Foto: Santiago Filipuzzi |
María
Corina Machado es, acaso, demasiado rotunda en sus comentarios. Tanto, que en
cuestión de minutos es capaz de armar un polvorín de palabras. Califica al
gobierno de Nicolás Maduro de "neodictadura", afirma que la situación
económica, política y social es "insostenible" e
"ingobernable" en su país y que, por tanto, es muy probable que el ex
canciller de Hugo Chávez y presidente de Venezuela desde hace sólo seis meses
no llegue a completar su sexenio. Aun cuando eso no sea lo más relevante
porque, dice, las verdaderas decisiones se toman desde Cuba. Casi nada.
-Repasando
sus declaraciones más recientes, me impresionó una en particular, cuando afirmó
que "Venezuela no aguanta tres años más" con el rumbo impuesto por
Maduro.
-¿Qué
es lo que te llama la atención?
-Que
diga eso.
-Entonces,
no has hablado con ningún venezolano recientemente.
-Por
el contrario. Sé que les falta desde combustible hasta papel higiénico.
-Exactamente.
Por eso el país no aguanta ni seis, ni tres años más.
-Si
dijera algo así sobre el gobierno argentino, la acusarían de golpista.
-Ya
lo hacen. Me han acusado de golpista por decir la verdad sobre los resultados
electorales, sobre la situación de ilegalidad del gobierno o la violación de
los derechos humanos. Yo hablo con la verdad y no dejaré de hacerlo.
¿Quién
es esta mujer filosa? Según su currículum, una ingeniera venezolana que también
estudió finanzas y luego políticas públicas en la Universidad de Yale, que en
2002 cofundó la ONG Súmate para promover la participación ciudadana en la vida
democrática de su país.
Que
en 2010 renunció a esa entidad y se metió de lleno en la política, que en 2011
fue precandidata presidencial y que ahora es diputada.
Su
currículum formal omite, sin embargo, mucho sobre ella. Por ejemplo, que tiene
46 años, tres hijos de 21, 20 y 19 años, que está divorciada y que es
considerada una referente ineludible de la oposición venezolana y que, por eso
mismo, el chavismo la ubica desde hace años como enemiga de la "revolución
bolivariana". Por eso, afrontó acusaciones de todo tipo, incluso ante la
justicia, además de romperle la nariz en cuatro partes durante una sesión de la
Asamblea Nacional. Pero ella sigue adelante.
-¿Cuál
es la situación hoy en Venezuela?
-Insostenible.
El país vivió los 15 años de mayor bonanza económica de nuestra historia. Pero
en este período se ha destruido completamente su capacidad productiva. No sólo
importamos el 80 por ciento de lo que comemos, sino que ya estamos importando
gasolina. Y aun así, ante la infinita incompetencia y corrupción de este
gobierno, ves a las amas de casa haciendo cinco o más horas de cola para
comprar leche, remedios, pan, libros escolares. Estamos en situación de colapso
económico. Pero lo más grave, y lo diré aunque me acusen de golpista, es que lo
peor está por pasar. Somos como un paciente envenenado al que, en vez de darle
el antídoto, le dan más veneno. Hoy, para que tomes como parámetro, en
Venezuela hay unas 50 protestas diarias, pero el gobierno se ha encargado de
criminalizar y de invisibilizar las protestas.
-¿Cómo
se financia, pues, el gobierno hoy?
-Con
deuda y emisión. En el año 1998, la deuda pública agregada rondaba los 35.000
millones de dólares; hoy se estima en más de 220.000 millones. Y el dólar está
a una tasa oficial de 6,30 bolívares, pero ¿sabes cuál es en el mercado negro?
Y te aviso que decirlo en Venezuela es un delito.
-O
sea que está por infringir la ley.
-Sí,
pero imagino que estando en el extranjero no me vendrán con esa vaina [risas].
Es de casi 50 bolívares. Imagínate, pues, la situación de las finanzas
venezolanas. Las reservas venezolanas eran de 32.000 millones hace cuatro años.
¿Hoy? Menos de 800 millones de dólares.
-He
leído también que usted afirma que, a este ritmo, las reservas pueden aguantar
unos pocos días.
-Al
ritmo de las importaciones que ha tenido el país durante los últimos meses, las
reservas pueden aguantar unos seis días. Mira este cuadro: destruyeron la
capacidad de destrucción en el país. Desde el café, que teníamos 200 años
exportando, pasando por la manufactura, destruyeron el comercio, la actividad
industrial. todo. Así llegamos al extremo de que el 70 por ciento de lo que se
consume en el país es importado, aunque ya casi no hay dólares para importar. Y
cuando sí se logra importar comida, los buques no pueden desembarcar porque los
puertos han colapsado en cuanto a su capacidad operativa. Hay 800 contenedores
en Puerto Cabello con comida adentro y la noticia ahora es que se está
pudriendo.
-Lo
mismo, recuerdo, ocurrió con maquinaria agrícola argentina, que durante meses
quedó arrumbada en los puertos venezolanos, oxidándose.
