La
corrupción y la ilegalidad, están convertidas en instrumento de sostenibilidad
del régimen venezolano y medio de acumulación de riqueza, para los aprovechados
del poder.
Por
eso, cada día se conocen más y más casos. Por cada hecho destapado, el gobierno
de turno socialista-comunista, hace simulacros de indignación, pero nunca han
tomado medidas, capaces de erradicar el flagelo. El gobierno conoce los
gravísimos hechos canallescos, que ocurren en todas las instituciones
gubernamentales y ministerios. Son muchos los responsables materiales e
intelectuales, por acción, omisión y complicidad. ¿Y cuántos condenados hay?
Todo lo contrario.
Todo
país debe disponer de unas Fuerzas Armadas, dignas de respeto y reconocimiento,
por parte de todos los ciudadanos, como afirmación al ejercicio rigurosamente
honesto de sus funciones y defensa de los valores y el derecho a la vida, de
todos los nacionales. Pero en la práctica la de Venezuela más parece una
republiquita independiente.
Por
su tamaño y sus requerimientos, la institución militar venezolana se ha
convertido en un lastre económico para el presupuesto nacional. Es el mayor
gasto latinoamericano en defensa, con los índices de criminalidad e inseguridad
que padecen los ciudadanos, en toda la geografía nacional. Todo, consecuencia
de la irresponsabilidad del poder político socialista-comunista que gobierna al
pueblo venezolano.
Durante
los 15 años, del régimen chavista y ahora el del Sr Maduro, crecieron y siguen
creciendo cuantiosos, la corrupción y la impunidad. De los pocos hechos y que
investigados, la mayoría están amparados por la arbitrariedad, la modorra e
ineficacia calculadas de los órganos de control, la justicia y la Fiscalía que
todos son brazos ejecutores del Ejecutivo. El daño moral y social, están ahí.
Convertidos en huella cultural, de la Nación. Se magnifica el daño, por ser
imperceptible para muchos.
La
sociedad se acostumbró a convivir con la descomposición y el caos de la
administración pública. Las organizaciones económicas, sociales y políticas
partidistas, generalmente evitan ocuparse del desastre moral, político y
social, coadyuvado por la corrupción y la impunidad y por los dividendos que
arrojan para la politiquería y usufructuarios del régimen.
El
gobierno socialista-comunista, no toma las medidas necesarias, para derrotar la
corrupción y por eso, unos pocos facinerosos, pueden apoderarse de los recursos
públicos, en vez de solucionar las necesidades colectivas. La sociedad
venezolana se adaptó a la perversidad del poder y a la complicidad e impunidad
social y judicial. Es la gran fatalidad social, irremediable con la clase
política desvergonzada que nos gobierna.
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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