Por
supuesto que cada quien puede interpretar la auto presentación del dictador
cubano, Raúl Castro, durante los funerales de Nelson Mandela al presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, como
quiera, y una probable es que el dictador temía pasar inadvertido ante el
hombre más poderoso del mundo.
La
conducta del dictador designado evidencia un grave complejo de inferioridad,
sentimiento consecuente con la lastimosa dependencia que por décadas ha
mostrado hacia su hermano Fidel, algo
que apunta el desaparecido político y
periodista José Pardo Llada, en su libro "Fidel de los Jesuitas al
Moncada", quien describe a un Raúl Castro, irrelevante, silencioso, osco y
desconfiado, que siempre estaba en un segundo plano en relación a Fidel Castro.
Fidel,
ha sido hábil en tergiversar el resultado de numerosas situaciones y en
convertir las derrotas en victorias.
Por
ejemplo el fracasado ataque al cuartel Moncada le rindió más dividendo que si
lo hubiera conquistado, el naufragio del Granma lo bautizó como desembarco y
las escaramuzas de la Sierra Maestra las transformó en batallas que hicieron
palidecer las de la Segunda Guerra Mundial.
El
Gran Hermano a quien al parecer le quedan mañas para manipular algunas
realidades, posiblemente considero que la conducta de Raúl Castro con el
presidente Obama podía ser calificada de indigna por quienes creen ciegamente
en el discurso de odio hacia Estados Unidos, escribió “Felicito al compañero
Raúl por su brillante desempeño”.
El
saludo en inglés, “Señor presidente, yo soy Castro”, palabras que Raúl acompañó
con una breve pero sumisa sonrisa, y un ligero movimiento de cabeza, no se
corresponde con las continuas ofensas de la dictadura cubana hacia Estados
Unidos o sus mandatarios.
Cierto
que Raúl Castro ha manifestado en varias ocasiones que considera posible normalizar las
relaciones con Washington, por eso su actitud hacia el presidente Obama durante
las exequias de Mandela, podrían interpretarse como el punto de no retorno de
un cambio anunciado.
Sin
embargo no es posible creer que un odio añejado en los incontables fracasos del
régimen, haya mutado a un sentimiento más positivo hacia el país que siempre
han considerado responsable de sus errores.
Raúl
Castro por sus históricos vínculos con el marxismo soviético ha sido un
acérrimo enemigo de Estados Unidos.
En
1956 le dijo en Ciudad México a Miguel Sánchez, "El Coreano", quien
entrenó a muchos de los expedicionarios del Granma: "así que vamos a tener
como instructor a un invasor yanqui", en alusión a que Sánchez había
combatido en la Guerra de Corea bajo la bandera estadounidense.
En
junio de 1958, decretó que detuvieran a los ciudadanos estadounidenses que
residían o transitaban por los alrededores del Segundo Frente Oriental, bajo su
mando. Castro fue quien ordenó el secuestró de 51 personas, 49 estadounidenses
y dos canadienses, al extremo que el cónsul de Santiago de Cuba, Park Wollam,
tuvo que viajar a la zona para pactar la liberación de los rehenes.
También
ordenó una incursión contra la Moa Bay Mining Company para secuestrar diez
ingenieros estadounidenses y también decidió el derribo de dos aviones
estadounidenses de Hermanos al Rescate, 1996, resultando en la muerte de 3
ciudadanos de ese país y un residente.
Raúl
creía sinceramente en el marxismo y estuvo asociado con el comunismo aún antes
del triunfo de la insurrección. Es conocida su admiración por la extinta Unión
Soviética, su plena identificación con los jerarcas militares del ejército rojo
y como negoció con el Kremlin, cumpliendo órdenes de su hermano, la instalación
de cohetes con capacidad nuclear para destruir a Estados Unidos.
Por
supuesto que el escenario internacional es distinto y el régimen un fracaso, en
consecuencia, el castrismo para sobrevivir debe hacer concesiones contrarias a
su naturaleza, pero ninguno de esos consentimientos afecta los fundamentos que
sostienen la dictadura, tampoco hay gesto que permitan apreciar que el carácter
y las ideas de los “hermanos” hayan evolucionado.
El
apretón de manos Obama-Castro ha generado muchas expectativas sobre lo que
puede ocurrir en las relaciones entre los dos países.
En
los últimos años Washington y La Habana han tratado entre otros temas, asuntos
de inmigración y servicios de correo postal, pero los cubanos continúan sin
poder ejercer sus derechos libremente y sin restricciones y Estados Unidos en
el discurso oficial del gobierno, es su principal enemigo.
Raúl
Castro es un enemigo de la democracia como forma de gobierno, pero en
particular es contrario a los valores que representa Estados Unidos, por lo que sus gestos conciliadores hacia ese
país deben ser examinados concienzudamente para evitar cometer costosos
errores, no se puede perder de vista que los Castro tienen la naturaleza del
alacrán, porque son capaces de cometer suicidio por tal de asesinar a sus enemigos.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
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