En estas páginas el señor
Alberto Rodríguez Barrera hizo un análisis de la segunda división de AD en
1961. En dicho análisis comete inexactitudes históricas y colofón, algo
perverso, que a más de cincuenta años de los hechos narrados, merecen otra
interpretación que la suya.
Esta primera diferencia, indudablemente, ideológica surgida entre ambos significó y trajo consecuencias definitorias en la vida de AD. El Federalismo y la elección directa de gobernadores estaban consagrados en las tesis originarias del partido y antes de llegar al gobierno dicha premisa no era discutida por ninguno. Triunfo, como era de esperarse, la tesis oficial, cuyo modo de proceder en las constituciones de 1953 y 1961 estuvo vigente hasta los finales de la década de los años 80, cuando se volvió a plantear de manera pública la elección directa de los gobernadores y se consagro de manera definitiva hasta la actualidad.
Esta confrontación de ideas
surgidas entre Rómulo Betancourt y Raúl Ramos Giménez, provocó a nivel
interno estupor, porque se horadó y
confrontó la autoridad del máximo dirigente, cuando su ascendencia y liderazgo
parecía inquebrantable. Tambien ocasionó que se empezaran a nuclear alrededor
de Ramos Giménez, importantes sectores del partido a nivel nacional y regional
que empezaron a ver con preocupación cómo el partido dejaba de lado posturas
ideológicas por cálculos pragmáticos. No era que Raúl propiciaba un concepto
ideológico distinto al que tenía AD, a quien siempre consideró idónea para
lograr un proceso de liberación nacional genuino, sino la necesidad de la
consecuencia doctrinaria.
Esta diáfana posición también ocasionó un
entendimiento circunstancial ideológico entre Betancourt, quien ya desde la
década del 30 se había distanciado definitivamente de lo que significaba la
Tercera Internacional y fundamentalmente los postulados estalinistas, y algunas
personalidades que militando en AD, tenían un pensamiento y concepción marxista
leninista. Esta corriente, se estructuró formalmente en la década del 50 y
efectivamente planteaba a nivel interno una confrontación ideológica que
contrariaba los postulados originales de AD y que dio origen a la primera
división producida en abril de 1960 a través del MIR.
La primera crisis interna de AD
comenzada en 1946 por los motivos ya enunciados y otros sobrevinientes, culminó
de manera áspera en 1948 cuando - por instrucciones de Rómulo Betancourt, líder
máximo del partido pero fuera ya de la Presidencia de la Junta Revolucionaria
de Gobierno, porque la presidencia era ejercida por Rómulo Gallegos – ordeno,
luego de debates internos y la aplicación del remoquete de arsistas, por
aquello de “permítanos pensar por usted”, la expulsión definitiva de AD a
importantes líderes emergentes, como lo eran Jesús Ángel Paz Galarraga en el
Zulia, más de sesenta en el Estado Mérida, Yaracuy, Lara, Falcón, Miranda y
Distrito Federal entre otros Estados. El único que no fue expulsado, sino
pasado a Tribunal Disciplinario y sustituido como Secretario General del
Partido en Caracas, fue Raúl Ramos Giménez. A los pocos días de esta primera
crisis importante del partido, aconteció el 24 de noviembre de 1948 con el derrocamiento de Rómulo Gallegos como
Presidente Constitucional de Venezuela. Ese mismo día, Ramos Giménez, líder
cuestionado por la mayoría de su partido fue a Maracay con Valmore Rodríguez,
Presidente del Congreso Nacional, y otros con la finalidad de impedir la
ruptura constitucional tratando de constituir gobierno. Fueron detenidos y
encarcelados. Estando preso en la Cárcel Modelo de Caracas orientó a sus
seguidores a que se incorporaran de
inmediato al partido en la clandestinidad y que todos los esfuerzos se destinaran al derrocamiento
de la dictadura incipiente. Que en época de legalidad, de nuevo se
replantearían los problemas y las causas de la caída del gobierno.
En 1950 y contrariando el veto
impuesto por Betancourt de no permitirle el ingreso clandestino a Venezuela por
intermedio del aparato partidista, decidió ingresar por su cuenta y riesgo al
país a través de la Goajira acompañado de Jesús Ángel Paz Galarraga, quien fue
apresado en Maracaibo y detenido hasta la caída de la dictadura. Raúl siguió
rumbo a Caracas donde se incorporo al aparato clandestino con la aprobación
libre de presiones de Leonardo Ruiz Pineda, Secretario General.
En el ejercicio de la actividad
clandestina fue fiel ejecutor de su posición política de no procurar
enfrentamientos internos. Estuvo al frente del sector del partido encargado de
los contactos con militares activos, demócratas y no afectos a la dictadura
donde hizo importante gestión de liderazgo. Para ese entonces también había
surgido una corriente interna ya estructurada, identificada con el marxismo
leninismo. Ruiz Pineda designo a Ramos Giménez, sobre quien no podría
acarrearse dudas sobre su posición interna por sus antecedentes, para mediar
con algunos de los jóvenes marxistas y procurar
lograr acuerdos que no entorpecieran la lucha clandestina debido al
enfrentamiento con otros jóvenes que no compartían la ideología neo comunista
como Manuel Alfredo Rodríguez, JJ Álvarez y Juan Pablo Peñaloza. De los primeros, el Curro Guillen, José
Vicente Abreu y Manuel Caballero, abandonaron el partido y se incorporaron al
Partido Comunista. El resto de esos jóvenes, otros no tanto, comprometidos con
el marxismo leninismo siguieron hasta 1960 en AD y formaron tienda aparte con
el MIR.
