El
tiempo cronológico permite establecer los momentos en que ocurren determinados
hechos cortos y más largos, y todas sus mediciones se basan en el movimiento
del cambio material de un objeto. Por ello, tanto la terminación como el inicio
de un nuevo año, son momentos de comparación, evaluación, y propuestas ante lo
efímero de muchas metas y el reconocimiento de la aspiración trascendente de un
nuevo movimiento de vida.
Evaluar
nuestra realidad es dramática. 568 muertes en el mes de diciembre, a pesar de
la negación de la información, se convierte en el más violento del año, cuando
se supone que son tiempos de fraternidad.
Doce
años después del deslave terrible de 1999 se mantienen los refugios y las
invasiones con cientos de sin techo, pero con hechos violentos que limitan la
convivencia.
Después
de los inmensos ingresos petroleros incalculables por el sinfín de fondos
diversificados y regalos clientelares, nos encontramos altamente endeudados,
sin poder enseñar una verdadera solución que sirviera de norte al sin fin de
problemas de alimentación, electricidad, agua, educación y salud, amén del
creciente armamentismo convertido en el instrumento de poder sin límites.
El
Tribunal Supremo de Justicia, con once magistrados suplentes que si aspiran ser
permanentes, no pueden ser autónomos.
Y
para completar el cuatro dantesco, al no haberse establecido nunca la Comisión
de la Verdad propuesta con acuerdo nacional, la única Verdad que existe es el
cinismo de inventar ya no un delito común, sino delitos de lesa humanidad
contra el Comisario Simonovis y los presos que lo acompañan en este trágico
camino.
Detenidamente
he leído "El Prisionero Rojo", redactado desde la fragilidad de una
vida que se esfuma, pero con la entereza de ser testimonio de lo trascendente
de la justicia divina y del amor a la vida. Nuevamente nos trae a la memoria de
siempre a Franklin Brito y tantos otros. Testimonios de años de mediocridad y
perversidad.
Dicho
esto, más que una lista de buenos deseos para el 2014, nace hacerla diciendo lo
que no queremos para nuestro país.
No
queremos una educación maltratada por la
ignorancia y el fanatismo que cierra la visión crítica para el futuro.
No
queremos más médicos sin reconocimiento en su profesión, hospitales sin
insumos, ni servicios que no den posibilidades de vida.
No queremos productos
importados que dejan sin empleo a nuestros productores.
No queremos seguir
regalando la gasolina y debemos pagarla a su precio justo invirtiendo en
nuestra infraestructura y en nuestras escuelas, viviendas, espacios públicos y
transporte.
No
queremos declaraciones de un "mundo feliz" o de entrada en la vida
celestial cuando la mentira es la bandera que se exhibe.
No queremos vivir
entre rejas, sino construyendo encuentros en libertad.
Es
difícil saber lo que se quiere en estas circunstancias, pero si es posible
saber lo que no se quiere.
Desde
el fondo del alma, para todos un buen año 2014.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
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