El mejor y fructífero
diálogo que se puede dar en estos tiempos es el de policías y estudiantes, sin
duda sacaríamos grandes conclusiones y quizás mejoraría la situación actual en
el país, confrontando a los victimarios con sus propios verdugos. Deberá ser
una confrontación pública para conocer finalmente quienes colocan las guarimbas
y quien ordena los abusos y las torturas a los estudiantes venezolanos.
La situación actual no puede excluir en mesa de diálogo a ningún venezolano en la tormentosa lucha que se libra en las calles y en cada uno de los estados del país, unos guardando silencio cómplice, otros lanzando consignas y alarmas por estos aciagos días que vivimos, con un saldo de más de 40 muertos, una llamada guerra civil en episodios lentos, lamentables, tristes y sangrientos.
No se debería excluir
tampoco en el diálogo a las amas de casa, (no políticas) son ellas las que
sostienen sus hogares solas y además tienen que someterse a las colas para
comprar alimentos, bien sea en Mercal o
Pdval, en horas de la madrugada o en los supermercados cuando por obra y gracia
aparecen los más elementales productos de la canasta alimenticia, harina pan,
leche, café, mantequilla, aceite, para mencionar solo los de mayor demanda.
Médicos y pacientes completarían el diálogo en el abanico de victimas
protagonistas de la caída aparatosa del país y los desaparecidos insumos básicos
para la atención de la población.
Verdaderamente que un
gobierno con tantas precariedades y el descontento total de la población no
rinde, más bien luce dentro de la geografía universal como una tragedia, sobre todo por sus gobernantes
al insistir en que todo va bien con una
economía comprometida adentro y afuera del territorio. Como también es una
monumental falsedad decir que en Venezuela siempre hubo escasez. No es cierto,
lo que hubo fue mala administración de los recursos como los hay ahora, y peor aún,
cuando lo que le corresponde a cada venezolano, lo saborean extranjeros aliados
al sistema.
Si quieren y queremos paz, tenemos que dar un paso al
frente y cada representación de la sociedad, (no política) debería ocupar su
lugar en la mesa de diálogo para exponer el calvario de problemas que sufre la
población. Estamos refiriéndonos a policías nacionales con estudiantes, amas de
casa, gente de clase media que pasó a ser pobre, médicos, educadores,
desempleados y por supuesto los colectivos para identificarlos sin las
capuchas. Solo así cada venezolano podrá calibrar si el régimen está en
capacidad de ofrecer soluciones, comprometiéndose con el pueblo y no con los
intereses políticos internos y foráneos.
No hará falta una comisión de la verdad. Muchos apostarían por la firmeza del pueblo cuando se exprese, no con un voto cada cierto tiempo, sino con voz para decir cómo queremos que nos gobiernen y a la vez exista una economía justa y equilibrada. Sería un gran reto para el régimen ya que dice ofrecer todo lo mejor para el pueblo. Se abren las apuestas para la justicia.
Susana Morffe
@susanamorffe
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