Toda conspiración tiene sus semillas echando
raíces años atrás de la explosión definitiva. Van creciendo los movimientos
rebeldes, los hombres descontentos se organizan y al final las mayorías guiadas
por líderes con ascendencia se imponen.
La Capitanía General de Venezuela había visto
perturbada su paz colonial por primera vez con el movimiento de José María
España y Pedro Gual, en 1799. Era Gobernador Manuel de Guevara y Vasconcelos,
quien ejerció el cargo entre 1798 y 1807. Fue este Gobernador quien hizo
ejecutar a España, quien hizo acuñar la primera moneda caraqueña, quien
gobernaba cuando un venezolano nacido en Guacara, Francisco de Ibarra, fue
nombrado primer Arzobispo de Caracas y también le tocó enterrar al prelado en
1806.
Guevara y Vasconcelos tenía especial alergia
por estos criollos alzados que querían gobernarse localmente, aunque sin dejar
de proclamar su fidelidad a la corona española. El más detestado era Francisco
de Miranda, un blanco de orilla que había ganado galones en la revolución francesa
y había osado tratar de invadir el territorio venezolano por Ocumare, en 1806.
Los mantuanos se alzan
Guevara y Vasconcelos murió en Caracas en
1807 y se encarga provisionalmente su segundo, el Teniente del Rey, Juan de
Casas. Las noticias que llegaban a la provincia americana desde Europa eran
alarmantes: en Bayona, Francia, Napoleón Bonaparte había invitado a una
"conferencia" al rey español Carlos IV, a la reina María Luisa y al
heredero Fernando. Terminó apresándolos y colocando en el trono español a su
hermano José, a quien por su afición a la bebida los españoles llamaban
"Pepe Botella".
A raíz de estos sucesos, las colonias
americanas, apoyadas por los ingleses, que así aprovechaban de hacerle la
jugada a su archienemigo Napoleón Bonaparte, comenzaron a formar unas juntas de
apoyo a los derechos de sus reyes.
En Caracas, la clase social de los criollos
(nacidos en la colonia pero descendientes de españoles), llamados también
"mantuanos" por los mantos que distinguían a sus mujeres, trataron de
constituir una Junta de Gobierno que rigiera la Capitanía General de Venezuela
y desconociera la autoridad de la España de Bonaparte. A La Guaira arribó el buque francés
"Serpent", cuyo capitán pretendió que el gobernador encargado De
Casas reconociera la autoridad francesa. El traductor de semejante petición era
el profesor Andrés Bello, políglota que tenía entre sus funciones la traducción
del Times de Londres y de periódicos franceses que de vez en cuando llegaban en
las encomiendas.
La milicia española y el criollo José Félix
Ribas enfrentaron la tripulación del barco y la gente salió a las calles a
manifestar su apoyo a Fernando VII, quien para ese entonces había aprovechado
la abdicación forzada de su padre y se había refugiado con sus leales. Los
"grandes cacaos" (los más ricos, llamados así porque la fuente
principal de su riqueza provenía del cultivo de ese fruto) se declararon en una
especie de Junta Provisional de Gobierno, mientras el gobernador De Casas
actuaba con doble cara, por una parte rechazaba a los franceses pero por la
otra se opuso a la formación de esta junta.
Sin embargo, el Cabildo Municipal de Caracas
apoyó a los mantuanos y De Casas estaba perdiendo la partida cuando apareció en
La Guaira un buque inglés que apresó al de los franceses. Los mantuanos
conspiraban en la Cuadra de los Bolívar, y ya hablaban de expulsar no solo a
los franceses sino también a los españoles. De Casas reprimió el alzamiento y
encerró a algunos en los calabozos del castillo de La Guaira mientras que exilió
a otros en sus haciendas fuera de Caracas.
Pero De Casas no sabía cuál opción tomar
debido a lo incierto del panorama político en la provincia y terminó aprobando
con el Ayuntamiento la idea de una junta que, sin embargo, no se atrevió a
presidir. Fue entonces cuando se trajo una imprenta a Caracas para editar un
periódico que contrarrestara los rumores.
Entre los mantuanos comenzaron las
divisiones: mientras los mayores pensaban en preservar los derechos de Fernando
VII, los más jóvenes querían una revolución a la francesa, inspirados por
Francisco de Miranda, buscando la independencia total de España.
