Es por demás
conocido que el control de cambio es la intervención oficial del Estado en el
mercado de divisas con la finalidad de restringir su oferta y demanda;
contradictoriamente aplicado en un país como Venezuela que es fundamentalmente
importador favoreciendo de tal modo la aparición de una economía oculta
(paralela) donde el tipo de cambio oficial que no tiene mayor relevancia al ser
desplazado por un cambio no oficial en porcentajes no sólo innombrable sino
escandaloso (brecha que por cierto se intenta reducir mediante
devaluaciones), hecho que afecta el
precio de la mayoría de los productos que circulan internamente (más de un 70%
importados) lo cual determina un escenario sensiblemente inflacionario con
problemas de desabastecimiento y escasez.
En la historia reciente de Venezuela,
y luego de la desaparición del tipo de cambio único instaurado en 1976 al
momento de la estatización de la industria petrolera (cuando se elimina el
dólar petrolero), se han aplicado con pocos beneficios y altas criticas restricciones
severamente autoritarias a la luz de dos regímenes de control: Régimen de
Cambio Diferencial (RECADI) en 1983 y la Comisión de Administración de Divisas
(CADIVI) en 2003, teniendo ambas en común la intención de evitar la fuga de
capitales y la protección de las reservas internacionales.
Habiendo
transcurrido 10 años de la creación de CADIVI, y como consecuencia al
acorralamiento en bolívares del ahorro familiar y demás agentes económicos se
materializó, aparte de una economía intensamente controlada por el Estado, una
fuerte expansión de la oferta monetaria (monetización de la economía) que trajo
consigo un estímulo hacia la demanda interna (elevación del consumo)
propiciadora de inflación y a la aparición de tasas de interés negativas (la tasa
de inflación es superior a la tasa de interés que paga la banca), generándose
un deseo de cambiar ahorro por consumo ya que ahorrar hoy para comprar menos
mañana no resulta racional ante la pérdida de valor de la moneda (disminución
del poder de compra), razón por la cual los ciudadanos intentan contener ese
deterioro monetario, bien anticipando la adquisición de bienes de consumo y de
activos fijos, o bien refugiándose en una divisa fuerte como el dólar USA,
intenciones que hoy se avivan por la fuerza emotiva que impulsa el señalamiento
oficial que restablecer el equilibrio macroeconómico en Venezuela tardará unos
50 años!!!.
Ese improvisado pero desesperanzador anuncio (de ínfima calidad
académica y poco conocimiento económico) aunado al exceso de liquidez,
inflación, elevada masa monetaria, propensión “nerviosa” al consumo, desprecio
hacia el ahorro “estéril”, reducidas expectativas de inversión interna y las nulas
oportunidades de adquirir divisas (como resguardo del patrimonio); indujo al
Gobierno a enfatizar un control de cambio con implícito “corralito” (fase
superior al cerco cambiario) facilitada tal acción por nuestra condición de
país petrolero donde la casi totalidad (96%) de las divisas provienen de las
exportaciones de ese sector, cuya liquidación se efectúa a través de un solo
ente: PDVSA; propiciando indirectamente la presencia de un mercado paralelo
ilegal que en la actualidad se ensancha ante una percepción negativa del devenir
de nuestra realidad económica-social; situación que induce una mayor
depreciación del bolívar.
En lo atinente al
“corralito”, es una expresión que nace en Argentina en 2001 cuando se publicó
un decreto que limitó hasta 250 pesos/semana el retiro de efectivo de las
cuentas personales e igualmente prohibió el retiro de los depósitos a plazo
fijo, quedando por tanto encerrado (prisionero) el dinero en las instituciones
financieras; escenario hipotéticamente equivalente a Venezuela 2013: ¿para qué
retirar los ahorros si afuera no tienen destino y valen menos cada día?, es
decir un “auto corralito” por desesperanza.
@jagp611
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Todos a votar el 8D por los candidatos de la oposición. Si CAPRILES hubiera ganado las elecciones presidenciales hoy en dia el dolar estuviera costando bs. 5 y sin devaluacion en vias de suspender el control de cambio.
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