Estamos
inmersos en aguas pantanosas que dan la sensación de una inmovilidad casi total
con elementos reiterativos y una sensación de desorientación que recrean los
espejismos desérticos.
El
régimen ha diseñado un plan estratégico con rigurosidad de reloj suizo.
Mantiene el proceso de diálogo, cansón y desgastador, con la MUD casi en el
limbo.
Suceden suspensiones de encuentros y un manto de silenciosa complicidad
cubre las expectativas de media Venezuela.
Ejerce actos de gobierno en áreas
sensibles para muchos a "paso de vencedores", verborrea fatigosa de
anuncios de nuevos planes económicos – sin que se le pueda ver el queso a la
tostada – manteniendo en agónica espera las resultas de los mismos.
Aplicando
la represión generalizada a los distintos frentes de protesta pacífica, entre
gallos y media noche y algunos a pleno sol, tratando de desarticular el
movimiento liderizado por los estudiantes. Con la complacencia de los
facilitadores de Unasur – no del Vaticano – potencian la versión de que ha sido
un éxito el diálogo porque ha impedido más muertes.
Continua el proceso cuasi
clandestino en la Asamblea Nacional para elegir a algunas autoridades cuyo
mandato está vencido. En fin, una operación tenaza perfectamente planificada
para asfixiar la protesta de calle con la
tácita aprobación silenciosa del dialogante opositor.
Estos
hechos en pleno desarrollo parece no importarle a la MUD porque continúa
entendiendo que su rol es el de seguir siendo un mínimo común denominador para
concertar voluntades en torno a un proceso electoral y sus ingredientes
fundamentales: Plan de Gobierno y acuerdos unitarios para elegir los candidatos
a Presidente, parlamentarios, gobernadores, alcaldes y concejales. Este rol,
válido para el momento en que se constituyó y en los procesos siguientes ha
llegado a un punto de quiebre.
Lo que está en juego ahora no es la selección de
un nuevo candidato opositor para unas elecciones presidenciales porque para
2019 falta mucho tiempo. Tampoco para gobernadores, alcaldes y concejales
porque fueron recién electos.
La confrontación electoral más cercana
corresponde a las elecciones parlamentarias pautadas para finales de 2015. Un
eventual proceso revocatorio tendría ocasión en 2016. Pudiéramos concluir
entonces con dos premisas. La primera se refiere a que no se trata de un
problema de forma sino de fondo. Lo segundo, es justicia hacerlo, es
reconocerle a la MUD su valiosa actuación no exenta de errores pero, a grosso
modo, catalogarla como positiva por ahora.
La
MUD debe entonces replantear su rol en las actuales circunstancias. No se trata
ya de armonizar esas voluntades de nuevo para ir a un proceso electoral y
obtener la victoria. Este objetivo es diáfano, sólido y aplicable en cualquier
país del mundo que garantice a los contendores una lid democrática. El caso es
que los venezolanos no lo tenemos en la actualidad, como no lo tuvimos en los
últimos años, ni lo tendremos en el futuro, las garantías suficientes para que
la participación en las contiendas electorales futuras y el desenvolvimiento
del régimen en la vida republicana diaria sea hecha de acuerdo a la
reestructuración plena de los poderes públicos venezolanos -algunos vencidos,
otros próximos a vencer- pero todos envilecidos por una conducta no acorde a
los términos constitucionales que nos rigen.
Ya hemos escrito sobre lo que
debería ser la conformación interna del CNE y TSJ, como debe ser y funcionar la
justicia penal en particular y la aplicación del derecho en general. Quien debe
encabezar la Fiscalía General de la República, Contraloría General de la
República y la Defensoría del Pueblo. Si esto no lo aclaramos ahora, a través
del diálogo como factor de Negociación Política cuyas consecuencias deben ser
tangibles de inmediato. No habría necesidad de promulgar ley de amnistía porque
se viviría en estado de derecho. En los casos dudosos jurídicamente, el
Presidente podría aplicar la discrecionalidad del indulto.
Si el gobierno no conviene en la reestructuración de estos poderes públicos –que no lo pondría en desventaja alguna – y de esta manera garantizarles a los venezolanos la confianza plena de que sus derechos no serán conculcados nuevamente, nos encontraríamos con una cruda realidad que debemos afrontar con todos los riesgos que ello implica.
Con
la MUD o sin ella, de producirse la reiteración conductual del régimen, debemos
hacer un llamado a la constitución de un Frente Nacional amplio, con los
partidos políticos, los estudiantes, los obreros, las ONG y en general a la
sociedad civil para aplicar a todo evento el artículo 350 constitucional:
"El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por
la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen,
legislación o autoridad que contrarié los valores, principios y garantías
democráticos o menoscabe los derechos humanos".
José
Rafael Avendaño Timaury
cheye36@hotmail.com
@cheyejr
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