En sentido figurado hablamos de sobrevivir
como “continuar existiendo”, como si en nuestra mente debiéramos agregar “a
pesar de”.
El venezolano de hoy sobrevive en su país. Es
un milagro que llegue a casa vivo, agradecido que no se sacó “la lotería” y
encontró en su camino, a un asesino que puede actuar con toda libertad e
impunidad. El índice delictivo es el más alto de América Latina con una tasa de
homicidios que supera los 200 asesinatos por cada 100,000 habitantes.
90 % de los casos no se resuelven. Lo que
significa que el delincuente sigue libre y en la calle, al acecho de su próxima
víctima.
Sobrevivimos a la inflación más alta en
Latinoamérica. La política económica y monetaria del régimen nos conduce a toda
velocidad al desastre. El proceso inflacionario acaba con el ahorro y con el
poder adquisitivo, el venezolano ya no sabe cómo estirar sus ingresos para
llegar a fin de mes.
Un proceso inflacionario tan fuerte que
provoca la desaparición del ahorro y el sometimiento de la economía a
restricciones inducidas de la oferta, en los diferentes mercados. Ello se
refleja en los bienes de consumo pero también en el automotriz o en el de la
salud.
El venezolano resiste ante la escasez de
alimentos y de productos de primera necesidad, consecuencia directa de la
política de expropiaciones y del control de divisas a las importaciones. Para
ellos es una manera de tenernos sometidos a su control, sentimos como si nos
gritaran: “te metes por el aro” o no comes. Hoy en día el ciudadano se
encuentra privado de alimentos fundamentales para la salud, e indispensables
para el crecimiento de los niños.
A este cuadro se suma la falta de medicinas,
tratamientos y hospitales adecuados para luchar contra enfermedades mortales,
lo que poco parece importar a las autoridades competentes ya que “tenemos patria”.
Tan solo desearíamos responderles, que para disfrutarla tenemos por lo menos,
tratar de permanecer vivos.
Todo parece indicar que la expresión se
utiliza solo para ellos. “Disponen” de la Patria, sobre todo de sus recursos.
Cuentan con todas las divisas necesarias para
atender sus necesidades, sino basta con recordar al difunto y la millonada que
se gastó en equipos, médicos venidos desde cualquier parte del mundo y los
viajes familiares millonarios, costeados con el dinero de nosotros. Eso si todo
en Cuba, quien se enriqueció en equipos y beneficios con el moribundo allá.
El venezolano de hoy está obligado a
subsistir sin leyes, poco a poco acostumbrándose a que el ordenamiento jurídico
y la Constitución solo se aplican contra él o algún dirigente de la oposición.
Por el contrario la gente que detenta el
poder, hace caso omiso de las disposiciones legales, las cuales se violan
impunemente. Situaciones avaladas por las más altas instancias judiciales. Un
anuario deberá publicarse en el futuro, que reúna las anticonstitucionales
interpretaciones asumidas por el Tribunal Supremo de Justicia. Un documento de
esa naturaleza permitirá poner las cosas en su puesto y que de nuevo “por
encima del Derecho de la Fuerza, se imponga la fuerza del Derecho”.
La debacle de la seguridad física, económica
y legal en Venezuela, tendrá necesariamente que servirnos de lección. Esperamos
que de la tragedia y el dolor surja el hombre nuevo, verdadero ciudadano
respetuoso de nuestros valores, de las normas y de su prójimo.
La naturaleza del hombre nos llama a
horizontes diferentes a lo que estamos viviendo, para los creyentes Dios hizo
al hombre a su imagen y semejanza, destinado a la trascendencia. Al día sexto,
dio vida al hombre y la mujer y declaró que lo que había hecho era bueno,
(Génesis 1.26, 27,31).
Lo creó libre y responsable de sus
actuaciones. Sean las que sean nuestras creencias religiosas, nuestra sociedad
mayoritariamente Católica, recordará que serlo implica más que la elevada
pertenencia a la religión romana y a su iglesia, La acepción incluye también la
idea de Universal, que “sirve a todos”.
En las condiciones actuales, necesitamos
recordar un instante lo que somos, lo que implican nuestros valores, lo que
creemos, las razones por las cuales nos levantamos cada mañana, lo que nos
define como individuos y como seres humanos.
Debemos inspirarnos de nuevo en lo que
resentimos de nuestra vida, y de la de nuestros compatriotas, necesitamos darle
un sentido a lo bueno y malo que hemos vivido, a encontrar las fuerzas en lo
profundo de nuestra esencia inmutable.
Tenemos que centrarnos de nuevo en las cosas
que no son temporales, dejar de lado los que nos distrae de lo importante. Solo
así podremos enfrentar las aves de rapiña que avanzan destruyendo nuestro
querido país.
No será contando con los que hacen negocios
con el Gobierno, olvidando que venden a la Patria, que resurgiremos. Ni tampoco
con un sistema nacional de misiones improductivas, que bajo el disfraz de
programas sociales solo busca resultados electorales. La “cacería” de sectores
empobrecidos dependientes de regalos y ayudas, solo buscan convertirlos en
“fichas” sometidas del régimen que los manipula.
No saldremos adelante con la corrupción de
las divisas verdes, esa que compra militares, números de diputados, abuso de
poder, impunidad, espacio en los aviones para el narcotráfico. La que permite
comprar decisiones judiciales con las cuales neutralizar a la oposición, o
encerrar arbitrariamente a Simonovis y la Jueza Afiuni.
Creemos que el ser humano tiene derecho a la
felicidad, que el venezolano se merece un gobierno que piense primero en sus
necesidades. Nos salvaremos desde el momento en que decidamos identificar cada
una de los sectores, decisiones y actuaciones que han producido nuestra
desgracia y nuestro malestar.
Albert Camus afirmó que “la grandeza del
hombre se encuentra en ser más fuerte que su condición”, ideario útil en este
momento. Cada uno de nosotros tiene con que enfrentar los que nos degrada.
Queremos de nuevo vivir, comer, curarnos,
salir, circular, trabajar, estudiar y viajar, como se vive en cualquier nación,
donde su pueblo es la razón de existir para el gobierno.
Los boliburgueses prefirieron enriquecerse
rápidamente, entregar nuestra soberanía a los Castro, saquear la nación,
financiar aliados en el extranjero. Mientras los venezolanos engrosamos las
estadísticas de los 20.000 muertos anuales o vemos en directo como se saquea un
camión y se pisotea a un moribundo.
Sufrimos las humillaciones en los
aeropuertos, mientras miles de kilos de droga viajan impunemente. Escuchamos
como los pranes deciden de vida o muerte, en el circo del horror en que se han
convertido las cárceles.
Resistimos sin calles, sin luz, agua,
alimentos y atención médica.
Vivir de nuevo, depende también de cada uno
de nosotros, de no perder espacios democráticos, de enfrentar, de rechazar, de
protestar, de votar.
Sartre visionario en algunas cosas, nos dejó
una frase aplicable: “Lo importante no es lo que hacen de nosotros, sino lo que
nosotros hacemos de lo que han hecho de nosotros”.
nelsoncastellano@hotmail.com
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