Ubicando algunas pistas…
Hans Enzensberger en su obra
“Perspectivas de Guerra Civil Molecular” devela en ella la irracionalidad
altamente destructiva de los conflictos actuales, desde el gamberrismo
futbolístico hasta las guerras tribales en el continente africano sin otro
punto común que su ferocidad ininteligible y suicida.
La perdida de enemigos
exteriores parece favorecer la inversión de la molestia contra los mas
próximos, a los que se convierten por sorpresa en enemigos también, ya Jean
Baudrillard, en una entrevista (Magazine Litteraire, num., 323, Julio-Agosto de
1994) achaca el énfasis en lo universal el surgimiento de las nuevas
singularidades del odio como única forma de autoafirmación, identificatoria---
lo cual el considera perversamente saludable.
Peter Sloterdijk, por su parte,
denomina “hiperpolitica” este complejo universalismo venidero y no extraña sus
problemas; “Igual que no hay una política clásica sin la resistencia de estirpes
y hordas en un antimundo de anarquismos, privatimos y niñerías, tampoco habrá
hiperpolitica sin venganza de lo local y lo individual. Grandes regiones se
separan, en paros latentes o manifiestos, del dictado mundial del capital
globalizado”. Y apunta la dificultad de conseguir prótesis emocionales y
simbólicas en escala mundial para compensar el stress del animal humano, nacido
para pequeños grupos y de cuya flexibidad imaginativa quizá la civilización
espera demasiado, así que intentare en un esfuerzo insuficiente desde nuestra
singularidad en el país un “excursus” sobre la dignidad humana.
Singularidad vs. Dignidad…
La dignidad y la decencia, anverso y
reverso de una misma moneda, que en el ser humano son contratos que la persona
hace consigo mismo con el fin de elevarse y exigirse las mas altas cuotas de
responsabilidad ante el juez mas severo: la propia conciencia.
Por esta razón y aunque no parezca
admisible no tener dignidad personal resulta mucho mas cómodo y grato a la hora
de vivir, pues acepta nuestra propia degradación como algo natural, inherente e
inevitable, implica no tener que esforzarse en absoluto ante uno mismo,
evidentemente cuando se hunde en esas lógicas del funcionamiento a escala
Psicológica profunda, lo ultimo que quiere ver ante si es a alguien con
dignidad, luchando por mantenerla, pues revela su propia vileza, aquejados como
estamos por este mal, tendemos a celebrar la vulgaridad, la frivolidad, la
idiotez el pusilanismo, de los mas diversos personajes que asoman en su realidad,
pues en el fondo nos identificamos con ellos, al reconocerlos y elogiarlos por
sus posturas, de alguna manera premiamos con esa deferencia de nuestra
imbecibilidad y así acallamos el remordimiento que nos produce la instalada
medrosidad.
Habiéndose desarrollado en el país
profusamente con fuerza una especie de contravia sociológica cultural, que solo
recompensa la estupidez y la ostentación
impúdica de la ignorancia, y establecido como premisa una atávica tendencia de
castigar al decente, al trabajador, al
piadoso, al compasivo, al misericordioso, al inteligente, al solidario,
al talentoso, y lo hacen a través de lo que el imaginario Hispano ha bautizado
como el “deporte nacional”, la envidia.
La envidia insondable de la que ya nos
alerto con su hondura metafísica (Santo Tomas, a la que señalo como “envidia o
mal de la acedia” y que ha reflexionado en este tiempo el P. Horacio Bojorge),
la que tiene que ver con la esencia humana, no es la envidia “a lo que
tienen” los otros sino a “lo que son”, y
esta envidia tan honda que alcanza un “nivel casi que espiritual” solo puede
surgir de alguien con un nulo nivel de dignidad y conciencia de si mismo,
radicalmente incapaz de aceptar sus propios defectos y que apuesta
incesantemente a vulnerar las virtudes de los demás dejando al descubierto su
ilimitada maldad.
Pareciera que la envidia o acedia ha provocado un efecto letal que ha servido de caldo de cultivo para fragilizar aún mas las lógicas políticas imperantes en el país, en un afán de notoriedad esa emulación colectiva de indignidad eleva al púlpito al arrogante, al prepotente, al mediocre, es decir al sujeto afectado del mal moral, quien necesita humillar a los demás, con el fin de exaltarse a si mismo.
En la sociedad se ha venido alojando
en sus intersticios el consentir como normales estas aptitudes. El desprecio el
desden que exhiben son garantía de su éxito, pues sus descalificaciones hacia
los demás son el reflejo del castigo y el desprecio que ellos anhelan recibir,
esto es un acto rotundo de sadomasoquismo y arrima el hombro a que habite como
precondición para la histórica rendición servil a la autoridad del déspota, el
caudillo, “al general” el de vozarrón al que mas fuerte que grita y lastima, en
ellos encuentra la forma para reforzar sus frágiles mecanismos cognitivos
vulnerados, o ahora el reforzado ofuscamiento de sugestivos modelos de
portadas, deidades de nuevo cuño.
En este momento los autodenominados “patriotas” que se llenan la boca a lo largo y ancho de el país con novísimas constituciones, leyes económicas, para el control de la seguridad, la producción, el abastecimiento, empresas productivas comunales, himnos épicos, banderolas, marchas, gorras, franelas, anécdotas, e imitaciones estentóreas de imprecisos socarrones show, y la contracara, la puesta en escena de la restauración, que no es otra que el hartazgo de lo buslesque de la fatuidad tradicional con una carga de ridiculez extrema, en cualquier latitud medianamente democrática, la suya seria una existencia anonida, gris, imperceptible, engullidos en la marea humana y disuelta su ya revocada personalidad en el radical acido de la masa, de la ciudadanía, del pueblo.
Esta anunciado en el Antiguo Testamento: En Los Proverbios, Cap, 6: versículos: 12, al 19.
12. El hombre malo, el varon malicioso, anda con la boca retorcida,13. Guiña los ojos, escarba con los pies, señala con sus dedos,14. En su corazón, hay falsedades maquina la maldad, a cada momento siembra discordias.15. Por eso de improviso llegara su ruina,de repente será destrozado sin remedios.16, Seis cosas hay que detesta el señor,Y siete las que abominan su alma:17. ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangreInocente,18. corazón que maquina planes maliciosos,Pies presurosos para correr al mal, 19. testigo falso que profiere mentiras, y sembrador de discordias entre hermanos,
“La inmortalidad solo abre media hoja
de su puerta estrecha y deslumbrante”
Pedro R. García
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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