El tema del diálogo, como lo expresaría un
verdadero Presidente de un verdadero parlamento, una vez que tanto se ha
hablado del asunto pero sin entrar en las profundidades de la crisis que
vivimos, en lo político, económico y social, valga decir, en todo, "está
suficientemente debatido."
Lo grave de ese debate, tan indefinido que
parece inconcluso, es que no se centra en los problemas centrales de la crisis
general que padece la Nación. En efecto, es que las características que parecen
ser la razón del fulano diálogo, nada tienen que ver con esa tremenda y
peligrosa crisis. Algunas personas, muy sensatas, han apuntado sobre varios
elementos que son indispensables si es que, en verdad --cualidad extraña para todo comunismo-- de lo que se trataría en un diálogo para
enfrentar la terrible crisis mencionada, sería, además de las acertadas
observaciones ya realizadas con acierto, hay temas de fondo que no han sido
tomados en cuenta hasta donde quien esto escribe está informado. Veamos cuales
son:
Primero:
inmediata salida del territorio nacional de todos los actores cubanos
que dirigen funciones militares, de supuestas asistencias sociales (las que en verdad existen son sumamente precarias
y atrasadas) y de manejo de instituciones que no tienen por qué estar en manos
de extranjeros, en este caso de cubanos. Tengo la convicción de que no hay
verdadero venezolano que no rechace el ver nuestro país, como dijo Cipriano
Castro (quien pese a su condición de tirano era venezolano 100 por ciento) que
"la planta insolente del extranjero ha osado ollar el sagrado suelo de la
Patria."
Segundo: inmediata suspensión de los
atropellos, prisiones y torturas a las que han sido sometidos, en su mayor
parte, los jóvenes venezolanos, independientemente de su pensamiento político.
Tercero:
renovar de manera total los órganos de poderes públicos que están en
manos de quien ejerce la jefatura del Estado, para sustituir a los
incondicionales del régimen por ciudadanos calificados y reconocidos por su
honestidad y por su saber de las materias que esos órganos manejan.
Cuarto:
convocar de manera lo más inmediata posible, a elecciones para que un
venezolano confiable y honesto ocupe la Presidencia de la República y escoja
Ministros honestos y venezolanos quienes, sin sombras de dudas, ejerzan sus
funciones con conocimiento, acierto y honestidad.
Quinto: que ese Presidente, reorganice las
FFAA venezolanas para que cumplan sus funciones miliates y, así, recuperen la
confianza y el prestigio que, lamentablemente, han sido perdidos.
Sexto: liberar, de manera inmediata, todos
los presos políticos que hay en el país.
Séptimo:
recoger todas las armas que se encuentran en manos de personas que no
deben tenerlas para propósitos algunos.
Estas siete condiciones deben ser las bases
resultantes de cualquier diálogo que conduzca a nuestro país todo, el disfrute
de la paz y la seguridad de una Nación que lo único que quiere es vivir en
democracia.
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello
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