de la Nueva Granada una
República independiente que llamaría “Estados Unidos de Colombia”. Esto a toda
costa, así tuvieran que usar la fuerza o eliminar las personas necesarias.
Para
ese entonces, el general Juan José Flores, recién encargado por una asamblea
del mando supremo de Quito, temía que con la llegada de Sucre, la Asamblea
Constituyente próxima en ese momento a reunirse, nombrara al Cumanés Presidente
de la República en Ecuador. Por tal razón estuvo de acuerdo con la acción y
planificación por Obando, para no dejar salir a Sucre con vida de la Nueva
Granada.
El
13 de mayo de 1830, el Mariscal Sucre salió de Bogotá acompañado por 06
personas, las cuales fueron las siguientes: EL diputado por Cuenca Andrés
García Téllez, el Sargento de caballería, Ignacio Colmenares, su asistente, el
Sargento Lorenzo Caicedo, un sirviente de nombre francisco y 02 arrieros
encargados de la mulas de cargas. La lenta marcha los llevó a pasar por varios
pueblos y caseríos hasta llegar a Popayán a fines del mismo mes.
El
día 28 continuaron, el viaje no sin antes escuchar las advertencias de varias
personas, sobre el peligro que corría la vida del Mariscal si seguía la marcha
hacia Pasto. Mientras tanto, ya Obando tenía las acciones previamente
calculadas. Había recibido a Manuel Guerrero, emisario secreto del general Juan
José Flores, planificando los hechos juntos con el general José Hilario López y
el Comandante Mariano Antonio Álvarez.
Encargaron
las operaciones al Coronel Apolinar Morillo quien junto a José Erazo y el
Coronel Juan Gregorio Sarria, quienes llegaban de Quito al Pasto, en el sitio
denominado “Salto de Mayo”, donde Erazo tenía una pequeña posada de obligada
parada. Allí mismo contrataron al resto de los autores materiales del crimen:
Juan Cuzco y los soldados Licenciados del Ejército: Andrés Rodríguez y Juan
Gregorio Rodríguez. El plan era sencillo, esperarían a Sucre hasta matarlo con
pedazos de plomos cortados con cincel que les llevó Morillo.
El
01 de junio de 1830, llegó la caravana de Sucre al pueblo de Mercaderes, el 02
de junio se alojaron en la posada de Venta Quemada en Salto Mayo, acomodándose
para descansar varias personas en poco espacio. Allí encontraron extrañamente
se toparon de nuevo con Erazo a quien había dejado en esa casa, por lo que
entraron en sospecha.
El día 04 de junio de 1830, partieron
tempranos, adelante los acompañantes, Sucre siguió después y Caicedo se quedó
en la posada, una hora después de haber salido, en el desfiladero en la curva
del Cabuyal y la Jacoba, Sucre fue asesinado de 04 tiros sucesivos dirigidos a
la cabeza, el cuello y el pecho.
Al
día siguiente, su asistente Caicedo con la ayuda de varias personas, sepultó el
cadáver en un claro de la selva denominado “La Capilla”. El día 06 de junio de
1830 desenterraron el cadáver personas enviadas por Obando, entre ellas: El
médico Alejandro Floot, para verificar su fallecimiento.
Enterada
su esposa por Caicedo, del trágico suceso
mando a trasladar los despojos de su esposo de manera secreta para darles
sepultura en la secuela de su hacienda del Carmen bajo en Quito.
José
Miguel Salas Mejías.
Josemiguelsalasmejias1@gmail.com
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