El 12 de junio 2012, la denominada Revolución
Bolivariana presentó un Programa de Gobierno en aras de “darle rostro y sentido
a la Patria Socialista”, el cual se dio a conocer como la Propuesta del
Comandante Chávez para la Gestión Bolivariana 2013-2019; siendo adoptado
posteriormente por el presente Gobierno
como su Plan de Desarrollo Económico y Social, enfatizando en el manejo
soberano del ingreso nacional para emplearlo en los objetivos socialistas al
margen de un concreto modelo económico, entendido como un proceso impulsado por
el Gobierno en función de organizar la economía sustentado en un juicio de
valor sobre el país que se puede desear (cuál debe ser, qué debe hacerse) para
lo cual se formulan políticas económicas que han de reflejar hipótesis basadas
en ideas, una finalidad, un diagnóstico de la realidad y con estrategias para alcanzar ese país que se aspira.
Dos años después, se estima para este 2014 una contracción económica (caída del PIB) no menor al 1,5%, siendo que según cifras del BCV durante el I trimestre de este año ya la economía experimentó una contracción cercana al 4% (en ese mismo lapso la industria manufacturera reflejó una capacidad ociosa superior al 52%); lo cual facilita inferir que la inflación al final del año pudiera superar el 80%, la escasez podría situarse por encima del 35% (en abril superó el 30% en alimentos básicos) y el desabastecimiento estaría cercano al 33%.
Tal lúgubre panorama, se vuelve más
crítico si ponderamos ciertas estimaciones que visualizan que durante el 2014
el servicio de la deuda externa consumirá el 25% del ingreso nacional por
concepto de exportaciones petroleras (las no petroleras como el hierro,
aluminio, acero y manufacturas son de poca importancia fiscal y mantendrán su
tendencia decreciente), situación que por otra parte hará difícil cancelar la
deuda con el sector privado superior a los US$ 13.500 millones. A tal escenario
de dificultades, ha de añadirse, por un lado, que PDVSA mantiene una deuda
(¿?) con el BCV superior a los 475
millardos de bolívares (recientemente emitió deuda por US$ 9.500 millones);
mientras que por otro lado resulta preocupante que durante 2013 América Latina
captó inversiones extranjeras por un monto superior a los US$ 130.000 millones,
en los cuales Venezuela participó con US$ 3.700 millones (2,8% del total); con
el agravante que en dicho monto no hubo inversiones de capital ya que más de la
mitad correspondió a reinversiones de utilidades (en áreas no medulares) ante
la imposibilidad de repatriarlas, y el resto a préstamos con las casas
matrices.
En concordancia con lo expuesto, ha de
suponerse que en 2014 se profundizarán los desequilibrios macroeconómicos y se
ampliará la órbita de los controles de precios en especial sobre los bienes y
servicios de consumo masivo, en aras de desviar la atención en relación a la
crisis económica de fondo; de igual modo se continuará atizando en mayor
proporción el Sicad II como herramienta compensatoria del desequilibrio fiscal
(por la vía del ingreso) a la luz de la mayor cantidad de bolívares que
potencialmente recibirá PDVSA (devaluación encubierta), lo cual no impedirá que
el Gobierno siga imprimiendo dinero exacerbadamente ante el impacto de la
escasez de divisas y de la “necesidad
política” por mantener la tendencia creciente del gasto público, que ya en los
4 primeros meses del 2014 la liquidez monetaria creció en un 12% por un total
de 227,6 millardos de bolívares (65% superior al mismo lapso 2013). Esta
perversa modalidad, de emitir dinero inorgánico con la sola finalidad de aumentar
el gasto público, presionará aún más sobre indeseable inflación induciendo al
propio tiempo una pérdida del poder adquisitivo del venezolano superior al 14%
en 2014, propiciando obviamente una caída en el nivel de vida por la vía del
ingreso (pobreza en marcha) para una estratificación socioeconómica del
consumidor que en la actualidad refleja, según
Datanálisis, un 2,2 en los estratos A y B; un 18,1% en el estrato C; un
36,3% en el estrato D y un 43,4% en el estrato E.
Desde un ángulo complementario, debemos
mencionar que la inflación general 2013 se situó en 56,2% (sin incluir la
reprimida y la suprimida), mientras que la de alimentos superó el 75%; siendo
que entre abril 2013 y abril 2014 la inflación acumulada fue de 61,3% (5,7% en
abril). Como un dato elocuente, vale resaltar que esta tasa venezolana fue
superlativamente superior a la de Ecuador (2,7%), a la de Brasil (5,9%), a la
de Bolivia (6,48%), a la de Uruguay (8,5%) y a la de Argentina (28,4%).
A manera de reflexión final, nos permitimos mencionar que compartimos la opinión formulada por la “Terca Economía” al momento de instalarse el esperado dialogo económico (¿?), en cuanto a que en esta materia no habrá ni corrección ni rectificación, salvo que las fuerzas del mercado dentro del circuito económico presionen en contrario.
Jesús
Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jagp611
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