Una de las características, entre otras
muchas, de los pintores del renacimiento italiano, que los hizo famosos, fue la
de haber creado y desarrollado la técnica del “sfumato” que consiste en
suavizar o difuminar los contornos de las figuras que se pintan mediante
sombras y colores, de modo tal que las personas, árboles y objetos en general,
no lucen al observador como planos cercanos o superpuestos al paisaje, sino con un aspecto de vaguedad y
lejanía que los hacen perderse dentro
del mismo. De modo similar, se utilizan las palabras esfumar o
difuminar fuera del ámbito pictórico,
para indicar que una imagen determinada, una idea o
una situación que parecía muy
concreta se ha desdibujado, ha perdido
nitidez, claridad o intensidad.
No sabemos si el señor Maduro o alguno de los
asesores del gobierno conocen algo de pintura clásica, pero es indudable que manejan la técnica del “sfumato” de manera magistral.
Ahora resulta que lo que le hace falta al país no es llenar los anaqueles de alimentos y productos de primera necesidad, no es acabar con los mal llamados “colectivos”, que realmente son bandas armadas al margen de la ley, ni darle seguridad y servicios públicos eficientes a la ciudadanía, sino una Conferencia de Paz.
La idea de crear una Conferencia de Paz para
conversar y meditar sobre la violencia
que ha sacudido al país en las últimas dos semanas, es realmente brillante
desde un punto de vista de estrategia política, pues coloca el problema de
fondo dentro de un contexto mucho más
general, más indefinido y vago, lo que hace que el espectador aparte la vista
del tema principal que son las causas y la desvíe hacia el uso de la fuerza,
las agresiones y tropelías generadas dentro
de las manifestaciones y protestas sociales acontecidas hasta ahora.
Pero lo más importante para el gobierno,
es que le da un tratamiento al asunto,
de cara a la opinión pública tanto nacional como
internacional, de conflicto armado, de acto de beligerancia por parte de la
oposición, como si el país realmente fuese un campo de batalla y aquí se
estuviese escenificando una verdadera
guerra, para acabar, en este caso, con la autoridad establecida, lo cual
ayuda a difuminar las verdaderas causas
del problema principal y a confundir a cualquiera que no esté bien claro de
ideas en cuanto a lo que está sucediendo en Venezuela. Y es que una Conferencia
de Paz, supone una tregua o la búsqueda de una solución a una conflagración
multilateral, como ocurrió con las Conferencias de Paz de París de 1919 o la de
Yalta y San Francisco en 1945, todas concluyendo con la firma de tratados
internacionales, que ponían fin a años de cruentas hostilidades y regulaban la
postguerra.
El nombre de Conferencia de Paz es tan pomposo, quizás por la seriedad de lo
que encierra, que ni siquiera en el
diálogo que sostiene en Cuba, el
gobierno de Juan Manuel Santos con
las FARC, se utiliza. Por lo que
cabe preguntarse en condición de qué, la oposición venezolana, que es una
colectividad pero no un “colectivo”, que
está conformada por políticos,
estudiantes, trabajadores, empresarios,
es decir, por miembros de la sociedad civil que no integran un organismo armado
de manera alguna, por lo que tampoco es una guerrilla o un ejército de
liberación nacional, puede ser parte de
una Conferencia de Paz.
Por qué, sencillamente, el gobierno no
entabla un dialogo, si eso es lo que quiere, con los diferentes componentes de
esa sociedad civil, en vez de llamar a una Conferencia de Paz que esta fuera de
lugar. Basta recordar que quince años
atrás, los gobiernos de entonces
entablaban conversaciones con el sector laboral y empresarial para
buscar soluciones a los problemas sociales y económicos, independientemente de
si resultaban o no exitosas.
Una de las críticas que precisamente se le
hacían a Chávez como presidente, era que
no dialogaba, sino que mandaba y monologaba desde el poder, a través de la TV y
demás medios, pero siempre sin debatir y sin nadie enfrente que le pusiera en
entredicho sus ideas.
Saber escuchar es fundamental en medio de una
crisis política; pero para ello se debe empezar por reconocer que la hay. De
las declaraciones que dieron algunos representantes del oficialismo con motivo
de la sesión de instalación de la Comisión Política nombrada por el Ejecutivo
para coordinar la Conferencia de Paz, se desprende que ese reconocimiento aún
no es posible, por lo menos de la boca para fuera, porque sería tanto como
reconocer que las causas para la
protesta popular también existen.
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