¡La Victoria…! Tu nombre representa valor y
sacrificio, consagración a la República, heroísmo de la juventud... De todas
las batallas de nuestra independencia, muchas admirables por sus hechos y su
significado, pocas se elevan como ella en la cumbre de la virtud civil y la
templanza republicana. Ella sobresale por su arrojo y por su constancia, por el
insólito carácter de sus contendientes, seminaristas y estudiantes que se
entregaron por la patria en defensa de su perpetua libertad.
Es por ello que La Victoria simboliza la
expresión maravillosa de la grandeza de la República que no claudica ante el
despotismo y no se amilana ante la superioridad del enemigo. Entre 1.200 y 1.500 soldados, muchos de ellos
imberbes e inexpertos en la guerra, se enfrentaron a 900 infantes y 2.500
jinetes realistas que les asechaban con la fuerza violenta de la tiranía, esa
que se encarnaba Boves y que representó Morales en el sitio, cargando sobre
ellos con la caballería compuesta por expertos jinetes que habían vencido
muchas veces y esparcido el terror en todas partes. Eran las huestes de los
llanos capitaneadas por el odio que incitaba desquites e exaltaba a atropellos,
so pretexto de igualdad y de derechos, que finalizaban en la desolación, en el
reparto, en la inmolación de tantas vidas inocentes.
Ribas, el del gorro frigio, a la usanza de la
Francia revolucionaria que había inspirado el nuevo código de los derechos del
hombre, se resistió en el campo, en las calles, en las trincheras donde
intentaron detener, y lo lograron, las repetidas cargas y que en la medida que
eran resistidas, volvían otra vez con mayor furor.
Antes de comenzar la lucha a la vista de
aquellos monstruos, Ribas les señaló a los suyos: “Lo que tanto hemos deseado
se realizará hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a
combatirnos; pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis
del furor de los tiranos la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras
esposas, el suelo de la patria; mostradles vuestra omnipotencia. En esta
jornada que será memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir:
¡necesario es vencer! ¡Viva la República!”.
El sublime llamamiento resumía en dramáticos
términos la importancia de aquella hora: la personificación de la barbarie en
Boves y en Morales y que se afanaban para martirizar y someter; la presencia de
un mayor número de fuerzas contrarias; la existencia de la tiranía siempre
oprobiosa, y que no es otra cosa que el mal gobierno de un déspota que abusa
del poder que detenta imponiendo su voluntad contra el derecho y la razón; y
finalmente, la patria en su eterna semblanza, y en la cual está implícita como
necesaria e irrenunciable la libertad de nuestros hijos, el honor de nuestras
esposas y la inviolabilidad de nuestro suelo que no admite más infames
opresores.
El 12 de febrero de 1814, día de la batalla
de la cual se cumplirán 200 años, queda inscrito en los anales de Venezuela
para siempre como ejemplo de verdadero patriotismo y constante voluntad de una
patria ejemplar a la cual es difícil vencer.
Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
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