-Las
máquinas se arrumban, la comida se pudre e incluso han repartido medicamentos
que vencieron durante la espera. Pero óyeme: no hay capacidad productiva y
tienen que importar. Pero para importar necesitan dólares y no tienen dólares.
Cuando logran traer los cargamentos, no tienen capacidad de desembarcarlos.
Cuando al fin sí logran desembarcarlos, las compañías de transporte en
Venezuela se han ido progresivamente paralizando, porque no consiguen repuestos
para sus vehículos. Cuando logran transportarlos, los llevan a empresas de
refrigeración, pero se va la luz y se pudre. ¿Me entiendes?
-Me
recuerda al libro La rebelión de Atlas , de la filósofa estadounidense de
origen ruso Ayn Rand. ¿Lo ha leído?
-Sí,
claro, cómo no. Es eso. Pero agrégale a lo que ocurre una visión de absoluta
dominación de la sociedad. Y no fue que al chavismo le salieron mal las cosas,
que sean incompetentes. Esto es intencional. El objetivo es tener una sociedad
absolutamente sometida al régimen. Por eso cuando dicen que al chavismo le
gustan los pobres, yo respondo que sí, "pero bien pobres".
-Puede
ser, pero la sociedad también los vota. Ya van más de 15 años.
-Veintiuna
elecciones en 15 años. Pero con un sistema electoral que ha ido construyéndose
con la mayor perversión. Entonces impera el terror político. Eso se demostró el
14 de abril [fecha de las elecciones presidenciales]. Y por eso cuando tú
enfrentas una neodictadura, y eso es lo que hay hoy en Venezuela con una
fachada seudodemocrática, no basta con ser mayoría en las urnas y ganar una
elección. Todo el mundo sabe que Nicolás Maduro perdió esa elección.
Oficialmente, él ganó por un punto porcentual, pero hay 1,8 millones de votos a
su favor seriamente objetados, documentados, con información específica.
-Vale.
Pero aun si le concedo ese punto, Maduro ya asumió y le quedan más de cinco
años como presidente.
-Mira...
Este gobierno es ilegítimo, ilegal e incompetente. Esa combinación hace que
Venezuela resulte ingobernable. Por eso, y como en toda democracia que se
precie de tal, todo ciudadano tiene derecho a reclamar la renuncia del
presidente. El problema es que Venezuela hoy no tiene un régimen democrático.
Para eso, la Constitución prevé canales para impulsar la salida del presidente.
-Puede
ser así en la teoría, pero hoy el partido de Maduro controla las mayorías en
las instituciones, por lo que esas opciones están bloqueadas.
-Hay
mecanismos que no dependen de esas mayorías institucionales, como la Asamblea
Nacional Constituyente, que necesita la activación de la gente, con dos
millones de firmas.
-Antes
de eso, de todos modos, se vienen las elecciones municipales del 8 de diciembre.
Si ganan los candidatos opositores, ¿qué puede ocurrir con la gobernabilidad de
Venezuela?
-¡Es
que la gobernabilidad del país está hoy destruida! Las propias facciones del
chavismo están enfrentadas a muerte. Chávez controlaba a todos estos grupos,
algunos vinculados a actividades criminales, como la mafia rusa, los carteles
mexicanos, la guerrilla colombiana y grupos extremistas de Medio Oriente, que
han encontrado en la situación actual del país un lugar óptimo para instalarse
y cooptar jueces, funcionarios. Pero sin él, sin Chávez, quienes responden a
Maduro, a Diosdado Cabello [ex gobernador chavista, actual presidente de la
Asamblea Nacional], se enfrentan abiertamente.
-Insisto:
¿qué puede ocurrir si la oposición gana estas elecciones?
-Primero,
hay que entender que la situación es hoy mucho más complicada que la ya
existente el 14 de abril. Hay zonas del país donde más del 30 por ciento de los
votantes han denunciado que padecieron el "voto asistido", es decir,
que alguien los acompaña cuando votan en las máquinas. Y tenemos reportes de
centros de votación donde a nuestros fiscales los han sacado a patadas. Lo que
te quiero decir es que la situación que afrontamos es realmente adversa. Pero
que, a pesar de todo, el 14 de abril ganamos y ellos lo saben. Por eso, en esta
próxima elección, sabemos que somos muchos más aún los que queremos un cambio
de régimen antes de que terminen de destruir el país.
-¿Los
referentes opositores están en condiciones reales de asumir el poder, sea
mañana o, como prevé la Constitución, dentro de seis años?
-Ése
no es el problema más grave. El gran desafío es la ruptura de la cohesión
social. Por eso, más allá de la cuestión gerencial, se trata más de un problema
de liderazgo para encarar intervenciones profundas. Lo fundamental pasará por
contar con un liderazgo moral que permita recuperar la confianza de los
venezolanos e internacional en el país.
-¿Es
hoy la esposa de Maduro, Cilia Flores, un factor de poder?
-No.