En 1808 se revela la Conspiración de los
Mantuanos cuando aparece un documento con 45 firmas, entre ellas las de José
Félix Ribas, Antonio Fernández de León (que después sería el Marqués de Casa
León, quien traicionaría los ideales independentistas), el marqués Fernando
Rodríguez del Toro, José Tovar y Ponte, Mariano Montilla, Pedro Palacios
Blanco, Juan Nepomuceno Ribas, Luis López Méndez, Nicolás Anzola, entre otras,
quienes pedían la creación de una Junta Suprema de Caracas.
Todos ellos fueron juzgados pero finalmente,
sobreseídos. En mayo de 1809, Don Juan de Casas hizo entrega de la debilitada
autoridad española en Caracas al capitán Vicente Emparan.
La semilla de independencia ya había pegado
en el ánimo de los jóvenes criollos.
El nuevo actor
Era su segunda vez en Venezuela, pues había
sido gobernador de Cumaná desde 1796 hasta 1804, donde ganó fama de liberal e
incluso de afrancesado. Recibió a los científicos Alejandro de Humboldt y Aimé
Bonpland cuando iniciaron su periplo americano en Cumaná en 1799. Al terminar
su gestión regresó a España; en enero de 1809 recibió el nombramiento de
capitán general de Venezuela, pero la tierra que conoció anteriormente había
cambiado.
La agitación dominaba el ambiente cuando el
nuevo Capitán General se instala en la que fuera la casa de don Domingo
Rodríguez de la Madriz, en la actual esquina de Las Madrices. A pesar de los
susurros, la relación de Emparan con la sociedad caraqueña fue amistosa y tal
vez eso fue lo que salvó su vida en los terribles momentos que le tocaron en su
primera Semana Santa en suelo caraqueño.
El 2 de abril de 1810 el Capitán General había confinado en sus haciendas a un grupo
de muchachos "cabezas calientes", entre otros a Simón y Juan Vicente
Bolívar, cuando por una delación se descubrió la llamada "conspiración de
la Casa de Misericordia". Emparan sabía la orientación que llevaban y
tenía información de las reuniones que entre la noche del 18 y la madrugada del
19 de abril se habían realizado para planificar acciones durante la sesión del
Cabildo el Jueves Santo.
Cuando durante la sesión el Capitán General
se dio cuenta que la discusión tomaba un giro peligroso para su autoridad, se
levantó y adujo que a las 9 de la mañana comenzaban los oficios del día santo y
debía asistir. Atravesó con su comitiva la Plaza Mayor, seguido por miembros
del Cabildo y por un pueblo que comprendía que algo pasaba. Comenzaron a
gritarle "¡A Cabildo, a Cabildo!", y fue entonces, al llegar a pocos
pasos de la puerta de la Catedral cuando Francisco Salias, con gesto decidido,
lo tomó del brazo para que regresase.
Momentos de tensión cuando los granaderos,
formados ante el templo, se prepararon para cargar en defensa de Emparan, pero
el capitán Luis de Ponte (pariente de los Bolívar y los Tovar) también estaba
en la conspiración y les ordenó quedarse firmes, por lo cual Emparan comprendió
que el complot contra su autoridad estaba consumado. Así regresó al Ayuntamiento
donde ocurrieron los hechos que lo depusieron del mando.
El 19
de abril de 1810 se produjo el primer golpe de estado exitoso de la historia de
Venezuela, pero en principio no fue a favor de la Independencia, sino en
defensa de los derechos del rey de España. Pronto esa realidad cambiaría para
tornarse en apenas meses en un movimiento independentista bélico.
Golpe consumado
Cuentan que por su ventana en la esquina de
Las Madrices, Emparan oía una tonada que las caraqueñas cantaban como arrorró a
sus hijos: era el cántico de "Doñana", pero con una letra diferente.
Le dijeron que esa letra había sido escrita por Lino Gallardo y el propio
Andrés Bello. Años después se atribuyó a Vicente Salias y Juan José Landaeta.
Hablaba de un ejemplo que Caracas dio: romper cadenas, decía la canción, y no
precisamente en defensa de la Independencia, sino de los derechos del rey de
España, de manera que el despotismo a que se refiere es el revolucionario
proveniente de Francia. Ésta es la historia.
Don Vicente Emparan murió en el Puerto de
Santa María, en España, el 3 de octubre de 1820. Vivió 73 años, que para su
época era mucho, pero no vivió para ver la independencia definitiva de la
tierra que él gobernó en nombre de España.
A Venezuela le quedarían después del 19 de
abril de 1810, años de guerra y muerte hasta que el 3 de agosto de 1823, el
general Francisco Tomás Morales firmara la Capitulación del ejército español en
la casa que había sido residencia oficial de los gobernadores españoles de
Maracaibo y que hoy se llama Casa de Morales o de la Capitulación.
Charito
Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
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