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viernes, 6 de junio de 2014

JOSÉ MIGUEL SALAS MEJÍAS, EL ABEL DE AMÉRICA Y SU ETERNIDAD.

Para entender las razones que llevaron, al asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre, conviene examinar someramente la situación que atravesaba “Colombia”; poco antes de decidirse su desintegración.


Por lo menos desde 1826 era una aspiración bastante generalizada entre las élites políticas y militares de Colombia, Venezuela y Ecuador. Por eso eran extraños los movimientos de oposición a partir de esos años entre 1827, 1828  hasta 1830 en contra del Libertador Simón Bolívar.

Sucre, era partidario de conservar la integridad colombiana, apoyando el proyecto de redactar una nueva constitución que confiriera a cada territorio la potestad confederativa que garantizara la propiedad, la libertad y que diera a los ciudadanos garantías efectivas del cumplimiento de las leyes.

En noviembre de 1829, Sucre partió de Quito a Bogotá, investido como diputado por la Provincia de Cumaná del Departamento de Venezuela, al Congreso que debería reunirse para decidirse el destino de  Colombia. El 20 de enero de 1830, se instala el llamado “Congreso Admirable”, teniendo como Presidente al Mariscal Sucre. Allí tuvo la oportunidad de dar a conocer sus ideas y de recomendar al Libertador que no renunciara a la Presidencia de la República, hasta que el Congreso no aprobara la constitución y nombrara los magistrados.

Conocida en Bogotá, la resolución del movimiento llamado: “La Cosiata” de separarse de la República, el Congreso nombró una comisión integrada por los siguientes: El general Sucre, José María Estévez, Obispo de Santa Marta y a la Vicepresidente de dicho Congreso y el diputado Francisco Aranda. Los comisionados debían comunicar, al gobierno venezolano las resoluciones acordadas a favor de mantener su integridad.

Ante la negativa de impedir, el paso los comisionados más allá de la Grita, éstos optaron por regresar a la Villa del Rosario de Cúcuta y esperar la llegada de los enviados de Venezuela, que ya formaban parte del movimiento separatista, entre ellos: El general Santiago Mariño, Martín Tovar Ponte e Ignacio Fernández Peña.

Realizadas las conversaciones, entre el 18 y el 21 de abril de 183, sin llegar a resultados concretos, los comisionados emprendieron, el regreso a Bogotá, a donde arribaron el 05 de mayo de ese mismo año. En Bogotá, Sucre se enteró de la proscripción hecha contra Bolívar y de él como su heredero político, todo lo cual desengañó y llevo a reafirmar en su retiro de toda actividad pública, para dedicarse a su vida familiar al lado de su esposa Mariana Carcelén y Larrea y de su pequeña hija Terezita.

  Existen pruebas suficientes de que fueron, los enemigos políticos del Libertador y de todo proyecto que implicará la continuación de la unidad colombiana, quienes planearon y encargaron al general José María Obando, Comandante General del Cauca para realizar, el asesinato del Mariscal Sucre. Para ese entonces se reunía un grupo conspirador en Bogotá integrado por: Manuel Antonio Arrublas, Ángel María Flores, Vicente Azuero, Luis Montoya, Genaro Santa María y otros.

Ellos se proponían disolver la Unión de Colombia y crear de la Nueva Granada una República independiente que llamaría “Estados Unidos de Colombia”. Esto a toda costa, así tuvieran que usar la fuerza o eliminar las personas necesarias.
Para ese entonces, el general Juan José Flores, recién encargado por una asamblea del mando supremo de Quito, temía que con la llegada de Sucre, la Asamblea Constituyente próxima en ese momento a reunirse, nombrara al Cumanés Presidente de la República en Ecuador. Por tal razón estuvo de acuerdo con la acción y planificación por Obando, para no dejar salir a Sucre con vida de la Nueva Granada.

El 13 de mayo de 1830, el Mariscal Sucre salió de Bogotá acompañado por 06 personas, las cuales fueron las siguientes: EL diputado por Cuenca Andrés García Téllez, el Sargento de caballería, Ignacio Colmenares, su asistente, el Sargento Lorenzo Caicedo, un sirviente de nombre francisco y 02 arrieros encargados de la mulas de cargas. La lenta marcha los llevó a pasar por varios pueblos y caseríos hasta llegar a Popayán a fines del mismo mes.

El día 28 continuaron, el viaje no sin antes escuchar las advertencias de varias personas, sobre el peligro que corría la vida del Mariscal si seguía la marcha hacia Pasto. Mientras tanto, ya Obando tenía las acciones previamente calculadas. Había recibido a Manuel Guerrero, emisario secreto del general Juan José Flores, planificando los hechos juntos con el general José Hilario López y el Comandante Mariano Antonio Álvarez.

Encargaron las operaciones al Coronel Apolinar Morillo quien junto a José Erazo y el Coronel Juan Gregorio Sarria, quienes llegaban de Quito al Pasto, en el sitio denominado “Salto de Mayo”, donde Erazo tenía una pequeña posada de obligada parada. Allí mismo contrataron al resto de los autores materiales del crimen: Juan Cuzco y los soldados Licenciados del Ejército: Andrés Rodríguez y Juan Gregorio Rodríguez. El plan era sencillo, esperarían a Sucre hasta matarlo con pedazos de plomos cortados con cincel que les llevó Morillo.

El 01 de junio de 1830, llegó la caravana de Sucre al pueblo de Mercaderes, el 02 de junio se alojaron en la posada de Venta Quemada en Salto Mayo, acomodándose para descansar varias personas en poco espacio. Allí encontraron extrañamente se toparon de nuevo con Erazo a quien había dejado en esa casa, por lo que entraron en sospecha.

  El día 04 de junio de 1830, partieron tempranos, adelante los acompañantes, Sucre siguió después y Caicedo se quedó en la posada, una hora después de haber salido, en el desfiladero en la curva del Cabuyal y la Jacoba, Sucre fue asesinado de 04 tiros sucesivos dirigidos a la cabeza, el cuello y el pecho.

Al día siguiente, su asistente Caicedo con la ayuda de varias personas, sepultó el cadáver en un claro de la selva denominado “La Capilla”. El día 06 de junio de 1830 desenterraron el cadáver personas enviadas por Obando, entre ellas: El médico Alejandro Floot, para verificar su fallecimiento.

Enterada su esposa por  Caicedo, del trágico suceso mando a trasladar los despojos de su esposo de manera secreta para darles sepultura en la secuela de su hacienda del Carmen bajo en Quito.

José Miguel Salas  Mejías.
Josemiguelsalasmejias1@gmail.com

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