Se
debe exorcizar el demonio del rencor y hacer un esfuerzo épico en las
confrontaciones que vienen
El
triunvirato de Maduro dirige un colapso económico equivalente al que vivió
Latinoamérica durante la "década perdida", los negros años ochenta.
Multiplica su gravedad el cinismo, el desparpajo con que observan cómo las
arenas movedizas se tragan al país, solo ocupados en la cacería abominable a
López y Machado. Lo que ocurre en Venezuela es por mil razones un anacronismo
injustificable y, sordera o deliberación, no corrigen el rumbo. Los ochenta
fueron la década del naufragio del colectivismo y el estatismo en todos los
rincones del planeta, desde la URSS hasta EEUU y en todos los casos la caída se
debió a una súper estatización de la economía, que inexplicablemente emprendió
Chávez. Al lado de sus dotes maquiavélicas, su enorme capacidad para
trapisondear, hacer el mal, montar emboscadas y talar lo bueno, su nulidad como
estadista hoy termina de despedazar una nación moderna desde ultratumba.
Folklórico
compuesto de Idi Amín y los Tres Chiflados se recordará como una catástrofe
natural, un terremoto, un tsunami y no se puede predecir el tamaño de la
tragedia de su legado, pero será escalofriante si se observa el "círculo
del poder" que lo siguió. Dignos hijos de su padre, es imposible conseguir
un equipo peor dotado para construir -menos aún recuperar-, entre otras porque
los carcome un odio patológico contra los demás, particularmente contra quienes
los alertan.
En Brasil, México y Argentina el hito fue la declaración de
moratoria de los pagos de la deuda externa, con subsecuentes
hiperdevaluaciones. Por obra de De la Rúa, Argentina vuelve a caer más
adelante, esa vez en el "corralito" que impidió el acceso a las
cuentas bancarias. ¿Qué pasará aquí?
LOCADEMIA
DE ASESORES
MALOS ASESORES |
En
Perú, Bolivia y otros países, la hiperinflación evaporó la moneda y en todas
partes se dieron modalidades mixtas con los diabólicos componentes:
devaluación, fuga de divisas, pobreza, inflación y tragedias sociales. El FMI
operaba como la Cruz Roja, pero la caterva de irresponsables -como hoy en
España- culpaba de los daños a los bomberos y no a los incendiarios. En el
mundo entero esta concepción estaba aniquilada pero Chávez desbarata la
apertura y reinicia una economía de controles autoritarios. Cualquier persona
informada lamenta lo que vive Grecia desde hace varios años, pero eso no será
nada comparado con la obra del triunvirato en Venezuela. Por eso es necesario
mantener la imagen de que existe una oposición sensata, apta, con los conocimientos
y la serenidad para recuperar la paz política y social, y que no continuará la
siembra del caos.
Organismos
internacionales y gobiernos, especialmente de la región, no deben tener la idea
errada de un país de desesperanza, sin futuro, en el que dos manadas de
trogloditas quieren resolver las cosas a palos, como Siria.
Los asesores de la salida deberían hacer un balance de su gestión sin autocomplacencia y evaluar cuánto contribuyeron sus consejos a la suerte de un grupo de valiosos dirigentes a los que tenían el compromiso hipocrático de ayudar.
El triunvirato
aprovecha el caos en las fuerzas opositoras para desgraciar dos importantes
líderes, que en vez de protección recibieron de sus asesores fuertes
inyecciones de irresponsabilidad. Se debe exorcizar el demonio del rencor y
hacer un esfuerzo épico en las confrontaciones que vienen, entre ellas la de
2015. El triunvirato está débil por su desastre, pero no derrotado.
El aumento
acumulado de los precios durante la revolución es de 963%, de los más altos en
un mundo en el que la inflación es un mal recuerdo y prueba esencial de la
incapacidad de los gobiernos.
MISTERIOS
DOLOROSOS
La
deuda externa de Venezuela que en 1998 era de $39 mil 900 millones, en 2013
llega a $104 mil 481 millones, un aumento de 162%, sin explicación racional
porque en el mismo período se produjo una explosión de ingresos, que pasaron de
$11 por barril a $106 por barril, cerca de 3 billones de dólares (3 millones de
millones). Pdvsa es solo nominalmente propiedad del Estado venezolano pues su
deuda es una hipoteca, al pasar de apenas $6 mil millones en 1998 a 40 mil
millones, un incremento de 467%, mientras el número de empleados saltó de 40
mil a 200 mil, es decir, 200%, para colmo con un descenso de la producción de 3
millones 300 mil barriles diarios a 2 millones 200 b/d, 27% menos. Pdvsa llegó
a ser la primera empresa mundial en productividad y calificación profesional, y
hoy su productividad por trabajador cae -27%.
¿No
sabe el triunvirato que revolucionarios curtidos, exguerrilleros, excomunistas,
torturados y encarcelados entonces, gobiernan conforme el sentido común, que
hasta Raúl Castro hace crecer la economía y fomenta la entrada de capitales?
Hoy el país entero reclama los cambios del librito y ya no tendrán a los necios
de entonces socavando "el neoliberalismo" y los "tecnócratas sin
corazón".
¿Por qué arrastran todo a la cuneta, incluso su propio partido,
para crear un marasmo de anarquía impredecible con medidas inconexas, torpes,
en medio del coro de acusaciones canallas y falsas contra todo el mundo?
¿Entienden que arrastran Venezuela a ser un Estado fallido?
El personaje de Dostoievski, un burócrata sin nombre, dice en Memorias del subsuelo: "creo que padezco del hígado. Pero no sé absolutamente nada de mi enfermedad. Ni siquiera puedo decir con certeza dónde me duele"
Carlos
Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@carlosraulher
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