Ante
Dios y la Patria juramos con sincera y profunda emoción, que el deber por
consigna llevamos y por alta divisa el honor. Hemos visto en las últimas
semanas una serie de acusaciones sobre atropellos y vejaciones a manifestantes
en las diferentes poblaciones de nuestra Venezuela, cometidos por guardias
nacionales en función del restablecimiento del orden público.
Se habla de
atropellos impensables, violaciones a los Derechos Humanos, abuso de autoridad
y poder, hechos que jamás ningún venezolano podría imaginar que ocurrirían
contra nuestros jóvenes estudiantes. Los que portamos con dignidad, en una
época, el uniforme de la Guardia
Nacional; jamás nos imaginamos que nuestra generación de relevo sería
sanguinaria, no recuerdo en mis tiempos de formación en la EFOFAC, que se me
haya inculcado como asignatura; la violación de los DDHH, el atropello, el
abuso; por el contrario siempre nuestros maestros nos inculcaron que el abuso,
los malos modos y maneras estaban execrados de la Guardia Nacional. Nos
enseñaron que la Guardia Nacional formaba parte del pueblo, nació y creció para
el pueblo como una necesidad de Estado para su resguardo, para defender a la
población del delincuente y el malhechor. Por ello, veo con gran asombro,
incredulidad e impotencia, la forma tan desprofesionalizada como se están enfrentando
las manifestaciones estudiantiles. Fuimos entrenados para disolver
manifestaciones o alteraciones del orden publico cuando ésta se tornan
violentas, más no para atropellar al manifestante una vez disuelto, fue tanto
nuestro prestigio que llegó un momento en Venezuela que la sola presencia de un
Guardia Nacional disolvía cualquier conflicto, era respecto más no miedo o
terror. La misión era una sola, disolver con los recursos que el Estado nos
proporciona para tal fin, pero siempre usando en primer lugar la persuasión
progresivamente; ahora vemos con extrañeza como los GN persiguen a un
estudiante, lo golpean, lo acribillan con la escopeta de perdigones tan cerca
de su cuerpo con la idea de causarle
daño físico; pareciera entonces, que la orden fuera eliminar al enemigo. Pues
bien mis apreciados compañeros, nuestro enemigo no son el pueblo, nuestros
enemigos son los delincuentes que atemorizan a ese pueblo, no son los
estudiantes, ellos son el futuro del país; ellos representan esa generación de
relevo que el país requerirá dentro de unos años. Pregunto a mis compañeros
DÓNDE ESTA EL HONOR cuando se masacra a un estudiante rendido o caído, dónde
aprendieron ustedes a violar los derechos humanos, no quiero creer que éstas
sean las órdenes impartidas por sus superiores, me niego rotundamente a creer
que sean guardias nacionales venezolanos formados en nuestras escuelas quienes
actúan de esta manera.
Estimados
compañeros, este es un llamado a la reflexión, a que sean ponderados,
equilibrados, mesurados, reflexivos, sensatos y juiciosos en el entendimiento
que hay muchas formas de cumplir la misión sin violar los derechos ciudadanos o
causar daño. Esto no es una incitación a delinquir o desobedecer a sus mandos
naturales, solo un llamado a la cordura, al empleo eficiente y eficaz de los
conocimientos recibidos en las diferentes aulas, es un llamado al respeto por
los derechos consagrados en la Carta Magna, es un llamado a rescatar el honor.
Delincuente
oíd: amparamos, amparamos la ley del imperio sagrado, al inválido, al niño, al
anciano en función de justicia social. DIOS BENDIGA A VENEZUELA.
Artemio
Boada Díaz
Coronel
GN
artiboda@hotmail.com
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