Es apenas una agencia de colocación de familiares en cargos públicos. Ni ella
ni Maduro ejercen el verdadero poder. Las instrucciones vienen de La Habana.
Maduro no toma una decisión sin consultar al Castrocomunismo. Maduro fue
impuesto desde La Habana con plena conciencia de cómo violaba nuestra Constitución.
Pero en estos días, recurro con mucha frecuencia a lo que ocurrió el 23 de
enero de 1958, cuando la caída de Marcos Pérez Jiménez, cuando por una lucha
interna entre militares se intentó un golpe de Estado, pero la gente salió a
las calles y dijo que la vía correcta era la institucional. Como ahora.
-Lo
cual marca una profunda diferencia, entonces, con el golpe de Estado de abril
de 2002, el de Pedro Carmona, con el apoyo de Estados Unidos.
-Absolutamente.
Cada ciudadano debe asumir su responsabilidad porque aquí está en juego nuestra
nación. ¿Qué me dirías tú si el sistema de identificación fuera controlado por
los funcionarios chilenos? ¿O que los ministerios y subestaciones eléctricas
las controlaran funcionarios brasileños? ¿O que los generales argentinos
recibieran órdenes de militares bolivianos? Bueno, todo eso ocurre con
Venezuela con funcionarios del gobierno de Cuba. Una violación de nuestra
soberanía nacional.
-Yo
no veo a los venezolanos reclamando por esto en las calles.
-¡Pero
si hay protestas todos los días!
-Hablo
de protestas realmente multitudinarias, que generen un sacudón institucional,
como los "cacerolazos" más potentes en la Argentina o incluso la
movilización social del 19 y 20 de diciembre de 2001.
-Bueno,
son procesos sociales. Pero también es una cuestión de liderazgo. Porque la
gente está. Venezuela se encuentra en una encrucijada histórica como no la ha
tenido en 200 años de historia. Nunca en 200 años las decisiones fundamentales
de nuestro país se tomaron fuera de Venezuela.
-Ya
aludió a Cuba. ¿Qué pasa con Irán?
-Es
una enorme incógnita. De tener una embajada con cuatro o cinco funcionarios,
hoy es la embajada iraní más grande en América latina. Y se sabe que Venezuela
ha violado resoluciones de las Naciones Unidas para operaciones financieras con
Irán y con Siria. El presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, ha reconocido tres
envíos de diésel a Siria, que se utilizó para enviar a los tanques sirios
contra los rebeldes. ¡Están matando mujeres y niños sirios con combustible
venezolano! ¿Y sabes, por ejemplo, que a un diputado oficialista, Abdel el
Zabayar, le dieron permiso para ir a combatir junto al ejército sirio? Regresó
y fue aplaudido en esa sesión.
-¿Espera
algo de Brasil y de la Argentina?
-De
Brasil cada vez menos y de la Argentina cada vez más [sonríe]. El cambio de
gobierno en Brasil generó fuertes expectativas sobre un cambio de política
exterior. Pero estoy profundamente decepcionada. Si Brasil pretende ejercer un
liderazgo sobre América latina, debe mostrar coherencia entre sus políticas
domésticas e internacionales.
-¿Y
la Argentina?
-Los
argentinos están planteándose un cambio profundo en su dinámica interna que
quizás en el corto plazo nos permita ver cambios sustantivos que se reflejen en
su política exterior. Creo que en líneas generales América latina está
encarando un replanteo más amplio, y que Brasil aún no ha aprendido esa
lección.
-¿Percibe
o espera solidaridad externa?
-Hay
algunos episodios durante los últimos años que me han llenado de esperanza. Aun
cuando algunos gobiernos miran para otro lado, se nos han abierto las puertas
en distintos parlamentos en toda América latina. Allí se está generando un
movimiento regional que eleva el costo político para esos gobiernos que callan.
Así ocurre, por ejemplo, en Colombia con Juan Manuel Santos. Y ni pensar lo que
ocurrirá cuando Venezuela cambie. ¿Qué ocurrirá dentro de Bolivia? ¿Y de
Ecuador? ¿Y en Colombia? ¿En Nicaragua? ¡Y en Cuba! Pensar que ese cambio se
contendrá fronteras adentro de Venezuela es una mezcla de ignorancia,
ingenuidad e irresponsabilidad.
-Por
último, dada su fuerte ascendencia social al frente de Súmate, ¿qué la llevó a
dejar esa entidad y meterse de lleno en la política?
-Crecí
diciendo que lo último que haría es política. Pero aquí estoy. Nuestra
generación creció con una enorme desconfianza a la política, que veíamos como
una cuestión de concesiones y corrupción. Pero desde Súmate me di cuenta de que
no bastaba con la conciencia ciudadana, que requería nuevo vigor, nuevos
liderazgos, nuevas propuestas. Y a nuestra generación le tocó afrontar una
encrucijada histórica sin precedente. ¿Te das cuenta de la oportunidad que
tenemos?.
Hugo Alconada Mon
Twitter: @halconada |
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