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lunes, 14 de abril de 2014

ADOLFO R. TAYLHARDAT, UN MONSTRUOSO TESTIMONIO DE HIPOCRESÍA


El artículo que publicó el ilegítimo en el New York Times (1º. De Abril) es el testimonio más gigantesco de hipocresía y cinismo  que se registra en la historia política venezolana. Estamos acostumbrados al doble discurso y a la táctica de atribuir a los demás los desmanes, atropellos, abusos, que comete el propio régimen. Pero que esa exhibición de impudencia quede registrada por escrito y además publicada en el diario de mayor circulación del mundo la convierte en un hecho que debería ser registrado en el libro Guinness como  la más grande manifestación de caradurismo jamás vista en el planeta.

El artículo comienza afirmando que la cobertura por parte de los medios internacionales de las protestas que tienen lugar en Venezuela distorsionan la realidad del país y los hechos que rodean esos acontecimientos. Eso es quizás lo único honesto que contiene el artículo porque  demuestra que las protestas pacíficas de los jóvenes y la oposición producen impacto más allá de las fronteras del país y eso lo tiene grandemente preocupado.

Señala que las Naciones Unidas han constatado que en Venezuela se ha reducido considerablemente la desigualdad, pero no dice que eso no se debe a una elevación del nivel de vida de la población humilde sino a una política deliberada y criminal de empobrecimiento de la clase media. Además calla que las Naciones Unidas le han exigido que enjuicie a los autores de los ataques de la fuerza pública contra los manifestantes,  que la Organización ha expresado su preocupación por los colectivos armados que actúan con impunidad cuando atacan a los opositores, que le preocupa hondamente el amordazamiento de los medios y denuncia las detenciones de jóvenes manifestantes y las condiciones humillantes en que se les mantiene privados de su libertad.

Asegura que su gobierno desarrolla programas ejemplares de salud y educación lo cual se ha logrado “empleando los ingresos provenientes de petróleo” y lleva a cabo una lucha contra el elevado nivel de criminalidad, para lo cual “ha creado una nueva fuerza policial, promueve la cooperación entre la policía y la comunidad y se ha remozado el sistema de prisiones”. Pero no habla de la tremenda corrupción que acompaña la ejecución de los programas del gobierno.

Afirma que la participación en la política se ha incrementado “dramáticamente” y que como antiguo sindicalista cree “profundamente en el derecho de asociación y el deber de asegurar que prevalezca la justicia mediante la expresión de los intereses legítimos y los derechos de reunión y de protesta”.  Renglón seguido dice que las protestas anti-gobierno  son obra “del sector más rico de la sociedad para revertir los logros del proceso democrático que ha beneficiado a la vasta mayoría de la población”

No podía faltar la andanada de ataques infundados contra la disidencia: “Manifestantes anti-gobierno han atacado y dañado físicamente clínicas, han quemado una universidad en  el estado Táchira, han lanzado cocteles molotov y piedras contra los autobuses. También han cargado contra otras instituciones públicas lanzando piedras y antorchas contra oficinas del Tribunal Supremo, la compañía pública de teléfonos y la oficina de la fiscalía general”.

“Los protestadores persiguen un solo objetivo: el derrocamiento anticonstitucional del gobierno. Esto lo dijeron claramente lideres anti-gubernamentales cuando iniciaron su campaña en enero comprometiéndose a crear caos en las calles”.
Mientras el ilegítimo se empeña en distorsionar la verdad y pretende engañar al mundo exterior con su sarta de mentiras, en Venezuela la Guardia Nacional, la policía política y las brigadas de asesinos asalariados y armados por el gobierno arremeten con violencia y crueldad nunca vista en el país, ni siquiera en los tiempos de las dictaduras más feroces del pasado.

Según el balance oficial presentado por la fiscalía general, van 37 muertos (29 civiles y 8 miembros de los cuerpos de seguridad) 379 civiles y 180 funcionarios policiales heridos  y 168 personas permanecen privadas de libertad. Las cifras no oficiales dan cuenta de 39 muertos y 1.764 jóvenes con libertad condicional.

Al presentar su balance la fiscal general negó “que en Venezuela se violen los derechos humanos” y aseguró que el gobierno “tiene como política la preeminencia, la protección y el respeto de los derechos humanos” ¡Habló la voz del amo!.

Las imágenes y videos son el mejor desmentido a las mentiras que  contiene el artículo del ilegítimo. Muchachos con la cara desfigurada por las golpizas que les propinan los miembros de la Guardia Nacional  y las heridas con perdigones y otros proyectiles disparados a quema-ropa son suficientes para demostrar que ese gobernante  disfrazado de mansa ovejita  pretende ocultar su verdadera naturaleza  de bestia salvaje, despiadada  y cruel que no vacila en importar sicarios mercenarios cubanos y vestirlos como Guardias Nacionales para ellos la vida de un venezolano no vale nada.

Adolfo R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat


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