Ni el más optimista de los venezolanos estará
en capacidad de negar que Venezuela, hoy por hoy, está inmersa en una profunda
crisis. Dejemos de lado las evaluaciones del porqué y concentrémonos a tratar
de entender cómo hacemos para salir de este atolladero. La nación en su
conjunto está desmoronándose. Por donde veamos
en esta querida patria lo que
vemos es oscuro, retroceso, tristeza,
desasosiego, pobreza, crimen,
corrupción y división.
El
Gobierno no encuentra la fórmula de superar la crisis porque no quieren
reconocer que el modelo que se propusieron fracasó, en lo económico, en lo
social. No se dan cuenta que hoy no tenemos una mejor Venezuela. Que con
tanta riqueza no hemos sido capaces de ser prósperos. No hay nada que se
haya hecho en estos últimos años que nos dé una sensación de que estamos mejor,
que el país se enrumba hacia un superior destino. Cualquier analista
internacional se percata del caos en que estamos sumergidos. Cuando una nación
navega entre la inflación más alta del mundo, con uno de los índices más altos
de criminalidad, entre los más corruptos del planeta, poca libertad económica
y reconocido un país con gran déficit
democrático, una emigración acelerada de talento, no nos queda duda que estamos
ante una gran tragedia que nos obliga a entender que el país necesita un
rescate.
Al igual que el capitán Edward John Smyth, que duró horas antes de
solicitarle a Jack Phillips que diera
el SOS para rescatar el Titanic, los venezolanos debemos estar
conscientes que estamos ante la necesidad de lanzar una señal de socorro. Por
supuesto que esta señal no estaría dirigida sino a
nosotros mismos, a nuestras conciencias, que requerimos que el país en
su totalidad entienda que estamos ante una disyuntiva que necesita puntos de
unión, de reconocimiento de unos por otros y de voluntad para resolver los
graves problemas del país. El tema de la seguridad ha sido un punto de
encuentro entre el Gobierno y la oposición. Qué bueno, ahora queremos
resultados. Esperamos que la experticia de muchos venezolanos que no están a la
orden del Gobierno se use. En la economía hay que dar un vuelco. Hay que reconocer que se fracasó y llamar al
concurso de muchos venezolanos que con
su experiencia y conocimiento pueden ayudar.
En fin, usemos el SOS en cualquiera de sus acepciones: Sálvenos o Socórranos; Socorro, Oh, Socorro; Socorro o Sucumbo; Sálvenos o Sepúltenos; Sálvenos o Sufriremos; Sobrevivir o Subsistir; Solicito Oportuno Socorro; Salvamento o Socorrismo; Sálvanos, Oh, Señor; Socorro, o sea, Sálvame.
Lo
cierto es que estamos como el Titanic, el mejor barco del mundo, y sin embargo se hundió. Así está Venezuela,
un gran país al que estamos dejando hundir.
Oscar Hernández Bernalette
oscarhernandezbernalette@gmail.com
@bernalette1
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