El
artículo que publicó el ilegítimo en el New York Times (1º. De Abril) es el
testimonio más gigantesco de hipocresía y cinismo que se registra en la historia política
venezolana. Estamos acostumbrados al doble discurso y a la táctica de atribuir
a los demás los desmanes, atropellos, abusos, que comete el propio régimen.
Pero que esa exhibición de impudencia quede registrada por escrito y además
publicada en el diario de mayor circulación del mundo la convierte en un hecho
que debería ser registrado en el libro Guinness como la más grande manifestación de caradurismo
jamás vista en el planeta.
El
artículo comienza afirmando que la cobertura por parte de los medios
internacionales de las protestas que tienen lugar en Venezuela distorsionan la
realidad del país y los hechos que rodean esos acontecimientos. Eso es quizás
lo único honesto que contiene el artículo porque demuestra que las protestas pacíficas de los
jóvenes y la oposición producen impacto más allá de las fronteras del país y
eso lo tiene grandemente preocupado.
Señala
que las Naciones Unidas han constatado que en Venezuela se ha reducido
considerablemente la desigualdad, pero no dice que eso no se debe a una
elevación del nivel de vida de la población humilde sino a una política
deliberada y criminal de empobrecimiento de la clase media. Además calla que
las Naciones Unidas le han exigido que enjuicie a los autores de los ataques de
la fuerza pública contra los manifestantes,
que la Organización ha expresado su preocupación por los colectivos armados
que actúan con impunidad cuando atacan a los opositores, que le preocupa
hondamente el amordazamiento de los medios y denuncia las detenciones de
jóvenes manifestantes y las condiciones humillantes en que se les mantiene
privados de su libertad.
Asegura
que su gobierno desarrolla programas ejemplares de salud y educación lo cual se
ha logrado “empleando los ingresos provenientes de petróleo” y lleva a cabo una
lucha contra el elevado nivel de criminalidad, para lo cual “ha creado una
nueva fuerza policial, promueve la cooperación entre la policía y la comunidad
y se ha remozado el sistema de prisiones”. Pero no habla de la tremenda
corrupción que acompaña la ejecución de los programas del gobierno.
Afirma
que la participación en la política se ha incrementado “dramáticamente” y que
como antiguo sindicalista cree “profundamente en el derecho de asociación y el
deber de asegurar que prevalezca la justicia mediante la expresión de los
intereses legítimos y los derechos de reunión y de protesta”. Renglón seguido dice que las protestas
anti-gobierno son obra “del sector más
rico de la sociedad para revertir los logros del proceso democrático que ha
beneficiado a la vasta mayoría de la población”
No
podía faltar la andanada de ataques infundados contra la disidencia:
“Manifestantes anti-gobierno han atacado y dañado físicamente clínicas, han
quemado una universidad en el estado
Táchira, han lanzado cocteles molotov y piedras contra los autobuses. También
han cargado contra otras instituciones públicas lanzando piedras y antorchas
contra oficinas del Tribunal Supremo, la compañía pública de teléfonos y la
oficina de la fiscalía general”.
“Los
protestadores persiguen un solo objetivo: el derrocamiento anticonstitucional
del gobierno. Esto lo dijeron claramente lideres anti-gubernamentales cuando
iniciaron su campaña en enero comprometiéndose a crear caos en las calles”.
Mientras
el ilegítimo se empeña en distorsionar la verdad y pretende engañar al mundo
exterior con su sarta de mentiras, en Venezuela la Guardia Nacional, la policía
política y las brigadas de asesinos asalariados y armados por el gobierno
arremeten con violencia y crueldad nunca vista en el país, ni siquiera en los
tiempos de las dictaduras más feroces del pasado.
Según
el balance oficial presentado por la fiscalía general, van 37 muertos (29
civiles y 8 miembros de los cuerpos de seguridad) 379 civiles y 180
funcionarios policiales heridos y 168
personas permanecen privadas de libertad. Las cifras no oficiales dan cuenta de
39 muertos y 1.764 jóvenes con libertad condicional.
Al
presentar su balance la fiscal general negó “que en Venezuela se violen los
derechos humanos” y aseguró que el gobierno “tiene como política la
preeminencia, la protección y el respeto de los derechos humanos” ¡Habló la voz
del amo!.
Las
imágenes y videos son el mejor desmentido a las mentiras que contiene el artículo del ilegítimo. Muchachos
con la cara desfigurada por las golpizas que les propinan los miembros de la
Guardia Nacional y las heridas con
perdigones y otros proyectiles disparados a quema-ropa son suficientes para
demostrar que ese gobernante disfrazado
de mansa ovejita pretende ocultar su
verdadera naturaleza de bestia salvaje,
despiadada y cruel que no vacila en
importar sicarios mercenarios cubanos y vestirlos como Guardias Nacionales para
ellos la vida de un venezolano no vale nada.
Adolfo
R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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