Para 1957 y 1958 estaba
previsto el ingreso al país de manera clandestina algunos dirigentes, para ese
entonces con el visto bueno de Betancourt, la mayoría del ARS o arsistas. El 23
de enero abortó esos planes. El regreso a la democracia y a la legalidad
partidista aconteció vertiginosamente, se nombraron autoridades internas
consensuadas y hubo necesidad de designar candidato presidencial. Rómulo
Betancourt resultó el candidato y pese a algunas reservas que fueron planteadas
en la Convención Nacional con hidalguía y sin oportunismos, el arsismo con su
jefe a la cabeza fue pieza fundamental en el triunfo electoral de 1958. AD
tenía tres corrientes internas delineadas. La vieja Guardia, seguidora incondicional
de Rómulo Betancourt, la “mafia” o rosada dirigida por Domingo Alberto Rangel y
el ARS, dirigido por Raúl Ramos Giménez.
La escisión del MIR de 1960
declarado marxista leninista esta clara y no tiene discusión, efectivamente
existía un conflicto ideológico cuya consecuencia era perfectamente predecible.
El ARS planteaba una actitud
crítica a lo interno, donde ya se observaban desviaciones, con una actitud
solidaria con el régimen en lo externo, consciente de la delicada situación de
inestabilidad política reinante. Internamente había venido consolidando una
mayoría indiscutible en los diversos estamentos del partido. A nivel militar en
1959, por ejemplo, había cerca de un centenar de oficiales y sub oficiales en
retiro y disponibilidad que habían perdido su carrera y venían de cárceles y
exilio por ser consecuentes en la lucha anti dictatorial. Recuperada la
democracia y Betancourt presidente en ejercicio se planteo que era
incuestionable, desde el punto de vista legal, ético y político la reincorporación
de esos oficiales y sub oficiales a las Fuerzas Armadas. El Presidente de la
República, oída la recomendación del Comandante General del Ejercito general
Marco Aurelio Moros, se oponía a tal decisión. Raúl Ramos Giménez, a la sazón
Presidente de la Comisión de Defensa del Senado procuró y obtuvo que la medida
fuera aplicada y la mayoría de esos oficiales y sub oficiales fueron reincorporados y tuvieron una actitud
destacada en la lucha por el mantenimiento de la democracia atacada desde la
extrema derecha y la extrema izquierda.
1960 y 1961, en sus respectivos
procesos internos significaron la consolidación de una mayoría arsista en los cuadros de dirección
política (CDN y CEN) sin que ello significara aplicación de aplanadora alguna, respetando jerarquías de personalidades no
copartidarias.
La convención Nacional pautada
para 1962 presentaba un cuadro irreversible afecto al arsismo, esa realidad
palpable revestía de una importancia crucial para el partido y para el país,
como lo era la designación del candidato presidencial del partido para las
elecciones de 1963. Esa mayoría arsista no significaba que consecuencialmente
el candidato y seguro Presidente de la República iba a ser Ramos Giménez, pero,
obvio, era una posibilidad, por cierto no procurada por Raúl. Esto encendió las
alarmas en Miraflores, se instruyó con precisión a darle la “patada a la mesa”
e inducir la división y de esta manera sacudirse definitivamente de personas
cuestionadoras.
En 1964 y 1965, luego de la
derrota electoral, Raúl Ramos Giménez, con su alta calidad humana y sus dones
de jefatura política incuestionables, hizo pública su decisión de incorporar a
sectores de la izquierda, derrotados política y militarmente en el proceso de
insurrección armada, con el propósito de constituir un partido de izquierda no
comunista cuyo ideario político e ideológico fue el llamado Nacionalismo
Revolucionario. El PRIN se constituyo con el arsismo original, sectores
provenientes del MIR encabezados por Domingo Alberto Rangel y de La escisión de
URD dirigidas por Luis Miquilena y José Vicente Rangel. Esa experiencia
unitaria, conformada por un equipo político impresionante para la época,
naufragó y se deshizo en forma amistosa, acordada con sindéresis y
desprendimiento para no protagonizar espectáculos dolorosos ante la opinión
pública.
Raúl Leoni fue presidente;
Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa no pudieron serlo; Carlos Andrés
Pérez y Jaime Lusinchi fueron Presidentes; Luis Piñerúa Ordaz, Luis Alfaro
Ucero y Claudio Fermín no pudieron serlo. Esto fue producto en parte y como
consecuencia por los hechos narrados en este artículo para que cada quien, con
la tranquilidad y frialdad que conlleva el tiempo transcurrido, saque sus propias conclusiones.
Raúl Ramos Giménez falleció el 26 de abril de 1973, lúcido, activo y
preocupado por el ahondamiento de la
Crisis Nacional, siempre dispuesto a
seguir luchando con sus principios e ideales de siempre.
A manera de colofón. La
identificación y consecuencia a los principios no se pueden contrastar, ceder
ni negociar ante pragmatismos acomodaticios
elevados a rango de doctrina porque vulneran principios éticos y de
honestidad política irrenunciables. Ser auténtico consiste en armonizar lo que
se predica con lo que se practica.
Jose R. Avnedaño T.
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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