“Se puede abandonar a una patria dichosa y triunfante. Pero amenazada, destrozada y oprimida no se le deja nunca; se le salva o se muere por ella.” Robespierre
El vandalismo desde arriba no es solamente
un simple acto de barbarie, sino el más astroso y descarado proceso político
actual. Hoy se bloquea, por todos los medios posibles, la acción cívica de la
sociedad. Este proceso vandálico y bárbaro se diferencia de la delincuencia
común o vandalismo desde abajo, por cuanto éste último se presenta como el
resultado de la frustración, de la manipulación, del odio, del resentimiento
social madurado por mentes perversas e infectado de agresividad o del sicariato
político adoctrinado por la intervención cubana, este vandalismo confina a sus
practicantes dentro de los estrechos límites de su propia conciencia, por el
contrario el vandalismo desde arriba opera fieramente, con plena conciencia, en
contra de la sociedad, del Estado y sus instituciones.
Ante el vandalismo desde arriba o
vandalismo oficial, Venezuela se encuentra ante un grave peligro, pero también
ante una gran esperanza y, “La esperanza es como el sol, arroja todas las
sombras detrás de nosotros.” S. Smiles., tenemos una heroica resistencia
defendiendo la libertad, la dignidad, los valores humanos y sociales
universales, ante un canalla que ha tirado por la borda toda forma de
integridad, un autócrata afectado de nihilismo, por cuanto niega reiteradamente
los valores intelectuales y morales de la sociedad, rechaza el interés
colectivo e implanta una “canallocracia”.
El vandalismo desde arriba, mediante la
manipulación informativa, el engaño y la reiterada mentira sobre la realidad de
los hechos, pretende negar o minimizar su propia barbarie y endosar la
responsabilidad a la oposición, todos vimos “El Petarazo”, acto político
organizado por la oposición que tuvo una duración de aproximadamente dos horas,
pero también hemos visto que el vandalismo oficialista se ha extendido en el
tiempo y todavía subsiste con la incautación del módulo de la Policía
Metropolitana por parte de los paniaguados del Tte. Cabello, todo dentro del
más burdo maniqueísmo, imperando el ocultamiento, la impunidad y la mentira
planificada, norma de conducta seguida por el
vándalo de arriba y sus cómplices segundones, palaciegos de oficio,
sencillamente estamos ante la imposición de la barbarie a la vista de todos.
El vándalo de arriba tratara de impedir la
celebración del referendo revocatorio a toda costa, especialmente mediante la
violencia física contra la población civil pacífica y desarmada en procura de
amedrentarnos para que se produzca una gran abstención electoral, cosa que no
logrará, el pueblo venezolano no permitirá acciones que degraden o disminuyan
sus derechos, no relegará ante ningún acto de violencia la defensa de sus
derechos inalienables; los opresores
vandálicos se aferran al poder, se resisten a perderlo y pretenden suprimir
toda manifestación que pueda alterar su “status quo” o que debilite sus
prerrogativas y su falsa fuerza moral y física, creyendo que tienen el derecho
de dominar a la población mediante el terror, mediante la barbarie o vandalismo
desde arriba. Esos funestos personajes y sus cortesanos no son más que
depredadores sociales, que ven en las arcas del tesoro público la oportunidad
de obtener las ventajas materiales que serían incapaces de obtener bajo su
propio esfuerzo, su mayor esfuerzo está en restringir la libertad y la energía
democrática del pueblo, lo que
solo conduce a la opresión sistemática -vandalismo desde arriba- y a una
desmedida corrupción.
La entereza moral y la sólida fortaleza
cívica del venezolano no decaerán, por el contrario, siguiendo las enseñanzas
de Sun Tzu en su obra “El Arte de la Guerra” cuando dice, cito: “El camino es
aquel mediante el cual se unen las voluntades de los arriba y los de abajo, es
el ideal, el principio o medio orientador de metas colectivas. El que sostiene
el orden y la moral de una organización.”, ese es el camino que debemos seguir
ante la situación actual, la cual, me permito definir como “una guerra de
maniobras turbias” a la que hay que darle una respuesta contundente, sin miedo.
Recordemos a Thomas Jefferson, tercer presidente de USA, con estos
pensamientos: “Nada es inmutable excepto los inalienables e inherentes derechos
del hombre.” “... la paz de nuestros conciudadanos, su prosperidad y felicidad,
son objetivos que llaman al esfuerzo y sacrificio de todo buen hombre y
patriota.””Libertad es el gran padre de la ciencia y la virtud; y la nación
será grande en ambas, en la proporción en que sea libre”.
fernandofacchin@hotmail.com
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