Las protestas y las guarimbas están poniendo
muy nervioso al presidente de la República. Ni los militares en las calles, ni
las tanquetas de guerra, ni las
continuas amenazas, ni la conferencia de la paz, ni los carnavales extendidos,
ni las represiones brutales, ni mucho menos los payasos de otros países que son
cómplices de lo que estamos viviendo, han podido calmar el ánimo de las
personas que se encuentran en las calles.
Dado que nada de lo que está a su alcance le
ha funcionado, el presidente apeló a lo más revolucionario de su libro de
estrategia. Apeló por lo seguro. Desde el Cuartel de la Montaña el presidente
Nicolás Maduro soltó esta perla: "Hago un llamado a las UBCH, a los
consejos comunales, a las comunas, a los colectivos: candelita que se prenda,
candelita que se apaga".
Analicemos cuidadosamente esta afirmación.
Debemos entender por candelita, según el lenguaje que utiliza el señor
presidente, toda protesta y/o guarimba que se encuentren actualmente en las
calles del país ¿cierto? Siendo esto así, asumimos que por "apagar la candelita" el
presidente está mandando a todos estos grupos a convertirse en pseudobomberos
para que apaguen con cubetas de agua todas las guarimbas que tengan cauchos
quemados, ¿no?
Lo que ocurrió el día jueves en Los Ruices y
Los Cortijos, en Caracas, dejó en evidencia que los colectivos son
incontrolables. A través de las redes sociales pudimos ver cómo un grupo de
motorizados llegaba a la zona de las guarimbas y en lugar de tener en sus manos
cubetas de agua tenían pistolas de verdad verdad. El saldo final de esta candelita
apagada fueron dos venezolanos muertos.
Muchas de las personas que denominamos
guarimberos forman parte de un grupo de venezolanos muy molestos con el régimen
y encuentran en este modo de protesta una manera de expresarse. Personalmente
no comparto esta manera de expresar el descontento, sin embargo lo respeto.
Ahora bien, lo peligroso de la masificación de la guarimba es que estos grupos
son tan espontáneos como incontrolables. No tienen un liderazgo claro ni mucho
menos una estrategia asociada a su protesta. De tal manera que una guarimba
puede evolucionar prácticamente cualquier cosa, incluso a la antipolítica, cosa
que le haría mucho daño a la oposición.
El gobierno nacional suele enfrentar las
protestas con cuerpos policiales entrenados y formados para este tipo de
situaciones. Los cuerpos de seguridad deben seguir órdenes dado que son
estructuras fundamentalmente verticales. Pero que el gobierno apele a grupos
armados para resolver los problemas del país es básicamente declarar todo el
territorio nacional en zona de guerra. Estos grupos son incontrolables y no
tienen, en principio, ningún liderazgo claro.
Con un gran cargo viene una gran
responsabilidad, y estas declaraciones del presidente de la República no se las
puede llevar el viento...
Tomás
Horacio Hernández
@Tomashhr
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