Los actuales administradores del espectro
radioeléctrico del país son esos burócratas rojos rojitos que, una vez llegados
al cargo, abrieron la temporada de caza contra los medios privados de
comunicación, tratando de mostrase como simples técnicos, los cuales, en el
“estricto cumplimiento de la ley”, cierran televisoras y radios, ponen fin a
concesiones, sacan programas del aire, aplicando procedimientos administrativos
contra presentadores, productores y periodistas, crean mecanismos infames para
insertar gratuitamente propaganda
comunista del gobierno en la programación, hacen inspecciones y confiscan
equipos, o bien se presentan como promotores de grupos ciudadanos para el
control del contenido, de “fervientes vigilantes de la salud mental pública”, de
verdaderos “demócratas” de la comunicación que entendieron que el éter, los
cables, el torrente de información digital y los satélites son un bien
exclusivo del gobierno bolivariano socialista.
Todo ese aparataje burocrático, costoso y
altamente ineficiente, llamado Comisión Nacional de Telecomunicaciones
(CONATEL), es el disfraz institucional que oculta a la tenebrosa organización
de censura mediática que obedece a un solo hombre, el inquilino de Miraflores,
que no puede soportar la crítica de su forma de gobernar y entiende que, para
silenciar a la oposición, debe vetarle los medios de comunicación
independientes, es decir, tiene que acabar con la libertad de expresión.
CONATEL pretende ignorar cuál es el verdadero
significado de ocupar una frecuencia en el espectro radioeléctrico, o en la
grilla de programación de una cablera, que incluye la inversión de capitales,
la creación de empresas, de puestos de trabajo, de una variedad de servicios
públicos, de la formación de opinión pública, de la actividad publicitaria, de
la responsabilidad social que se genera, del mantenimiento y engrandecimiento
del patrimonio cultural, de la formación de valores, principalmente, el
ejercicio de dos de los derechos humanos fundamentales como son el libre
pensamiento y su expresión, y el de estar informados.
Todos estos funcionarios e ideólogos
funcionan sobre la base de un presupuesto nacional, de dineros públicos, que
canalizan de manera criminal para satisfacer las necesidades de propaganda y
desinformación del régimen, es decir, del partido del gobierno, el PSUV,
violando la Constitución, utilizando el dinero de todos los venezolanos para
producir y transmitir una visión sesgada de la realidad y que sólo conviene a
los intereses de unos pocos.
Detrás de esos eufemismos que el censor de
turno esgrime, de “democratizar el espectro”, de un “apego estricto a la ley” y
de que “los dueños de los medios no tienen argumentación legal”, se oculta la
más feroz arremetida contra los más caros principios democráticos de libertad y
diversidad de opinión; este gobierno fascista, nos está dando el más claro
ejemplo de lo que el lingüista norteamericano Noam Chomsky llama “la imposición
de una agenda” (agenda setting), que no es otra cosa que el interés de un grupo
dominante de imponer “su verdad” por medio del abuso, tratando de esconder lo
inocultable.
No contentos con la “hegemonía
comunicacional” - ese legado goebelsiano que intentan instaurar - acaparando
todos los medios de comunicación, por primera vez en nuestro país han dejado a
la prensa impresa sin papel, han utilizado el control cambiario, que está en
manos del gobierno, para negarle a las empresas editoras el acceso a los
dólares que necesitan para importar el papel, recurso clave en la producción de
diarios, libros y revistas, pero además, con la administración de las aduanas
en sus manos, impiden que aquellas empresas, que han comprado bobinas de papel
en el extranjero y las traen por los puertos venezolanos, tengan acceso a las
mismas debido a que la nacionalización del material se hace impracticable.
Sólo el estado puede publicar sin problemas
en esta competencia desleal por la información, de allí que haya arruinado la
industria editorial, la de textos escolares por ejemplo, para imponer libros
obligatorios en las escuelas, contentivos de material ideológico y de
falsificación de nuestra historia, con el fin de manipular la educación de los
más jóvenes.
Todo ese trabajo diabólico de censura, de
mentiras, de ocultamientos, de desinformación, de propaganda, de manipulación y
guerra psicológica sólo es posible en una dictadura; los engranajes
trituradores de la libertad de expresión trabajan las 24 horas para sofocarla,
utilizando como ariete el terror, con seguimientos y amenazas a periodistas,
con allanamientos a sus moradas, con asaltos en la calle con el conveniente
disfraz de hampa común, grabando sus conversaciones, permitiendo que los grupos
fanáticos al gobierno los acosen e insulten a través de los medios de
comunicación en su poder, presionando a sus empresas y superiores para que los
boten de sus trabajos.
Todavía escucho algunas opiniones, de
chavistas que me escriben, señalando que sí hay libertad de expresión el país,
pues mis escritos siguen apareciendo y sigo vivo y en libertad; argumentan que
en una dictadura no existiría tal posibilidad y no se dan por enterados del
ambiente de violencia y amenazas en que los periodistas libres e independientes
tenemos que trabajar y vivir; lo que sucede es que el gobierno tendría que
hacer una verdadera matanza para acallar todas nuestras voces, tendrían que
habilitar estadios completos para enterrar a los que jamás callaremos ante la
ignominia.
Igualmente sucede con los periodistas
extranjeros que vienen a cubrir los sucesos de nuestro país, son acosados,
perseguidos, les roban sus instrumentos de trabajo, los golpean, los humillan y
los expulsan como personas non gratas sólo porque cumplen con su deber
profesional de informar; este gobierno quiere tender una manta sobre el país
para que nadie se dé cuenta de lo que está pasando, por eso en las cadenas, los
noticiarios oficiales, las explicaciones de los funcionarios y la propaganda
“todo está bien”, “excesivamente normal”, “aquí no pasa nada”…
Desde el Ministerio de Información y CONATEL,
todas esas asociaciones de usuarios de medios chavistas que hacen de “sapos”
contra el periodismo libre, todo ese aparataje de medios de comunicación al
servicio del régimen, radios comunitarias, pasquines de la revolución, de su
guerrilla comunicacional, grafiteros, servicios de inteligencia, prensa
internacional comprada, plumas mercenarias y estrategas cubanos del G-2,
canales de televisión del Estado (incluyendo Globovisión) que tanto daño le han
hecho al gremio de periodistas, en sus escuelas en las universidades y en sus
puestos de trabajo, perpetran un crimen colegiado contra la sociedad
venezolana; sus perpetradores no son demócratas ni periodistas.
A pesar de que cada día se apagan las luces
de la información, se cierran ventanas para el mundo y se amordazan las voces
del disenso, estudiantes y periodistas estamos dando la lucha fundamental en el
frente de batalla; muchos de mis colegas, al final de cada jornada de terror,
publican sus recuentos de los sucesos del día, los listados, los crímenes y las
violaciones a nuestros derechos, para que el mundo pueda conocer las infamias
del socialismo chavista. Mi llamado es para que todos los venezolanos sigamos
luchando por nuestras libertades, hombro a hombro, hasta alcanzar la victoria,
que significa una sola cosa, haber salvado a Venezuela del comunismo más
retrógrado desde que Joseph Stalin tomara el poder en la Rusia del siglo
pasado. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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