En
días pasados, una sobrina próxima a graduarse de Bachiller me soltó de
improviso esta pregunta: Tío, ¿por qué llaman a algunos gobiernos
forajidos?.Intrigado por su pregunta, le mostré mi curiosidad de la razón de su
interrogante, a lo cual me contestó que era porque en la institución en la cual
cursa estudios, sus compañeros tenían distintas versiones y ella deseba conocer
la mía, por mi profesión de periodista.
Comencé por hacer una biopsia política de los acontecimientos que en los últimos 15 años se vienen sucediendo, para responder su pregunta y de seguidas le expliqué que son denominados “Estados forajidos”, aquellos que tienen gobiernos que permiten la violación de los Derechos Humanos; niegan los derechos ciudadanos y son incapaces de sostener el orden legal; manipulan la administración de la justicia; carecen de legitimidad democrática; aplican el terrorismo de Estado y se encuentran inmersos en la corrupción, entre otras tantas depravaciones que violentan el orden legal interno.
Dicha
pregunta dio pié para tocar el tema en la presente columna.
Nunca
antes en la historia de nuestro país, el caos se había convertido en un virus
mortal que está desarticulando todas las arterias vitales que sustentan la
estructura social de la nación, los principios éticos y espirituales, los
valores morales y cívicos que constituyen el pedestal sagrado que alimenta e
impulsa el civismo, el desarrollo y la grandeza de los pueblos, lo cual ha
obligado a que valerosos jóvenes estudiantes apoyados por la sociedad civil,
hayan tomado la bandera de la dignidad para evitar que este régimen termine de
destruirlo todo, cual fístula repugnante que se extiende desde la cabeza hasta
los pies, y por eso la urgente necesidad de extirparla para evitar prosiga su
acción devastadora.
El
país nacional clama por una paz que le permita sin distingos de clases
sociales, razas, colores partidistas, religión, ni nada por el estilo, volver a
los tiempos en los que “todos éramos felices, pero no lo sabíamos” y hoy por
supuesto la añoramos con vehemencia. Por qué una cosa es cierta, los
venezolanos somos y siempre lo hemos sido: tiernos, cariñosos, afectuosos,
amorosos con propios y extraños, sin complejos de ninguna naturaleza, y estas
virtudes naturales, por llamarlas así, han adornado el gentilicio del cual nos
sentimos orgullosos.
No
se puede admitir que quien ocupa el solio presidencial en Miraflores desde hace
un año, estime que solo está
comprometido con sus conmilitones y la otra parte, mas de la mitad sea
despreciada y groseramente descalificada y tildada de apátrida, pitiyanqui,
ladrones de siete suelas y agravios en medio de eructos televisivos en cadena,
demostrando en consecuencia incapacidad y desconocimiento de lo que significa
gobernar un país, amén de su persistente renuencia para rectificar los errores
que lo están llevando a teñir de sangre los caminos de la Patria y cubriendo de
dolor y lágrimas los hogares de las familias venezolanas.
No
hay duda alguna de que este régimen es el causante directo de la profundización
de la crisis económica, la cual achaca a la “derecha burguesa de la oposición”
y que califica de “guerra económica”, como pretendiendo esconder tanta
improvisación que ha originado una crisis política, social y económica de
imprevisibles consecuencias a corto plazo, según connotados y expertos
economistas que van más allá, para afirmar que no hay vuelta atrás.
Un
gobierno que se precie de ser democrático, no puede ni debe reprimir feroz y
brutalmente a jóvenes estudiantes y sociedad civil, por el solo hecho de
protestar a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, aduciendo que
estos hechos han causado hasta la presente fecha más de 42 venezolanos
fallecidos y varios centenares de heridos, cuando la mayoría de las víctimas
han caído bajo las balas de quienes defienden ardorosamente el socialismo
bolivariano del siglo XXI, representado genuinamente por los llamados
colectivos. No solo se le miente al país, sino que se engaña a su propia gente,
que cada día se decepciona de escuchar como loros el mismo mensaje y peroratas
políticas, alabando el socialismo con discursos radiales y televisivos del
fallecido Chávez, arropado desde hace un año en el sueño eterno en el Cuartel
de la Montaña.
Preocupa
hondamente la implantación del terrorismo de estado, crimen que está
ensombreciendo el horizonte de la Patria, con grave afectación para la
seguridad y tranquilidad ciudadana, que requiere de garantías y no un gobierno
que apela a la violencia para imponer su hegemonía. Con gobiernos forajidos no
existe presente ni futuro para el país y las crisis tienden a tornarse
insoportables, además de que el desarrollo sustentable no se alcanza únicamente
llegando a acuerdos con los responsables de tanta atrocidad contra los derechos
humanos y del patrimonio de la nación.
Ya
no nos asombra absolutamente nada de lo que pueda ocurrir en el decurso de los
acontecimientos, que desde que asumió el poder Nicolás Maduro vienen
ocurriendo, pero si estamos seguros de que estamos en presencia de un régimen
Forajido
que recurre al discurso clientelar político, aprovechándose hasta de las
circunstancias como la de enseñorearse diciendo que se trata de un “socialismo
bolivariano y cristiano”. ¡Ahora es cristiano por Dios!. No dudamos que la
gente se preguntará: ¿Con qué se come eso?, pues los rojos rojitos visten un
ropaje teñido del cuerpo virulento que los distancia del catolicismo, y muchos
de ellos se proclaman alegremente agnósticos.
¡A
otros pen…..drives con ese cuento.!!
Carlos
E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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A su completa opinión del Estado "Forajido" me permito agregarle, que en "Venezuela la lucha no es ideológica sino delictual"
ResponderEliminarJorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com