El general José Antonio Páez, el héroe indómito de las llanuras, quien salvó a la República en incontables cargas de audacia y de valor, el héroe en las batallas que espantaron a España y a Bolívar asombraron, gobernante y figura pública esencial en la formación de la República entre los años 1830 y 1864, defendió los derechos de Venezuela en el Esequibo.
Finalizaba su carrera política cuando Páez publicó en New York, en el año 1867, su célebre: "Autobiografía", obra que recoge uno de los más apasionantes testimonios sobre la época magna de nuestra independencia, en la cual consideró aspectos importantes de nuestros verdaderos límites.
Entre los notables extranjeros que se incorporaron a las filas patriotas y que relataron los convulsos años de la gesta emancipadora, se encuentra el general Agustín Codazzi, militar italiano, quien cumplió junto al servicio a la República, la obra singular y perdurable, de viajar y descubrir, estudiar y apuntar, escribir los sucesos y trazar planos y mapas del territorio de aquella patria inmensa que nacía, y en la cual dejó su impronta memorable como investigador, científico, ingeniero, geógrafo y buen gobernante en las jóvenes repúblicas, que habrían de afrontar las exigencias propias de su organización política, social y económica, y la definición de sus difíciles y extendidos límites como nuevos territorios.
La posesión de Guayana era fundamental para los españoles en tiempos de la conquista y de la colonia, en los que se realizaron actos formales y permanentes de posesión territorial, política, religiosa, poblacional y militar. Al mismo tiempo, fue decisivo su dominio durante la independencia y, en tal sentido, Codazzi apuntó en sus: "Memorias" que el Libertador consideró que se encontraba allí en: "una excelente situación militar, ya que enfrente tenía la línea del gran río Orinoco...", mientras que: "para los españoles representaba una barrera insuperable". Resaltaba Codazzi la importancia que tenía este río para los patriotas y que el mismo: "se prestaba para una activa comunicación con la Isla de Margarita, baluarte de la república".
De igual manera, el ilustre geógrafo, dio noticias sobre la trascendencia que tuvo para el Libertador el territorio oriental de Guayana, donde aseguraba disponer del: "apoyo de las tribus que habitaban río arriba" contra los españoles, y refería que: "por detrás –hacia el territorio de Guayana Esequiba- le era imposible a Morillo atacarlo, a causa de la ubicación de las Guayanas Francesa y Holandesa, que por su natural posición, ocupan las riberas y el interior, cubierto de impenetrables bosques".
El coronel español don Tomás Surroca y de Montó narró diversos episodios políticos y militares acerca de la provincia de Guayana durante la guerra, entre ellos algunos que fueron atribuidos a Bolívar con respecto a las misiones del Caroní, que comprendían, tal y como precisó el oficial realista: "un inmenso territorio encerrado por los ríos Orinoco, Caroní, Paragua y el Cuyuní; este último hace frontera con los terrenos desiertos de la colonia británica llamada Demerara". "Hay fundados en dicho territorio –apuntaba el militar-treinta y tantos pueblos, todos de indios, que la mayor parte han sido catequizados por los capuchinos catalanes que los han gobernado hasta el año de 1817 cuando fueron degollados por el tirano Bolívar". Igualmente, describió detalles de la actividad, la organización, la producción y el desenvolvimiento de la comunidad de aquella zona, que no obstante: "la destrucción que hicieron los insurgentes... inventariaron en el de 1818 sobre ciento veinte mil reses...".
Años después, el general Páez definió a Venezuela como: "una de las provincias más favorecidas por la naturaleza" y como: "una nación potente y emprendedora" que debía resolver sus asuntos limítrofes, principalmente, en aquella: "región de brillante porvenir para Venezuela" que era Guayana.
En su citado libro cuestionó los indebidos actos del explorador Schomburgk realizados: "en las montañas que separan el Orinoco del Río Negro y Esequibo, y por haber enarbolado la bandera inglesa en territorio venezolano". De la misma manera, refirió cómo los comisionados de Venezuela habían ido a reclamar nuestros derechos tanto en el Demerara como en Inglaterra, destacando así las meritorias actuaciones de Rodríguez y Romero y de Fortique, respectivamente.
Por último, reconoció el general Páez los trabajos de Codazzi en materia limítrofe, así como los estudios de Michelena y Rojas, los cuales consideró más exactos que los del propio Humboldt. Codazzi precisó la frontera: "así como el curso total del Esequibo formaría por la parte opuesta [oriental] una división muy natural con la Guayana Inglesa".
Los hombres del pasado cumplieron su deber, nos corresponde ahora, en este momento singular de la historia, honrar cabalmente el nuestro.
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