La
salud del presidente Maduro comienza a preocupar intensamente. Nosotros, que
nos la hemos pasado preocupados por todo, durante estos últimos tiempos de una
manera cotidiana, pues ahora vivimos preocupadísimos por las acciones que
acomete “el hijo de Chávez” y por supuesto las cosas que dice y que afectan las
relaciones internas y externas.
Maduro
ha ordenado apresar a cualquier cristiano que participe en las manifestaciones
y naturalmente, muchas personas que transitan por los sitios de conflicto son
confundidos y sus huesos van a parar a un calabozo. Ya los calabozos tienen
tanta gente que los generales de la guardia nacional van a tener que llevarse a
algunos para su casa y meterlos en un cuarto, a menos que creen campos de
concentración o colonias de exterminio: más de mil detenidos hasta el 5 de
marzo, sin contar las personas que sueltan sin proceso alguno.
También
“el fulano hijo de aquel” ha mandado a incrementar la represión y ello ocasiona
inmediatamente un abuso y atropello generalizado de los derechos humanos por
parte de la guardia nacional, que ha agredido estudiantes, periodistas y
vecinos: Una agresión que no solo lleva consigo maltratos verbales; sino
golpes, culatazos , violaciones con la punta de un fusil, uso exagerado de
bombas lacrimógenas y otras nuevas modalidades como chocar vehículos
estacionados con sus tanquetas, camiones, etc. Mi mamá dice que los hombres de
verde son unos “bichitos” de lo último y no los puede ver ni en pintura, porque
les dice de todo en donde se los encuentre y hasta le provoca caerle a
sombrillazos, o pegarles con lo que tenga en la mano para cobrarse -según
ella-, la cantidad de gas que se ha tragado.
Entonces,
el nieto de la señora de Barinas, por un lado llama a una extraña Conferencia
por la paz y por otro lado se vuelve esquizofrénico y ordena a los colectivos a
salir a la calle para echarle plomo a los estudiantes y a todo cristiano que
ande por allí y quede en medio de una “cuerdita” de motorizados que se creen
Rambo: “Es como si el sobrino de Fidel, mandara a una guerra civil”-dice mi
anciana madrecita-, “Me parece que no
sabe salir de los conflictos, porque se hunde cada vez más en los problemas y
siente que se la está comiendo”-añade mi jefa con voz de angustia-.
Obviamente,
uno se preocupa por las consecuencias que trae ese discurso de guerra, porque
el hermano de Diosdado rompe relaciones con el hermano país de Panamá con quien
tenemos una deuda millonaria; expulsa los diplomáticos que quedaban en
Venezuela de nuestro principal y buen comprador de petróleo, insulta al ex
presidente Uribe y le regala improperios al Presidente Santos como si estuviera
entrándose a golpes con un borrachito de su cuadra.
Mi
mamita linda también se preocupa mucho por la conducta de Maduro, porque el
hombre ha mandado a sobrevolar la ciudad de San Cristóbal con los aviones de
guerra de fabricación rusa-ustedes saben, los que compró su papá Chávez para
defender la patria- y teme que un día, mande a lanzar bombas contra la
población civil. Realmente, a uno le preocupa este discurso de guerra. Espero,
que un día de estos, no amanezca la primera combatiente con un ojo morado.
Luis
Alfredo Rapozo
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
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